viernes, 17 de julio de 2009

Los Bravos de Atlanta retirarán el número de Greg Maddux este viernes

Uno de los grandes lanzadores de todos los tiempos será inmortalizado.

Mark Bowman / MLB.com

Atlanta. Durante los seis años que han transcurrido desde la última vez que Maddux hiciera un pitcheo con los Bravos, su leyenda ha continuado creciendo con los cuentos de cómo su gran intelecto lo ayudó a convertirse en uno de los pitchers más grandes que alguna vez agraciara al juego de béisbol.
“No existió un mejor estudiante del juego”, dijo el coach de bateo de los Bravos Terry Pendleton, quién jugó con Maddux en Atlanta entre 1993 y 1994 además de una fracción de la temporada de 1996.
Pendleton será uno de los presentes en el Atlanta's Omni Hotel de CNN Center, la tarde de este viernes 17 de julio de 2009 para celebrar la inducción de Maddux al Salón de la Fama de los Bravos de Atlanta. Durante una ceremonia previa al juego programada en Turner Field, el cerebral lanzador será inmortalizado cuando los Bravos le rindan homenaje al retirar la camiseta con su número 31.
Ambas ceremonias serán transmitidas por Braves.com.
“Será un gran día”, dijo el manager de los Bravos, Bobby Cox. “Lo estoy esperando”.
Mientras Maddux lanzó en Atlanta ente 1993 y 2003, cada quinto día tenía altas probabilidades de ser un momento número uno para los Bravos. En ese período logró 3 de sus 4 premios Cy Young en la Liga Nacional y estableció marcas vitalicias para el equipo en efectividad (2.63) y porcentaje de juegos ganados (.688).
“Especialmente, con todo lo que ha pasado con el escándalo de los esteroides, el fue el mejor pitcher de nuestra era”, dijo John Smoltz cuando Maddux finalizó su carrera de 355 victorias con su retiro en diciembre. “Él ejemplificó todo lo que está bien respecto al pitcheo”.
Con Smoltz todavía lanzando con los Medias Rojas y Tom Glavine considerando aún la posibilidad de regresar al montículo el año entrante, Maddux se convierte en el primero de los grandes peloteros de Atlanta en los años 90 en ser homenajeado con la inmortalidad.
Él se unirá a Hank Aaron, Warren Spahn, Eddie Matthews, Phil Niekro y Dale Murphy como los únicos Bravos que tienen su número retirado.
En 363 aperturas con los Bravos, Maddux dejó record de 194-88 con efectividad de 2.63 y 61 juegos completos. Durante ese período de 11 temporadas agenció 3 victorias más y alcanzó 116 innings más (Glavine quedó segundo) que cualquier otro pitcher de las Grandes Ligas. Su efectividad quedó solo .03 puntos por detrás de Pedro Martínez, quién lanzó 455,2 innings menos en ese lapso.
En los 89 inicios que hizo en sus primeros 3 años con Atlanta, Maddux dejó marca de 55-18 con 1.90 de efectividad.
“Muchos árbitros me han preguntado, ‘¿Él lanzó un no hit no run alguna vez? ¿Él hizo esto?’ O sólo dicen: ‘Guao. Es increíble’”, dijo el coach de bull pen de los Bravos Eduardo Pérez. “Muchos árbitros novatos estaban muy emocionados de estar detrás del plato cuando él lanzaba”.
Distinguido con el honor de haber recibido más juegos a Maddux (121) que cualquier otro receptor, Pérez aprendió de inmediato que el hecho de servir como su catcher preferido no se limitaba al hecho de proveer la capacidad de recibirlo cada cinco días.
El deseo constante de Maddux de prepararse y analizar a los oponentes permitió a los catchers de respaldo como Pérez, Henry Blanco y Paul Bako tener la oportunidad d e servir como sus catchers específicos por largos períodos.
“Le recibí por 2 años, por dos años tuve que recibir cada apertura de él”, dijo Bako quién jugó en Atlanta en 2000 y 2001. “Fue muy especial”.
En vez de tener el bate de Javy López en la alineación mientras él estaba lanzando, Maddux se sentía más confortable lanzándole a un catcher que había pasado los cuatro días previos analizando con él las fortalezas, debilidades y tendencias de los rivales.
“Quería que sus catchers estuvieran en la misma página que él”, dijo Pérez. “Para hacer eso tenías que estar con él en el dugout, viendo los bateadores, observando a los otros pitchers lanzar y todos esos detalles. Siempre quería saber que estaba pensando en ciertas situaciones”.
“Me preguntaba como le quería lanzar a determinado bateador, cuando le respondía, decía, ‘No, vamos a lanzarle de esta forma, por esto, esto y esto’. Hacía preguntas sobre como le íbamos a lanzar a este tipo si ese otro tipo estaba embasado, o como le lanzaríamos en los innings finales”.
Apoyando la tesis de Chipper Jones de que el analítico Maddux disfrutaría debatiendo si el cielo estaba completamente azul, Pérez agregó, “Siempre esperaba que dijera algo diferente de lo que yo decía. Si yo quería decir algo de algún bateador, siempre me preparaba para una respuesta contraria de su parte”.
El antíguo coach de pitcheo de los Bravos, Leo Mazzone, siempre hablaba del día que Maddux le refirió de su teoría relacionada a que cualquier elevado que permaneciera en el aire por más de 7 segundos debía ser capturado por un jardinero.
Esa era sólo una de muchas historias que ilustraba al proceso de pensamiento de Maddux como algo completamente distinto al de cualquier otro pitcher. Pendleton recuerda un juego en Cincinnati, en el cual se acercó al montículo, porque Maddux insistía en lanzarle sliders a Aaron Boone y este se mantenía con vida dándole fouls.
“Fui al montículo y le dije, ‘Doggie, tú sabes que lo puedes dominar si le lanzas la sinker abajo y adentro”, dijo Pendleton. “Me respondió, ‘TP, si eso lo sé, pero estoy guardando ese recurso para cuando de verdad necesite sacarlo out con algunos corredores en base’”.
“Siempre estaba 2 o 3 lanzamientos adelantado”, dijo Pendleton. “Era diferente en la forma como asumía su trabajo. Eso era parte de la razón por la cual era tan exitoso. La otra razón era que podía lanzar una recta dondequiera que la necesitaba”.
Con la octava mejor marca de juegos ganados en la historia de las Grandes Ligas, Maddux siempre será recordado al lado de los otros grandes pitchers del juego. Pero aquellos que tuvieron el gran placer de jugar detrás de él y beneficiarse del gran conocimiento que él poseía en referencia a las tendencias de los pitchers rivales, siempre reconocerán que su grandeza también incluía su rol como compañero.
“Él hizo el juego más fácil para muchos de nosotros”, dijo Pendleton.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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