viernes, 30 de octubre de 2009

Preguntas y respuestas con Benny DiStefano

David Laurila

El lugar de Benny DiStefano en el béisbol es único en más de una forma. Actualmente es el coach de bateo de los White Caps de White Michigan, el equipo de Clase A débil de los Tigres de Detroit. DiStefano, de 47 años, es afable, un instructor muy efectivo con sus alumnos, y el autor de dos logros olvidados pero notables durante su carrera como jugador activo. Principalmente un jardinero-inicialista de reserva en sus primeras cinco temporadas con los Piratas y los Astros, DiStefano ha sido el último catcher zurdo en aparecer en un juego de Grandes Ligas luego de participar en tres partidos detrás del plato para Pittsburgh en 1989. Un bateador de .228 de por vida, quién sólo bateó 25 extrabases, también despachó un triple en su primer turno al bate en Grandes Ligas. Esto lo convierte en uno de sólo 29 peloteros que ha alcanzado este logro desde 1955. En comparación, 66 de más de 7200 peloteros que han debutado en la Gran Carpa desde ese año han jonroneado en su primera aparición al plato. DiStefano habló de su corta pero interesante carrera como jugador activo, y de como Dios, la comida y el agua lo llevaron al rango de coach.

David Laurila: ¿Cómo describirías tu carrera como jugador activo?
Benny DiStefano: Jugué cinco temporadas en las Grandes Ligas, creo que fui más que un jugador de reserva. Llegué a la Gran Carpa después de una corta carrera en las Ligas Menores. Cuando llegué allí, era muy inmaduro mentalmente y no entendía lo que hacía falta para ser un grande liga en ese momento, por eso necesité un tiempo para hacer los ajustes, por lo que me enviaron a Triple A. Lo que ocurre es que a veces te quedas atrapado en el medio, luché por mi regreso a las Grandes Ligas, y al final de 12 años de carrera, cinco de ellas en las Grandes Ligas, me siento muy afortunado. Es agradable estar de vuelta en el béisbol profesional, como coach. Agradezco todo lo que el juego me ha dado.
DL: ¿Hay alguién en particular que te ayudó a madurar, o es algo que lograste principalmente por tu cuenta?
BD: Había varios coaches muy buenos que te deban información. Estaba Tommy Sandt quién fue coach en las Grandes Ligas por 15 años. Jugué para Jim Leyland 4 años y estaba Chuck Tanner. Jugué para algunos coaches y managers muy buenos, ellos te dan la información, pero es tu responsabilidad lo que quieras hacer con esa información una vez que la guardas en el cerebro. Alguna gente madura un poco antes que otra, algunos lo hacen algo después. Pero el trabajo de los coaches es darte la información y los recursos para que seas el mejor jugador y ser humano posible, lo demás depende de tí.
DL: Tu logro más famoso, es que jugaste tres juegos detrás del plato, y eres el último receptor zurdo en aparecer en un juego de Grandes Ligas ¿Cómo ocurrió eso?
BD: En 1988, Ray Miller, Neil Heaton, y yo estábamos en un aeropuerto en Filadelfia. Antes de subir al avión Ray Miller me preguntó porque no había catchers zurdos en Grandes Ligas. Pensé que estaba echando broma, pero lo que hacía, me parece, era plantar la semilla para darme la oportunidad de aumentar mi versatilidad. Normalmente el tercer catcher es un utility del infield, ese año en los Piratas, nuestro utilility del infield era Rafael Belliard. Era un gran pelotero, pero muy pequeño, por eso me preguntaron si quería la oportunidad, y empezaron a dejarme recibir en el bull pen. Me enviaron a la Liga Instruccional para que aprendiera como catchear, y en 1989 hice el equipo como bateador emergente, primera base, jardinero, tercer catcher. En 1989, la nómina de los equipos de Grandes Ligas bajó de 24 a 25 peloteros, por lo que todos tenían algo adicional que hacer, eso ayudó a mantenerme en las Grandes Ligas
DL: ¿Eras un buen catcher?
BD: Si, después que aprendí. Tenía un brazo fuerte y buenas manos. Joe Ionetta, uno de los instructores de los Piratas, trabajó conmigo todos los días en la Liga Instruccional. Así que sí, era adecuado. Para mi responsabilidad, creo que hice un buen trabajo.
DL: Si ocuparas una posición donde tuvieras que tomar decisiones ¿estarías dispuesto a emplear un catcher zurdo?
BD: Hace unos días hablaba con un amigo en South Bend, Indiana. El nombre del caballero es Mike Berger, él es el director de las granjas de los DiamondBacks de Arizona. Acaba de asumir ese cargo. Hablamos de eso, y si se está en la situación apropiada, pienso que sería una buena idea tener un catcher de reserva zurdo. Sólo lo usarías en situaciones de emergencia, eso te da la oportunidad de tener otro bate zurdo, sì el club anda en busca de eso. Simplemente hace falta que sea el tipo adecuado. Tiene que tener buenas manos y brazo fuerte, y el deseo de fajarse detrás del plato.
DL: Igual de notable es el hecho de que batearas un triple en tu primer turno en las Grandes Ligas ¿Qué recuerdas haber pensado mientras te parabas en tercera base?
BD: Cuando miras hacia ciertas etapas de tu carrera, es como si hubieran ocurrido ayer, y esa definitivamente es una de ellas, es uno de mis momentos inolvidables. Fue mi primer turno al bate, mis padres y mi hermana estaban en el estadio. Tenía 22 años, y ocurrió ante una recta de Pete Falcone en conteo de 2-0. La pegué de la pared y fue triple, en ese momento pensaba “Aaagh, un poquito más y hubiera bateado un jonrón en mi primer turno al bate”. Era justo un sentimiento increíble; estaba en el éxtasis total, con sólo un turno al bate ya pertenecía al libro de records.
DL: ¿En que momento entendiste que batear un triple en tu primer turno era más raro que batear un jonrón?
BD: Después, cuando empecé a hablar de eso con otros peloteros, coaches y periodistas, de cómo los triples son más difíciles de batear que los jonrones. Pero sea sencillo, doble, triple y hasta jonrón , tener la oportunidad de jugar en Grandes Ligas y hacer algo como eso en tu primer turno al bate, es algo que siempre atesorarás y nunca olvidarás.
DL: ¿Qué recuerdas de tu primer jonrón?
BD: Fue como emergente ante Larry Andersen, quién tenía 12 o 13 años de experiencia en Grandes Ligas. Estábamos en el Veteran’s Stadium de Filadelfia, fue un jonrón de dos carreras en el octavo o el noveno inning. Sabía que le había dado bien a la pelota, empecé a correr hacia primera base…fue una línea pegada a la raya de cal, sólo curveó hacia territorio bueno sobre la cerca. Mientras corría, pensaba ‘¡Bateé un jonrón en las Grandes Ligas!’ Tienes muchas primeras veces en las Grandes Ligas, todas son nuevas experiencias. Cosas que nunca tuviste oportunidad de experimentar en el pasado.
DL: De acuerdo a retrosheet.org, Len Matuszek, de los Filis se rompió dos nudillos y se dislocó un dedo con una pelota bateada de foul, en el inning siguiente ¿Recuerdas eso?
BD: No. Pero una cosa sorprendente que recuerdo es que en 1988 o 1989 en Veteran’s Stadium, ganábamos 10-0 en el primer o segundo inning y terminamos perdiendo. Steve Jeltz bateó jonrones desde ambos lados del plato contra nosotros. Jeltz era un utility del infield, pequeño, cuando alguién como él hace eso… Eso fue único.
DL: Una vez tuviste dos imparables en un inning incluyendo un grand slam.
BD: Sí, en Montreal. Abrí el noveno episodio ante Jeff Reardon y bateé sencillo sobre el short stop. Lo próximo que recuerdo es que estaba en el plato de nuevo en el mismo inning. Las bases estaban llenas y vine a batear frente a Bob James, quién era un buen pitcher con una buena recta. Todo lo que recuerdo es que pensaba ‘Mira la pelota y bateala”. Montreal era un sitio difícil para batear jonrones, pero me lanzó una recta en el medio, le dí bien y terminó fuera del parque. Lo más memorable de eso es que el día siguiente Willie Stargell me llamó y me felicitó. Cosas como esa, nunca las olvidas. Hay mucha diversión y memorias que se mezclan con episodios como ese.
