Jeff Pearlman
Por casi 30 años las cintas permanecieron en su gaveta, la segunda de abajo a la derecha. Cada cierto tiempo Marty Appel pensaba en escucharlas, sobre revisitar el encanto y la tensión y lo extraordinario y la seriedad pero más que todo el dolor. “Pienso que hace años escuché una, por sólo unos segundos”, dijo Appel. “Pero eso fue todo”.
En 1977, Appel empezó a trabajar en un proyecto literario llamado: Munson, la autobiografía de Thurman Munson, el catcher Yanqui. Appel tenía 9 años como director de relaciones públicas del equipo. Tenía 29 años y empezaba en el oficio de escribir libros. Cuando se le acercó al rudo receptor con la idea de una actividad literaria, Munson estuvo de acuerdo, pero con la condición de que se dijeran muy pocas cosas de su vida.
“Fue difícil”, dijo Appel. “Thurman era un gran tipo, pero no quería ninguna controversia, no quería dar detalles de su procedencia ni de su juventud. Por un lado estaba feliz de publicar el libro, por el otro había serias debilidades”.
Cuando Munson falleció en un accidente aereo, a los 32 años el 02 de agosto de 1979, Appel junto a toda la ciudad de Nueva York estaba alterado, paralizado. Al llegar al funeral en Canton, Ohio, fue abrazado con mucho sentimiento por la viuda de Thurman, Diana. “Quiero que sepas lo mucho que significa para nosotros ese libro que hiciste con Thurman”, le dijo ella. “Siempre lo tendremos”.
Treinta años.
El funeral empezó y terminó.
Treinta años.
Los Yanquis tuvieron nuevos catchers, Brad Gulden, Rick Cerone, Butch Wynagar, Joel Skinner, Mike Figga, Joe Girardi, Jorge Posada ....
Jimmy Carter era presidente. Luego Ronald Reagan. Luego George H.W. Bush. Luego Bill Clinton. Luego George W. Bush. Luego Barack Obama...
Los compañeros de Munson envejecieron, encanecieron y se arrugaron. El jugador más íntimo de Munson, Bobby Murcer, falleció el verano pasado.
Las cintas esperaban. Esperaban. Esperaban.
Un día, hace dos años, Appel decidió que había llegado el momento. Abrió la segunda gaveta de la derecha y sacó las cintas, 12 en total. El sonido de la voz de Munson, vibrante, joven, viva, lo impresionó. Para los medios de Nueva York que cubrían el Zoológico del Bronx a finales de los años 70, Munson era a menudo un tipo irritable y difícil. Podía ser rudo, indiferente y combativo. Una vez al recibir un par de muñequeras de un aficionado, Munson se volteó hacia los que lo rodeaban y gritó: “¿Para que carajo necesito esto?”
Appel siempre ha reconocido la inseguridad escondida tras los arranques emocionales. En aquellos tiempos, los Yanquis eran un territorio de insanidad, Reggie Jackson peleando con Billy Martin, George Steinbrenner amenazando con despedir a todo el mundo. “Thurman nunca se sintió a gusto con eso”, dijo Appel. “Él era el capitán, pero todo lo que quería era ser un jugador, no alguien a quién le pidieran comentar sobre cada detalle de lo que ocurría en el dugout o el terreno. Él se sentía incómodo ante los medios. Pero no era un mal hombre”.
Esto queda bien claro en el último libro de Appel: “Munson. La vida y la época de un Capitán Yanqui”. Un trabajo más significativo, completo y mejor escrito que el original, Munson debe calificar como el mejor libro de béisbol de este verano. En contraposición al nivel superficial del original, este Munson lleva al lector hasta la difícil juventud de Munson en Canton, donde fue criado por un padre indiferente e imposible de complacer quién se burlaba de los logros beisboleros de su hijo y sentía un placer perverso al señalar sus debilidades. “Thurman no quería hablar de esas cosas”, dijo Appel. “Lo entendí. Pero el tiempo ha pasado”.
Debido a que fue un testigo de primera fila en la carrera de Grandes Ligas de Munson, Appel se incluye ocasionalmente en la narrativa y funciona de maravillas. Aunque puede carecer de la calidad literaria de Mark Kriegel, Leigh Montville o Jonathan Eig, tres de los grandes biografos deportivos de esta era, Appel, como una vez lo hizo Munson, compensa cualquier debilidad con tenacidad e intensidad. Entrevistó a mas de 150 personas para el libro, encontró miembros de la familia difíciles de hallar, amigos de la niñez y compañeros olvidados (¿Qué es de tu vida Tippy Martínez?)
Para llegar a las fibras más sensibles, Appel recrea una mirada paso a paso, momento a momento de los minutos finales de Munson, cuando la Cessna Citation que pilotaba (Munson tenía licencia de piloto) se estrelló en el aeropuerto regional de Akron-Canton. El lector llega a la dolorosa conclusión de que el accidente fue responsabilidad de Munson, pero también al conocimiento de que un hombre murió haciendo lo que más le gustaba. “Leí el libro cuatro veces hasta que estuve listo para publicar”, dijo Appel. “Hubo ciertas partes donde, los ojos se me anegaban de lágrimas. Por una parte parece que todo ocurrió hace una eternidad. Por la otra, parece que fue ayer. Su muerte se quedó ahí”.
En esta era moderna de las Grandes Ligas, con drogas de alto rendimiento, y logotipos corporativos y piscinas en el outfield, es fácil olvidar que los Yanquis una vez tuvieron al anti-Jeter como capitán. Esa imagen de hace tanto tiempo significa muy poco. Algunas veces es bueno recordar.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
sábado, 18 de julio de 2009
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