Vidal López: Un ídolo que se apaga.
Se cansó de ganar juegos en Puerto Rico, Cuba y México
Su promedio jamás bajó de los .300
Rolando Williams
La campaña de béisbol profesional de 1965 comienza. En las tribunas discuten sobre la calidad bateadora de Luis García, del Magallanes, mientras otros consideran a Victor Davalillo, como un hiteador más natural. Teolindo Acosta o Benítez Redondo no son olvidados en la procura de conseguir uno que cale con firmeza en el sentir de las mayorías. Nosotros oímos y a la hora de emitir nuestra opinión nos pronunciamos por Vidal López. La tertulia se prolonga, sin llegar a ningún acuerdo, solamente sabemos en claro que, Vidal junto a “Camaleón” García fueron los más fuertes empujadores de todos.
Vidal López es de los deportistas con carta de presentación propia. Nació en Rio Chico en el año 1918. Desde muy niño se dedicó a las prácticas de pelota sabanera, en las cuales su figura agigantada y su fuerte poder para chocar la bola, le hicieron fama entre los chiquillos del terruño. A los nueve años se trasladó a Caracas en compañía de sus familiares. Desde su arribo formó filas en el Valdespino infantil de Blanco Chataing. Vidal medía más de lo estipulado por la categoría. Su paso por el conjunto fue relativamente fugaz. Concluidos los primeros meses, se hizo necesario su ascenso al juvenil. Estaba sobrado de lote. Sus batazos eran muy fuertes y su brazo peligroso para sus compañeros.
Debutó en el juvenil vistiendo el uniforme del “Central BBC”. No fue distinta su actuación, sin embargo tuvo que guapear, porque la estatura de los jugadores era similar. Su desempeño fue sensacional. Pulió sus conocimientos donde el béisbol era fuerte. Entonces no existía profesionalismo, los ascensos se hacían escalando a segunda y primera categoría. Para el año 1936 defendía al Juan Bimba de primera división. Igual que en anteriores oportunidades, bateó, jugó y pitcheó al agrado del público. El conjunto era del coronel Gonzalo Gómez y defendía a la ciudad de Maracay. Un sueldo de 300 bolivares fue asignado a Vidal López. Para esa época, era de los mejorcito. Su estadía duro poco. Pasó al Vargas donde rindió una enormidad. Bateó sobre .500 puntos, promedio que en aquellos tiempos no era inalcanzable, se jugaba semanalmente, el campeonato consistía de pocos encuentros.
A todas estas, su nombre empezaba a ser conocido y requerido en el exterior. Cuba y Puerto Rico se mostraban animosos tras la fama de Vidal. Los dueños del Caguas de Puerto Rico lo contrataron para le temporada de 1940. Al principio dudó mucho en aceptar. La alternativa era quedarse vacante en Venezuela. La tentación de probar suerte en otras plazas inclinó al muchacho de Barlovento a viajar. Su debut con el Caguas fue todo un acontecimiento. Precedido de fama, Vidal repartió leña a diestra y siniestra. Lanzó como los grandes y el nombre deportivo de Venezuela quedó bien parado. Bateando, se erigió en el terror de los lanzadores. Pese a llegar con retardo, terminó sobre los .300 puntos y conectó una decena de cuadrangulares. Vidal recuerda haber enfrentado al gran Satchel Paige, en ese momento todo un señor del box. Sus curvas eran inmensas y se daba el lujo de pronosticar el resultado de sus juegos. Su bola rápida era asombrosa, sin embargo Vidal salió bien librado, al batearle de manera sobresaliente las veces que le enfrentó.
Joseíto Rodríguez quién se encontraba cumpliendo una gira con una selección de estrellas cubanas, quedó impresionado por la forma de jugar del criollo y le firmó un contrato junto a Carlos Terremoto Ascanio para defender los colores del Cienfuegos. Ascanio y Vidal se desempeñaron en plan grande. El bateo de Ascanio se hizo sentir luego de un largo slump, del cual resultó víctima Martín Dihigo. Ascanio le soltó dos triples y un jonrón. Con la desbandada de Ascanio la representación criolla en el país de la “rumba” estuvo en su apogeo. Vidal pitcheaba y su record ascendía paulatinamente. Toda la temporada su nombre apareció arriba en las estadísticas de pitcheo. Al final de la temporada su nombre aparecía como uno de los mejores paleadores con promedio de .290. Despachó 8 cuadrangulares y se anotó 10 victorias por 11 de Martín Dihigo. Fue declarado el más sobresaliente jugador extranjero que actuó en ese año. A raíz de esa actuación fueron declarados profesionales Carlos Ascanio, Alejandro Carrasquel y Vidal López, únicos criollos que trabajaban en el exterior.
Al regresar a Venezuela en 1940, firmó con el Magallanes de primera división. Todos querían ver los progresos obtenidos en los países vecinos. No los defraudó. Alternó como siempre en los jardines y en la caja de pitcheo.
Su bateo fue astronómico pues una vez más sobrepasó los .300 puntos. Al finalizar la campaña tenía contrato en Puerto Rico. En esta ocasión el equipo de Santurce requería de sus servicios. Este viaje marcaba su tercera incursión. Su desempeño al lado de peloteros de la tala de Joshua Gibson, Talua Dandridge, Monte Irvin, Johnny Mize, Buck Leonard, Perucho Cepeda (padre de Peruchín), Terry McDuffie, Davenport y otros, fue nota resaltante de la temporada borícua.