DL: Bateaste el último imparable de tu carrera como miembro de los Astros de Houston, e irónicamente fue contra tu antíguo equipo, los Piratas.
BD: Si, fue contra Doug Drabek en el Astrodome en 1992. Sabía que iban a realizar un movimiento en el roster y tenía el presentimiento de que yo pudiera estar involucrado. Fue justo antes de que saliéramos de gira por la costa Oeste, salí de emergente contra Drabek, me lanzó una recta en cuenta de 3 y 2 y le bateé un foul. Luego me lanzó una curva, me senté a esperarla y solté una línea fuera del alcance del guante de Orlando Merced en primera base.
DL: Para ese momento ¿llegaste a imaginar que ese podría haber sido tu último imparable?
BD: No. Pensaba que me quedaba un poco más de tiempo, el año siguiente nació mi hijo y acababa de cumplir 31 años, yo era un jugador de reserva, y es duro ir de acá para allá saltando de equipo en equipo, porque siempre están subiendo peloteros jóvenes, es un juego de jóvenes. A menos que estés establecido y seas un muy buen jugador regular, es difícil mantenerse. Pero cuando miro hacia atrás, aunque tenía sólo 31 años, sé cuan afortunado fui de haberme puesto un uniforme y haber hecho algo que me gustaba por cierto período de tiempo.
DL: ¿Qué te trajo de vuelta al béisbol y a la responsabilidad de coachear?
BD: Mi hijo. Estuve fuera del béisbol por 12 años y nunca había pensado en coachear. Mi hijo tenía 11 años y medio para ese momento, y yo había estado en contacto con Jeff Wilpon de los Mets de Nueva York, quién es el Gerente General allí. Habíamos jugado juntos béisbol colegial de verano y manteníamos una gran amistad, hablaba con él y me preguntó si estaba interesado en regresar al béisbol. Al principio le dije que no, porque mi prioridad era estar pendiente de mi hijo, mi familia y todo lo demás. Le mostré el e-mail a mi hijo y le dije: ‘Ben si tratara de regresar al béisbol, te extrañaría mucho ¿Qué me haría sin ti?’ Él se volteó y me dijo: ‘Todo lo que necesito es a Dios, agua y comida”. Un hombre de 11 años y medio me dijo eso y me dije a mí mismo: ‘Guao’. Le pregunté si lo decía en serio y me dijo que si. Pensé en eso y le pregunté a mi esposa. Inicialmente me dijo que no. Pero luego pensó en eso por una semana, y habló con Xavier Hernández, quién es otro ex jugador de Grandes Ligas que trabaja como coach, y con su esposa. Me dije que debía al menos probar. No estaba preparado para la respuesta de ambos. Mi hermana había fallecido hacía seis meses, y pensaba en que iba a hacer con el próximo tercio de mi vida. Para ese tiempo tenía 44 años y decidí que quería hacer algo que me apasionara. Vivo en Houston desde que jugué para los Astros. Fui a Dallas para las reuniones de invierno. Allí ví a mucha gente que no había visto en años. Uno de ellos fue Dan Lunetta, quién es el Director de Ligas Menores aquí con los Tigres. Fui a una entrevista con los Mets y luego me reuní con Dan y Glen Ezell, quienes también me entrevistaron. Ellos me ofrecieron una posición antes que los Mets lo hicieran, desde entonces estoy aquí, trabajando con los bateadores.
DL: Toby Harrah, es el coordinador de bateo de ligas menores aquí con la organización de los Tigres ¿Cómo describirías a Toby?
