La Gran Unidad reflexiona sobre su carrera
Ben Platt / MLB.com
A medida que se acerca a su mayor logro individual, que le ha costado dos décadas para alcanzarlo, Randy Johnson sigue siendo una fuerza única en el béisbol.
Johnson, quién alcanzó su triunfo 299 este miércoles 27 de mayo de 2009 contra los Bravos de Atlanta 6-3 en 6 innings de labor, podría ser el último de una camada de lanzadores que fueron capaces de dominar el juego durante un período significativo y alcanzar records beisboleros colectivos y personales que lo ubicarán como uno de los mejores pitchers de todos los tiempos.
A los 45 años, cuando la mayoría de los peloteros hace tiempo se han retirado, Johnson todavía da que hacer con los Gigantes de San Francisco y afronta el reto de hacer outs a los bateadores. En términos beisboleros, es un viejo participando en un juego de jóvenes.
Desde su juventud hasta ahora, el gigantón Johnson ha sido un pitcher que ha llamado la atención, primero por su velocidad y ahora por su tenacidad.
“Antes, yo estaba en la minoría”, dijo Johnson quién dominó el juego a finales de los noventa y comienzos de los 2000, al ganar el premio Cy Young en 1995, 1999, 2000 y 2002. “Tal vez un puñado de lanzadores lanzaba 95, 98 millas de manera consistente por 7 u 8 innings. Ahora lanzo entre 90 y 93 millas pero sé como pitchear y lo he sabido por mucho tiempo. Cuando lanzaba 98 millas ya sabía como pitchear, por eso fui tan exitoso”.
“Me tomó mucho tiempo aprender eso. Obviamente tuve buenos y malos días como todo el mundo. Ahora, al lanzar a 93 millas, estoy dentro de la mayoría otra vez. Porque la mayoría de los lanzadores de Grandes Ligas lanza a esa velocidad. Esto es tan reto ahora como lo que siempre ha sido, por mi edad y por como me recupero entre salidas. Tengo buenos y malos días”.
Pero a lo largo de sus 21 años de carrera ha habido muchos más buenos días, y Johnson está a punto de alcanzar un raro logro entre los pitchers, las prestigiosas 300 victorias de por vida.
“Esto significa algo grande”, dijo Johnson. “Significa que me he mantenido por un tiempo, significa que he permanecido sano la mayor parte de mi carrera y cuando no lo estaba me recuperaba muy rápido y regresaba a jugar. También significa que fui constante y gané juegos por un largo período de tiempo. Pienso que para ganar 300 juegos, debes ganar y ganar de manera consistente, pienso que he podido hacer eso gracias a mis compañeros de equipo”.
El manager de los Dodgers, Joe Torre, ahora un rival, pero fue su manager con los Yanquis en las temporadas 2005 y 2006, dice que se necesita más que la ayuda de los compañeros de equipo.
“Hay que tener suerte”, dijo Torre. “Muy pocas personas lanzan 9 innings por estos días, hay que asegurarse de que esas personas tengan la habilidad para ganar el juego. Es difícil encontrar peloteros capaces de permanecer a lo largo de un juego para hacer eso. Espero de corazón, que Randy celebre cuando logre esa victoria”.
Para la Gran Unidad, el Gran Número es parte de un largo viaje por varios equipos y ciudades, comenzando por los Expos, siguiendo con los primeros exítos en Seattle y luego Houston, Arizona dos veces, los Yanquis y ahora los Gigantes.
“Todos los sitios donde estuve fueron importantes”, recuerda Johnson. “Montreal fue el equipo que me drafteó en la Universidad. Ellos tuvieron la iniciativa de ver algo. Pensaron que mi repertorio tenía calibre de Grandes Ligas. Fue un largo proceso llegar allí con esa organización, pero ellos corrieron el riesgo”.
“Luego fui cambiado a Seattle. Ellos me dieron la oportunidad de lanzar cada 5 días independientemente de cómo había lanzado. Lo hicieron por 9 años y eso funcionó para ellos y para mí. Entonces me cambiaron a Houston. Esos fueron los mejores 2 meses de mi carrera, sin dudas. Nunca reproduje esos dos meses, en ninguna parte donde he estado desde entonces. Entonces me convertí en agente libre y firmé con Arizona. Ganamos un campeonato y logré algunos números individuales”.
Johnson suena modesto sobre sus logros en su primera estadía con los D-Backs, pero los números fueron impresionantes. Promedió 350 ponches y 20 victorias en las cuatro temporadas consecutivas en que ganó el premio Cy Young. La de 2002 fue su mejor temporada en estadísticas al dejar marca de 24-5 con 2.32 de efectividad. Pero 2001 fue la campaña cuando Johnson y Curt Schilling cincelaron sus nombres en la historia del béisbol y ayudaron a la entonces franquicia de 4 años a ganar su primer título de Serie Mundial.
“No sé si alguien había experimentado eso antes, tal vez Sandy Koufax y Don Drysdale”, dijo Bob Brenly quién dirigió al equipo en 2001. “Ellos fueron dos pitchers tremendamente competitivos que tenían grandes repertorios. Estaban en el tope de su juego, física y mentalmente. También lanzaron con un muy buen equipo detrás de ellos. Pienso que fue lo mejor que me pudo haber pasado como manager al tener todos esos fenómenos ocurriendo. Estaba seguro de que 2 días a la semana era el manager más inteligente de la Liga Nacional”.
Arizona enfrentó a un determinado equipo de los Yanquis, que junto al resto del país, estaba traumatizado por los sucesos del 09 de septiembre sólo un mes antes. Después que Johnson y Schilling ganaron los dos primeros juegos en Arizona, los Yanquis protagonizaron un destacado regreso en Nueva York, ganando lo tres juegos, los últimos dos de manera dramática. Por lo que Johnson y su equipo tenían la espalda contra la pared en el sexto juego en Arizona, pero la Gran Unidad dominó desde el montículo para ganar 15-2. El día siguiente Johnson relevó en el séptimo juego para ayudar a Arizona a venir de atrás para vencer a Nueva York 3-2, y ganar la Serie. Él, junto a Schilling fueron nombrados co-ganadores del premio al jugador más valioso de la Serie Mundial.
“Ocurrieron cosas mágicas”, recordó Johnson. “Fuimos de una emoción a la otra. Por un momento piensas que podrías perder y que gran temporada habíamos tenido, y de repente estábamos amontonados celebrando en el montículo que eramos campeones de la Serie Mundial. Considerando todo lo que pasó ese año en el país, el campeonato fue muy excitante para la franquicia de los D-Backs de Arizona”.
Brenly dijo: “Randy fue gran parte de eso. Era un tipo que había ganado casi cada premio individual que se podía ganar como pitcher, pero deseaba mucho, pero mucho levantar aquel trofeo de Serie Mundial. Pienso que más que la habilidad física fue la fortaleza mental y el deseo de ganar el campeonato lo que hizo que Randy y todo aquel equipo fuesen grandes”.
Ahora Johnson, quién es un estudiante del juego y su historia, está a punto de ingresar a una fraternidad exclusiva.
“Considerando que no hay muchas personas, 24, 25 en la historia del juego, que han ganado 300 juegos, esta no fue una meta que me fijé”, dijo Johnson. “Nunca consideré o pensé que llegaría siquiera cerca de esto”.
Pero ahora la historia del béisbol está de nuevo sobre Johnson y si él logra el mágico número de las 300 victorias de por vida, podría pasar un tiempo bien largo antes de que otro pitcher lo vuelva a lograr.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
jueves, 4 de junio de 2009
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