Bateó nuevamente sobre la ansiada marca y conectó 14 bambinazos. Hizo batería con “Trucutú” Gibson, de él guardó Vidal los más cálidos elogios. En una ocasión marcaron un record difícil de batir en el béisbol de la isla. En partido que perdieron con score de 20 por 19, Talua Dandridge, Gibson y Vidal batearon 8 jonrones. El nuestro y Gibson batearon 3 cada uno, el resto fue de Dandridge.
Su actuación fue catalogada de sensacional y pese a la calidad de importados que minaron ese béisbol, Vidal fue considerado entre los más destacados y de los 3 más útiles.
Su llegada fue motivo de júbilo para los fanáticos magallaneros, quienes tenían en Vidal a su principal ídolo. En la contienda de 1942 volvió a brillar. Derrochó coraje y se soltó a batear. Terminó la campaña sobre el potro de los .300 y lanzó primores. Su permanencia en el club marino alcanzó hasta 1955. Entregó sus mejores días. Coleccionó 32 cuadrangulares, 252 carreras empujadas y conectó para .307 de por vida.
En el 43, Vidal empezó a vivir su mejor época en el béisbol. Su rol de estelar en México lo convirtió en uno de los mejores peloteros que haya jugado en tierra azteca. Fue contratado para jugar con el Monterrey bajo indicación de Lázaro Salazar, conocido como el “príncipe de Belén”. Jugó durante cuatro temporadas en las cuales dejó records imbatibles. Se convirtió en ídolo de los fanáticos mexicanos, en tiempos cuando Joe Pasquel hacía de la pelota en ese país, la concentración más grande de estrellas del Caribe. Figuras cubanas, borícuas y norteamericanas desfilaron por los diamantes de México.
Las figuras de Vidal López y Alejandro Carrasquel, eran toda nuestra delegación pero brillaban a la par de contingentes más numerosos. En su primera presentación ante el exigente público “manito”, bateó para .360 con 16 jonrones y logrando nada menos que 17 victorias desde el montículo. Además ganó el título de mejor lanzador por efectividad, segundo mejor jonronero y tercero entre los bateadores del certamen. Con esta demostración se convirtió en un seguro competidor para la próxima temporada. En su segundo año repitió su campaña anterior. Ganó 15 juegos y bateó sobre los .300, además de largar 19 cuadrangulares. Figuró entre los tres mejores lanzadores, detrás de Agapito Mayor que ganó 20 y Martín Dihigo con 16. Empató con Salvador Hernández en el liderato de cuadrangulares.
En los años restantes Vidal consolidó su prestigio, al batear en ambas ocasiones sobre los .300. En el primero de los dos ganó 10 juegos y despachó 12 vuelacercas. El segundo fue el definitivo en su carrera como lanzador. En partido frente a Veracruz, jugaba en el left field. En el séptimo inning se embasaron los tres primeros bateadores. Lázaro en un esfuerzo por contener la arremetida, llamó a Vidal. Desde el comienzo del encuentro le había insinuado a su manager que tenía dolores en el brazo de lanzar. Acudió a la cita, se enfrentó a los poderosos toleteros, Talua Dandridge, quién para la mayoría de los expertos es el campocorto del equipo negro de todos los tiempos; Ramón Bragaña, conceptuado por los críticos y conocedores de la pelota cubiche como uno de sus máximos exponentes; y Roy Partlow, figura legendaria que combinaba el pitcheo y el bateo de manera excepcional, Partlow aparece, además, en el roster de las estrellas negras de todos los tiempos. Vidal abanicó a Dandridge y a Bragaña, mientras que el fuerte Partlow salió con inofensivo rodado a sus manos. La explosión en las gradas no se hizo esperar, pero cabizbajo y con un rictus de dolor, el criollo se metió en el dugout del Monterrey. Lázaro observó y auscultó a Vidal. Su traslado a Estados Unidos para operarse era un hecho. Sin embargo Vidal prefirió tratarse en su país. Fue un gran error y hoy en día lo reconoce.
Sus restantes campañas en Venezuela fueron a fuerza de leña limpia. Los Navegantes del Magallanes tuvieron en su alineación a peloteros de la talla de: Jim Pendleton, Mc Duffie, “Gaucho” Davis, H. McHenry, Walter Fialla, Monteiro, Luis García, Joe Black, Lloyd Davenport, Pete Coscarat, Clem Labine, Melvin Himes, Quincey Trouppe y el mismo Lázaro Salazar, quién compartía las posiciones de pitcher, primera base y outfielder, sin embargo, la estrella de toda su carrera como equipo, la constituyó el muchacho de Barlovento, Vidal López.
Hoy en día Vidal se encuentra relegado en el anonimato. Su peso, amigo de poder en otros tiempos, es hoy en día lo que lo sumerge en un lecho. Su equipo de toda la vida, el Magallanes, al que dedicó todos sus esfuerzos, lo tiene olvidado. En la mente del fanático golpean estas preguntas: ¿Dónde está el dinero que dejó el homenaje a Vidal López? ¿Por qué no se investiga su paradero? ¿Cuántos y quienes están enredados en ese asunto? ¿La Asociación de aquel entonces que cuentas presentó de lo regalado al de Barlovento? ¿Y será verdad lo que se dice de préstamos concedidos con lo recaudado, por parte de los integrantes de dicha Asociación?
Transcripción: Alfonso L. Tusa C.
jueves, 30 de julio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario