sábado, 4 de julio de 2009

El béisbol profesional enfrenta un tema recurrente: la salud mental.

Shirley Wang

Tres jugadores de béisbol profesional han ido a la lista de incapacitados por una dificultad a la cual no le pueden poner hielo, vendas ni intervenirla quirúrgicamente: la ansiedad.
Reconocer debilidades psicológicas representa un cambio significativo para un deporte que históricamente ha enfatizado en fajarse como los buenos antes que admitir una lesión. El problema puede ser tan viejo como el pasatiempo, pero la aceptación de las enfermedades mentales en las Grandes Ligas sólo ha aparecido en los últimos años.
Los ansiosos del béisbol incluyen al pitcher de Detroit, Dontrelle Willis, el campocorto de los Cardenales de San Luis, Khalil Greene y el primera base de Cincinnati, Joey Votto, quienes pasaron semanas en la lista de incapacitados por motivos de salud mental. El señor Willis quién regresó a la alineación en mayo, fue colocado en la lista de incapacitados de nuevo a mediados de junio, por ansiedad.
El señor Willis ha dicho públicamente que le han diagnosticado con un desorden de ansiedad. El señor Greene ha reconocido una historia de ansiedad desde la niñez, la cual describe como un caso extremo de las “mariposas”, de acuerdo al sitio web de MLB. Y el señor Votto dijo recientemente que su presión viene de una ansiedad inmensa y la tristeza por la muerte de su padre. Los tres jugadores se negaron a través de sus agentes de participar en este artículo.
Algunos aficionados podrían no entender las cargas psicológicas de los jugadores de béisbol profesional, atletas que generalmente ganan grandes salarios por hacer lo que mucha gente consideraría como un empleo de ensueño.
La historia del béisbol está llena de episodios de peloteros repentinamente afectados por condiciones, a menudo identificadas como psicológicas, que convirtieron sus carreras en pesadillas: Steve Blass un pitcher de los Piratas de Pittsburgh que ganó 2 juegos de la Serie Mundial de 1971, de pronto fue incapaz de lanzar strikes dos temporadas después. El catcher de los Mets Mackey Sasser, después de un encontronazo en el plato en 1990, empezó a tener problemas para lanzarle la pelota de vuelta al pitcher.
Otros deportes tienen sus bien estudiadas enfermedades. Los golfistas tienen el “yips”, un nerviosismo que los hace titubear con los palos antes de pegarle a la pelota. Los arqueros tiene el pánico de apuntar, una condición psicológica que los hace soltar la flecha muy rápido.
Los atletas profesionales de otros deportes han reconocido la capacidad debilitadora de la ansiedad, aunque a menudo la confesión ocurre después el retiro. Ricky Williams, el running back de la National Football League, sufría de ansiedad social severa. Otra estrella del pasado de la NFL, Herschel Walker, reconoció en un libro de 2008 que él sufre de desorden disociativo de identidad, antiguamente llamado desorden de personalidad múltiple.
El boxeador Mike Tyson ha declarado que sufre de depresión crónica, tal como Vin Baker, jugador de la NBA. El campeón olímpico de ciclismo de ruta, Tyler Hamilton reveló que sufría de depresión clínica justo antes de ser suspendido del deporte por 8 años, esta primavera. Eso significa el final de su carrera.
La percepción del público de que los atletas profesionales son inmunes a los retos que aflijen a los mortales, hace más difícil que los atletas admitan sus dificultades. La gente que trabaja con atletas de alta competencia dice que su alto perfil público los hace especialmente vulnerables a la ansiedad. Los premios son grandes. Los errores de una actuación no pasan desapercibidos para las 50000 personas de un estadio, algunas de las cuales son felices emitiendo juicios poco constructivos.
En los últimos 20 años, la política de MLB ha determinado que cada equipo mantenga un programa de asistencia confidencial al empleado, el cual es monitoreado regularmente por la oficina del comisionado, de acuerdo a Rob Manfred, vicepresidente Ejecutivo de relaciones laborales de la oficina del comisionado de béisbol. Las enfermedades mentales son tratadas como las lesiones físicas, declaró Manfred.
Los psicólogos dicen que la misma motivación que lleva a los atletas a hacerse profesionales, puede provocar errores al hacer que los peloteros sean muy duros con ellos mismos.
Marc Strickland un psicólogo de Phoenix que trabaja con un equipo de Grandes Ligas, dice que educa a los coaches y entrenadores sobre las señales de la ansiedad significativa, incluyendo sudores repentinos o respiración acelerada más allá de lo que es normal en un juego. Los jugadores con dificultades se pueden quejar de tener problemas de concentración, o, para los pitchers, de ser incapaces de “sentir la pelota” en sus manos.
Para tratar la ansiedad, los psicólogos usan muchas de las mismas soluciones que aplicarían con la población general, tales como enseñarles técnicas de relajación o ejercicios de respiración.
El Dr. Strickland también trata de convencer a los jugadores de que la ansiedad es normal y que puede ser usada en su beneficio. “La ansiedad es un síntoma que me dice que estás listo para jugar”, le dice Strickland a los jugadores. La clave es “tener a las mariposas alineadas en la misma dirección”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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