BD: Increíble. Si sigues el béisbol, sabes que Toby Harrah fue un nombre importante cuando jugaba, he aprendido mucho de bateo con él. Todo lo que sé de béisbol y bateo, se lo debo a él. Es una enciclopedia ambulante. Es un profesor del juego que trabaja mucho con los instructores jóvenes y los peloteros novatos, él es una inspiración. Te motiva con la forma como habla de las cosas. Su conocimiento no es segundo de nadie, es uno de los mejores instructores con los que he trabajado. Soy muy afortunado como coach de tenerlo como mi coordinador de bateo. Una vez que empieza, puedes ver el fuego en sus ojos y la intensidad y la pasión con que enseña. Si hablas con personas que viven el béisbol, sentirás esa pasión y compromiso, junto a la fé en lo que creen. Él tiene eso. Toby es algo más.
DL: De acuerdo a uno de los peloteros con los que has trabajado, Jasper Wells, tienes una gran personalidad. En una entrevista con Lisa Winston de MiLB.com, Wells dijo de ti: “Él es muy original. Hace varios efectos de sonido mientras bateas”, ¿Eso es verdad?
BD: Más allá de ser un instructor de bateo, soy una persona muy apasionada. Si ellos están bateando, les digo “Es hora de hacer swing”, todo el tiempo. Y grito : “Booom”. Pienso que es muy importante para los coaches relacionarse con sus jugadores, ya sea a través de alguna emoción, o no siempre a través de efectos de sonido, puede ser hablándoles para comunicarles tus sentimientos. Si un pelotero sabe que crees en él, y él confía en tí, siempre obtendrás lo mejor de él. Muchas veces hago chistes, y me río de mí. Lo que mucha gente ignora de este juego es lo duro que es. Es una lidia diaria y puede llegar a afectarte los nervios. Trabajamos con estos jóvenes 12 horas diarias, estamos con ellos más que sus familias. Hablamos de 25 individuos diferentes, además del cuerpo técnico, el masajista, el utilero. Por eso algunas veces hay que hacer cosas sorpresivas para romper la rutina. Es bueno tener sonrisas en tu entorno.
DL: Hablando de algo más serio, resultaste lesionado en una pelea en el campo de juego hace dos años. ¿Qué pasó?
BD: Fue una situación donde un bateador se fue al montículo, fui a desapartarlo, y vino un novato de Lansing, se metió en el tumulto y lanzó un golpe. Salí impactado en el lugar menos indicado. Aún así, fui muy afortunado, pudo haber sido mucho peor. Tengo que reconocer lo bien que la organización de Detroit trató el caso. Dave Dombrowski, nuestro gerente general, me llamó. Todos estaban pendientes de mí. Hablando de cosas graciosas y extrañas, Toby Harrah estaba en el estadio cuando ocurrió la pelea. El hueso zigomático está entre el malar y el oído, es un pequeño puente donde la mandíbula se conecta entre el cerebro y el hueso que lo rodea, ese hueso se rompió. Tenía un pedazo de grama como de un cuarto de pulgada en la cabeza. Mientras estaba sentado en el dugout, Toby empezó a reirse de mí. Ninguno de los dos sabíamos lo grave de la lesión. Lo veo y me rio de mí. Pero pienso “Esto no está bien”. Hacíamos chistes, no estábamos pendientes de la seriedad de lo ocurrido. Esa es la camaradería en el béisbol; te gusta divertirte con los demás. Pero una vez que Toby supo que yo estaba realmente lesionado, obviamente estaba más preocupado. Siempre tratas de alejarte de algo que no siempre es positivo. Porque pasar por días difíciles es algo que le pasará a todos en este juego.
DL: ¿Algún pensamiento final?
BD: A los verdaderos seguidores del béisbol les quiero decir que esos jóvenes peloteros salen todos los días a dar lo mejor de sí. Muchos aficionados ignoran el tipo de esfuerzo por el que pasan estos muchachos durante siete días a la semana. Se levantan y alzan pesas dos o tres veces semanales, y se ejercitan, tratan de hacer ajustes en su juego, juegan y tratan de mejorar. Es muy, muy duro mentalmente a medida que vas subiendo de categorías, porque toma un buen tiempo llegar a las Grandes Ligas. Para llegar a las mayores, o Triple A o Doble A… para jugar béisbol profesional, estos muchachos son atletas muy especiales. Deben ser respetados por lo que logran, aún si no logran su meta principal, porque trabajan muy duro para llegar donde están. Este juego es divertido, pero hay que trabajar duro. Créanme, lo sé.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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