Desde que Luis Blasini designara al Almirante como manager del Magallanes para la temporada 2009-1010, sentí que empezaban a enderezarse los instrumentos de navegación del Barco. Hacía falta alguien quien para empezar sintiera el significado de la camiseta.
Desde sus inicios con los Navegantes, Carlos García siempre empujaba al equipo desde el dugout, desde la segunda base, desde los primeros turnos de la alineación, desde un asiento que improvisaba al lado del manager de turno, en medio de la transición de aquel Magallanes de mediados de los ochenta hacia el equipo que ganó tres títulos en cuatro años. A mí particularmente se me quedó grabada la acción del cierre del noveno episodio de aquel sexto enfrentamiento de la primera final entre Caracas y Magallanes cuando el Almirante abrió con doblete y con su arrojo y determinación llegó hasta tercera alterando la estrategia defensiva caraquista para luego venirse al plato con un elevado al jardín izquierdo corto que galvanizó una victoria cardíaca con el deslizamiento en el plato y todo el equipo volcado sobre él en el hogar del José Bernardo Pérez.
Al momento del nombramiento se escucharon voces en discordia porque: “el Almirante carecía de experiencia como dirigente”, “que esta liga era muy exigente”, “que iban a seguir los tropiezos”. Sin embargo Carlos García tenía experiencia como coach de Grandes Ligas con los Marineros de Seattle (2005-2007) y también como instructor de infielders y coach de primera base con los Piratas de Pittsburgh (2008-2009). Además de que tuvo la iniciativa de llamar como su coach de banca al experimentado Gregorio Machado, quién seguramente habrá hechos aportes esenciales mediante su experiencia de más de 40 años con el Magallanes.
Desde el primer día de la temporada se notó la disposición y la determinación del Almirante por crear un ambiente de armonía y mística en el dugout y el terreno que se refleja en cada juego disputado hasta el último out. Otro de los méritos más resaltantes de García fue su diligencia para manejar una rotación de abridores con muchos altibajos y aún así llevar a la nave al puerto de la clasificación en primer lugar. Es un galardón muy merecido para El Almirante.
Alfonso L. Tusa C.
jueves, 7 de enero de 2010
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