martes, 25 de agosto de 2009

Lo que se extraña del béisbol (II)

Los juegos diurnos en la Serie Mundial

Ha pasado un cuarto de siglo desde la última vez que alguien hizo el primer lanzamiento de una Serie Mundial en un partido jugado al aire libre y bajo luz solar. Eso es muy triste. Los equipos de béisbol necesitan su momento bajo el sol.
El deporte lo tiene todo, pero perdió una generación de aficionados debido a las tardías horas de inicio de los juegos. El primer juego de la Serie Mundial de 1967 empezó a la una de la tarde de un miércoles. Ese juego lo vieron más de 40 millones de televidentes. El tercer juego de la Serie Mundial de 2008, comenzó a las 10:06 de la noche de un domingo y terminó a la 1:47 am del lunes, lo vieron 7.3 millones de televidentes.
Claro, había una cruel ironía cuando luego de vivir sufrir todo un verano con tu equipo, estabas en la escuela a la hora que el árbitro gritaba “Play ball” para iniciar el primer juego. Pero había algo de imaginación rebelde que te llevaba a fingir gripes o fiebres para irte a casa a ver el juego.
A pesar de ser una noche de semana y al día siguiente debía ir a la escuela, mi mamá me dejó ver todos los outs del primer juego de la Serie Mundial de 1982 y por supuesto mis Cerveceros ganaron 10-0. Pero cuando el segundo juego se extendió hasta tarde, tuve que irme a dormir con los Cerveceros ganando 4-2 en el sexto inning, al dia siguiente me levante con el horror de enterarme que habían desperdiciado la ventaja y perdieron 5-4. Estaba seguro, de que si hubiera visto el juego, lo Cerveceros se hubiesen puesto 2-0 en la serie. En vez de eso la perdieron en 7 juegos.
Por lo menos en aquellos días los juegos de los sábados y domingos empezaban a las 2 pm y terminaban justa antes de la cena. Eso creaba otro efecto memorable: las sombras otoñales de los últimos innings. Desde la atrapada de Willie Mays al perfecto de Don Larsen, al jonrón de Bill Mazeroski, algunos de los momentos más representativos de las Series Mundiales ocurrieron cuando las sombras invadían el terreno por primera base como si el hombre del invierno intentara robarse unos segundos.

Rob Peterson

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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