Lenny Megliola/Daily News
George Altison amaba dos cosas, el béisbol y los gallos tapaos. El halló su combo con los Bravos de Boston.
Si, para todos los que tengan menos de 50 años, una vez hubo otro equipo en Boston, un equipo de la Liga Nacional, prácticamente un poco más allá de Fenway Park, donde jugaban los preferidos Medias Rojas. Altison no tenía rencor hacia los Medias Rojas. Iba a los juegos en Fenway.
Pero fueron los Bravos quienes conquistaron su corazón beisbolero desde el principio, y eso nunca cambió. Antes que falleciera este viernes 26 de junio de 2009 ( a la edad de 79 años) su lealtad con los Bravos era incomparable. El equipo salió de Boston hacia Milwaukee en 1953, dejando la ciudad y los aficionados al béisbol de Nueva Inglaterra a los Medias Rojas. Nadie lamentó más la partida de los Bravos que George. Así que decidió hacer algo al respecto.
En 1992, el residente de Marlborough por más de medio siglo co-fundó la Asociación Histórica de los Bravos de Boston. Si alguna vez existió un trabajo lleno de amor, fue este. “George era el tipo más buscado a la hora de cualquier cosa relacionada con los Bravos de Boston”, dice Richard Johnson, curador del Museo de los Deportes de Nueva Inglaterra. “El era la personificación del equipo sorpresa”.
En esto era que George se desvivía: en convocar reuniones en el Holiday Inn de Brookline para los viejos Bravos, y en años recientes, ellos se hicieron muy viejos. Otros estaban muy delicados para viajar. Pero mientras alguno viniera la reunión seguiría vigente.
“La reunión lo mantenía vivo”, dice Carl Sidoti, cuñado de George. En 1994, George hizo las gestiones para que Warren Spahn y Johnny Sain (recuerdan “Spahn and Sain and pray for the rain?) asistieran a la reunión. Las anécdotas se extendieron hasta bien entrada la noche. George disfrutaba cada palabra, cada risa, cada floritura.
George había sido un chico de la Pandilla de Knothole en los años 40, veían los juegos de los Bravos desde las gradas del left field. Su primer trabajo fue negociar las concesiones del Braves Field.. Más adelante, como gerente de la Asociación Histórica de los Bravos, George ideó traer a los antíguos jugadores de vuelta al sitio donde había existido el Braves Field, ocupado ahora por el Nickerson Field de la Boston University.
“Las reuniones con los Bravos hacían brillar su rostro”, dice el hijo de George, Brian.
Todo lo que alguien tenía que decir era: “béisbol” y “de inmediato aparecía un brillo en los ojos de George”, dice el residente de Marlborough Jim McGovern, el yerno de George. McGovern de 42 años, dice “Ignoraba que los Bravos habían jugado en Boston. George me puso al tanto”.
La Asociación Histórica de los Bravos de Boston llegó a tener un tope de alrededor de 500 miembros. George los mantenía informados mediante un periódico.
“Él seguía a los Medias Rojas, pero sus raíces estaban con los Bravos”, dice McGovern. “Seguía los juegos de los Bravos de Atlanta por televisión, pero podía ver cualquier juego”.
Habían muy pocas cosas que se le olvidaran a George cuando se trataba del gran antíguo juego. “Si le preguntabas cualquier cosa sobre béisbol, él lo sabía”, dice Sidoti.
La gente se sentía mejor cuando George estaba cerca. “Era una persona extremadamente cariñosa”, recuerda Johnson del Museo de los Deportes. Sidoti dice: “George fue el hombre más simpático y gentíl que haya conocido. Nunca oías a nadie decir nada malo de él”.
George era un donador. “Él siempre estaba dispuesto a ayudar”, dice su hijo Brian. “Era un tipo de fácil comunicación”.
George estaba luchando contra la neumonía “pero estaba mejorando”, dice Brian. “Había ido al médico, regresó a casa y veía las noticias cuando falleció. Fue enterrado con un banderín de los Bravos y una gorra. “Eso es lo que quería”, dice Brian.
¿Qué será de la Asociación Histórica de los Bravos ahora? “No sé”, dice Brian.
La reunión del año pasado pudo haber sido un anuncio. “Todos dijeron que fue una de las mejores reuniones”, dice Brian. Con pocos Bravos de Boston vivos, y ahora con George muerto, Brian dice: “tal vez esto se veía venir. George le dijo al comité que el no podía seguir”.
Dio todo lo que tenía, solo hay que imaginarse la reunión que debe estar desarrollándose en el cielo del béisbol, George y los viejos Bravos reviviendo una época y un lugar que una vez existieron. Si otros lo olvidaron, George nunca lo hizo.
“Cada quién quiere dejar un legado”, dice Richard Johnson. “George dejó el suyo”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
jueves, 2 de julio de 2009
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