Jeff Passan. Yahoo Sports.
Martínez se sacó una férula plástica de la boca y la lanzó al suelo. Empezó a usarla en los entrenamientos primaverales, como muchos otros jugadores que encontraron mejor balance y un flujo sanguíneo superior con varios tipos de aceites de serpiente.
Sólo que Martínez no buscaba un remedio natural entre sus dientes. Necesitaba terminar con un mal hábito.
“Me muerdo las uñas cuando juego”, dijo Martínez. “Desde que era niño. No sé porqué. Quería dejar de hacer eso”.
Después de la temporada pasada, la peor y más llena de lesiones en la carrera de Martínez, él reflexionó sobre su vida. Martínez, 30, había participado en 2 juegos de estrellas y tenía un promedio vitalicio por encima de .300. También bateaba con poder y desde ambos lados del plato, esto lo colocaba entre los bateadores más temidos de su posición. Todavía faltaba algo, una actitud profesional y el deseo de mejorar como persona.
Así que Martínez se propuso que el primer paso era dejar atrás las uñas mordidas. Luego venía reducir los ponches y aumentar los boletos. Finalmente había que escapar de las lesiones.
Aquí está él, a una semana de junio, y tiene uñas para recibir una manicura, un radio de boletos a ponches como el de Albert Pujols y ningún dolor oseo en el cuerpo. Lo mejor de todo es que Martínez batea .391 y antes de irse de 4-0 este viernes 22 de mayo bateaba para .400.
“El último fue Ted Williams ¿cierto?”, preguntó Martínez, y está en lo correcto. Han pasado 68 años desde que Williams finalizó la temporada bateando para .406 y aunque George Brett, Tony Gwynn, Rod Carew, John Olerud y Nomar Garcíaparra coquetearon ese promedio por un buen rato, todos terminaron con un promedio de bateo que comenzaba con un 3, y no hay nada de inmortal en eso.
Por eso es que aún ahora, a poco más de cuatro meses para que termine la temporada, el número titila. Imagínese: si un bateador se va de 5-2 todos los días. Eso es .400. Pero si tiene un mal día, se va en blanco, o aún bateando de 5-1, ya no batea más para .400. Olvídese de una lucha por el título de jonrones. La perfección en el béisbol está en batear para .400.
Martínez no se frustra a sí mismo. Su promedio de bateo para pelotas en juego es un insostenible .404. Aún con sólo 16 ponches, la séptima marca más baja de la Liga Americana para jugadores regulares, Martínez abanica mucho para tener una oportunidad razonable de batear .400. Él sabe que es tan improbable que emule a Williams, como lo fue de ver a Lebron James, su hermano en el corazón partido de Cleveland, hacer aquella impresionante cesta para ganar el viernes 22.
“Todavía es temprano”, dice Martínez. “Entiendo que algo de esto tiene que ver con la suerte. Si no tienes suerte, no vas a ninguna parte”.
La suerte tuvo que ver con que Martínez este sano otra vez luego de un 2008 donde sólo fue medio hombre. La adolorida pantorrilla izquierda de Martínez hizo que la mitad inferior de su cuerpo permaneciera casi inútil, las calcificaciones en su codo derecho dejaron fatigado su brazo de lanzar y debilitaron su swing. La operación en el codo previno a Martínez de pasar mucho tiempo sin conectar jonrón, como le pasó en los primeros dos meses y medio de la temporada de 2008.
En septiembre, Martínez regresó con suficiente poder para mostrarle a los Indios de lo que se habían perdido. Y ahora está conectando líneas en el 25 % de sus pelotas bateadas, con el tipo de swing que deja a sus compañeros boquiabiertos y a los Indios preguntándose como es posible que sean el peor equipo de la Liga Americana.
“Él ha bateado con poder, ha bateado para hacer contacto, ante las distintas configuraciones defensivas que han ideado los contrarios, a ambos lados del plato”, dijo el utility de los Indios Mark DeRosa. “Verlo es presenciar una clínica de bateo. Yo sabía que era un buen bateador. Se ha ganado esa fama. Ignoraba que tan especial era”.
La semana pasada contra Tampa Bay, los Rayas emplearon una disposición defensiva diferente para tratar de contener la preferencia de Martínez para halar la pelota como bateador zurdo. Era similar a la que usan con David Ortiz, Jim Thome y Jason Giambi. El shortstop se mueve hacia el lado derecho del infield, sólo el antesalista Evan Longoria se quedó en su posición habitual. Martínez burló el ajuste y dirigió un sencillo hacia la banda contraria por el exacto lugar donde el campocorto Jason Bartlett juega normalmente.
“Eso no fue accidental”, dijo el manager Eric Wedge.
No hay fórmula para su seguidilla caliente de 7 semanas. Martínez dijo que sus ojos no son mejores. No está revisando más videos de los que ve normalmente. No ha encontrado una poción mágica ni una comida de la suerte. Y no es la férula.
Él se siente fresco. La transición gradual de Martínez de catcher a primera base se ha acelerado esta temporada. Ha compartido el tiempo, al ceder la mitad de sus deberes como receptor a Kelly Shoppach. El prospecto de los Indios, Carlos Santana, también es un bateador ambidiestro, que negocia muchos boletos, se poncha poco y es un catcher corpulento de mucho poder, de quién se espera sea el receptor titular en la alineación de 2011 por lo menos.
En teoría, el cambio a primera debería prolongar la carrera de Martínez. Donde ocurrirá eso, Martínez no lo sabe. Los Indios parecen no querer cambiarlo este año, una opción de contrato muy barata para 2010 lo hace muy apetecible, aunque más allá de eso a Martínez no le gusta especular.
Él prefiere saborear el momento actual.
“Estoy siguiendo muy bien la pelota”, dijo Martínez. “No puedo recordar un mejor momento que este. Hacer esto en las Grandes Ligas, no es fácil. Esto lleva mucho trabajo”.
“Te sientes bien, y sigues adelante”.
Lo que sea que le esté funcionando, Martínez está muy agradecido. Parece no estar dispuesto a salir de este momento en el futuro inmediato.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 3 de junio de 2009
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