Tim Brown, Yahoo! Sports.
Quizás hay días cuando un no hit no run es visto como el momento que hizo arrancar una carrera, cuando la gran promesa se hizo realidad a través de un mejor repertorio de pitcheos y todo marchó de maravillas desde entonces, como para ganar un puesto fijo en la rotación y devengar un salario decente.
Por el momento, el no-hitter de Sánchez este viernes 10 de julio de 2009 por la noche, es un rayo de luz en un cielo sin nubes, algo cercano a la perfección para un oven zurdo que en su carrera como abridor tiene efectividad de más de 5.00 y ha perdido (24) el doble de los juegos que ha ganado (12).
Piensen en Bud Smith o en José Jiménez del lado de los zurdos.
Se podría incluso discutir sobre si él sería el quinto pitcher de los Gigantes de San Francisco con posibilidades de lanzar el decimotercer no-hitter en la historia de la franquicia, detrás de Randy Johnson (quién ha lanzado dos, uno de ellos un juego perfecto), Tim Lincecum (quién estuvo cerca sólo la noche anterior), Matt Cain (quién cada vez que sale a lanzar hay ambiente de juego sin hits ni carreras) y Barry Zito (quién con un contrato de 126 $ debería estar lanzando no-hitters).
Sánchez abrió el juego porque Johnson, quién tenía dolor en su hombro, no pudo, lo cual es una suerte. Luego le tocaron los Padres de San Diego, lo cual es aún más sortario. Cada noche, el manager Bud Black presenta la peor alineación del béisbol, la misma que fue casi asfixiada por Lincecum el jueves en la noche, los Padres han hecho de este tipo de ignominia un hábito. De los 13 no-hitters lanzados desde mayo de 2001, los Padres han recibido 3. En total ellos han sido dejados sin hits 7 veces.
Y no hay que olvidarse de mencionar al catcher de reserva Eli Whiteside, quién había recibido sólo 115.2 innings en Grandes Ligas, él sustituyó a Bengie Molina que debió ausentarse por motivos familiares.
Los eventos coinciden. Un pitcher va al montículo para demostrar algo, buscando la manera de salir del bull pen. Una recta de ¾ dura se conjuga con una slider mordiente y juntas encuentran la zona de strike. Un padre está parado en los alrededores, con un teléfono celular en la mano, gritando que algo grande está ocurriendo. Todavía no había tenido la oportunidad de ver a su muchacho lanzar en la Gran Carpa, había volado desde Puerto Rico para este juego en particular. Y allí estaba Jonathan , lanzando aquella curva que dejó congelado a Everth Cabrera con 2 outs en el noveno, todos en China Basin se abrazan, el lugar es un manicomio.
Muchos pitchers lo han intentado, y pocos han saltado de alegría en los brazos de sus catchers al final del juego, y luego en los de sus compañeros, y luego en los de su padre.
“Esto es un regalo para él”, dijo Sánchez de su padre Sigfredo. “Me siento magnífico”.
Sánchez, quién sufre de las carencias usuales de un joven zurdo de pelota rápida, mecánica irregular, descontrol, boletos, ponchó 11 sin boletos en la victoria 8-0 sobre los Padres. Hizo 110 pitcheos, 77 strikes. Bajo una intensa presión, se mantuvo hasta el final y encontró su punto de partida, pitcheo tras pitcheo, y tuvo el juego de su vida.
Llegó a este juego con marca de 2-8, nunca había lanzado un juego completo. Era un abridor de emergencia, una posible pieza para un cambio que los Gigantes tenían pensado para traer un bate con miras a repotenciar su disminuida ofensiva.
Pero entonces tenía esa recta alrededor de las 95 millas, y la slider rompiendo hacia donde debía. Los bateadores de los Padres se quedaban detrás de la recta y se iban de bruces ante la slider. Kevin Kouzmanoff se ponchó con una slider que le pegó en la pierna. Y mientras los Padres entregaban los outs un par de pelotas murieron en la zona de seguridad, una en el guante del center fielder Aaron Rowand mientras chocaba contra la cerca.
Para entonces, Sánchez había alcanzado su cometido, de la mejor manera posible.
“Quiero ser un abridor”, dijo Sánchez quién había perdido ese privilegio hacía 2 semanas y media. “Me dieron una oportunidad y ya vieron lo que pasó esta noche. Espero que todo marche bien de aquí en adelante”.
La noche fue suya, y debido a esto habrá más. Tal vez este sea el inicio de algo grande, en su cuarta temporada. Porque, se sabe que alguien puede ser muy sortario, pero todavía tiene que salir ahí y lanzar la pelota. Todavía tiene que llegar al final, a un pitcheo de tocar la gloria, y luego terminarlo todo.
“Hice el pitcheo”, dijo Sánchez. “Y lo logré”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
lunes, 13 de julio de 2009
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