viernes, 3 de julio de 2009

Un pitcher trata de imitar a su padre

El antiguo pitcher de los Medias Rojas de Boston, Bruce Hurst, sirve de mentor a su hijo Kyle.

Martin Renzhofer
The Salt Lake Tribune

Un hijo siguiendo los pasos de su padre hacia los campos del béisbol de Grandes Ligas es algo distanciado de lo poco usual. Según los últimos estudios, más de 180 combinaciones de padre-hijo han jugado al menos un inning en las Grandes Ligas.
Kyle Hurst está intentando unirse a la lista. El padre de Hurst, Bruce, ganó 145 juegos en Grandes Ligas, la mayoría para Boston y San Diego. El nativo de St. George es más conocido por casi llevar a los Medias Rojas a ganar la Serie Mundial de 1986.
Para Kyle Hurst, quién fue llamado este jueves 25 de junio para ocupar un puesto en el bull pen de las Abejas de Salt Lake, su papá es mejor conocido por suministrar apoyo y guía.
“Cuando se lo dije anoche, nunca lo había notado tan emocionado”, Hurst hablaba antes del juego del viernes por la noche con Fresno.
Mientras padre e hijo usan el mismo arsenal de pitcheos, curva, recta y cambio, hay una diferencia obvia entre padre e hijo. Kyle Hurst, drafteado por los Dodgers de Los Angeles en la ronda 36 del draft amateur de 2008, lanza a la derecha.
También, él no ha tenido la oportunidad de mostrar las herramientas de su profesión. Hurst, 23, lanzó en un juego para Orem en esta temporada, permitió 2 carreras y ponchó 3 en 2 innings. La temporada pasada dejó marca de 3-2 con efectividad de 3.92 en 3 juegos para el Owlz y 13 para los Ángeles de Tempe.
“Me sentí bien en mi única salida”, dijo Hurst. “Sentí que era un buen punto de partida”.
La relación de Hurst con su padre refleja al coach de pitcheo de Salt Lake, Eric Bennett, el hijo de un antíguo grande liga. De hecho, Bennett, cuyo tío también lanzó en Grandes Ligas, aprecia los beneficios de tener un padre que entiende las presiones de pitchear profesionalmente.
“Siempre puedes llamar a casa”, dijo Bennett. “Siempre hay un coach de pitcheo en casa”.
Bennett como Hurst nunca sintieron ninguna presión por seguir los pasos de sus padres.
“Fue como hablan los viejos amigos de la casa sentados en un café”, dijo Bennett. “Haz lo que sea que quieras hacer”.
Las experiencias de Hurst se parecen a las de Bennett.
“Tenemos una gran relación”, dijo Hurst. “Él dijo, ‘Si quieres jugar, tienes que hacerlo para ti’ Está muy orgulloso de mí. Me ha respaldado”.
Hurst tenía sólo un año de edad cuando Bruce Hurst lanzaba para los Medias Rojas en 1986. De hecho, el joven Hurst tiene más recuerdos de pasear por el clubhouse de los Padres de San Diego.
“Todavía me parece extraño ir a un clubhouse y ver mi nombre”, dijo Hurst.
Hace tres años Hurst vio el séptimo juego de la Serie Mundial de 1986 con su padre, quién veía el juego por primera vez desde que lanzara hasta el sexto inning y saliera con el juego empatado 3-3 contra los Mets de Nueva York.
“Eso trajo de vuelta alguna emoción”, dijo Hurst, añadió que su padre habla poco del ínfame juego 6, perdido por los Medias Rojas en extrainning después de ir adelante por 3 carreras.
Sin embargo, el futuro le pertenece a Kyle Hurst. “Estoy emocionado”, dice Kyle. “Me siento confiado”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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