lunes, 12 de julio de 2010

Bob Sheppard, la voz de los Yanquis de Nueva York, fallece a los 99 años

Richard Goldstein. The New York Times Ronald Blum AP. Adam Shefter. Baseball Digest Magazine. Bob Shepard, cuya apropiada entonación como locutor interno del Yankee Stadium le permitió hacer elegantes presentaciones de los jugadores desde Joltin’ Joe hasta Derek Jeter por más de medio siglo y ganarse el apodo de “La voz de Dios”, falleció este domingo 11 de junio de 2010. Sheppard un hombre gentíl quién hablaba con la sonora autoridad de un gigante, falleció en su hogar de Long Island en Baldwin, con su esposa Mary acompañándolo. Sin embargo su voz vivirá a través de las grabaciones. Su agradable tono todavía se escucha en los juegos de los Yanquis cuando viene a batear Derek Jeter. El jugador lo solicitó en homenaje a Sheppard. “Cada vez que los escuchas, te da escalofríos”. Sheppard empezó a trabajar con los Yanquis en abril de 1951 y participó en su último juego en Yankee Stadium en septiembre de 2007, cuando enfermó de una infección bronquial. Su “Buenas tardes damas y caballeros, bienvenidos a Yankee Stadium”, se convirtió en una huella digital del equipo tanto como el uniforme a rayas de home club. Y para una persona más escuchada que vista, se convirtió en un favorito de los aficionados al lado de Joe DiMaggio, Yogi Berra, Mickey Mantle y Jeter. “Ciertamente llamaba la atención de todo el mundo”, dijo el antíguo manager de los Yanquis Joe Torre. “El tipo de persona que era hacía fácil apreciarlo”. El estilo de Sheppard era tan simple, y aún así fue muy imitado. A los peloteros les gustaba escucharlo pronunciar sus nombres. Antes de la Serie Mundial de 1998 contra San Diego, el futuro inquilino del Salón de la Fama Tony Gwynn, se sentó en el dugout de tercera base para hablar de lo mucho que quería conocer a “Mr. Sheppard”. “Ir a batear y escuchar tu nombre se sentía especial”, dijo Lou Piniella una antigua estrella y manager de los Yanquis. Sheppard un apasionado de la poesía y de Shakespeare decía: “Un locutor interno debe ser claro, conciso y correcto, antes que pintoresco, simpático o cómico”. Aún afectado por la enfermedad, Sheppard grabó un saludo para los aficionados, un poema y las presentaciones de los peloteros para el día final del Yankee Stadium original, el 21 de septiembre de 2008. Sheppard fue quizás el único empleado de los Yanquis que nunca fue criticado por el dueño George Steinbrenner quien lo llamaba “el patrón dorado”. “Los aficionados estaban maravillados de escuchar su inolvidable voz y los peloteros estaban maravillados con la majestuosa pronunciación de sus nombres”, dijo Steinbrenner. Cuando el equipo se mudó a un nuevo Yankee Stadium el año pasado, le rindieron homenaje al ponerle su nombre al comedor de los medios de comunicación. Aunque a Sheppard no le gustaba decir su edad, los Yanquis confirmaron que había nacido el 20 de octubre de 1910. “Mi padre Charles y mi madre Eileen disfrutaban mucho la poesía, la música y la oratoria”, le dijo Sheppard a Maury Allen en: “Baseball: The Lives Behind the Seams”. “Eran muy precisos al hablar. Medían las palabras, pronunciaban cada letra cuidadosamente y me inculcaron un amor por el lenguaje a través de cómo respetaban la pronunciación apropiada”. Sheppard obtuvo un grado en Inglés y Oratoria en St. John’s University y una maestría en Oratoria en Columbia University antes de servir como oficial naval en la segunda guerra mundial. Se convirtió en profesor de Oratoria en John Adams a su regreso. La alineación de los Yanquis para su primer juego el 17 de abril de 1951 incluía a DiMaggio, Mantle, Johnny Mize, Berra, y Phil Rizzuto. Y los contrincantes de ese día, los Medias Rojas de Boston, estaban liderados por Ted Williams. El primer nombre que anunció fue DiMaggio, Dom DiMaggio, el jardinero central de los patirrojos. Sheppard se convirtió en un símbolo del estadio del Bronx, como la fachada, el Parque de los Monumentos y las sombras proyectadas sobre el campo durante los juegos de serie Mundial. “Siempre escuchas esa voz, aunque no quieras”, dijo el cerrador de los Yanquis Mariano Rivera. El 07 de mayo de 2000, luego de 50 años y dos meses como locutor interno, los Yanquis lo homenajearon con el “Día de Bob Sheppard” y colocaron una placa en su honor en el Parque de los Monumentos. Los fanáticos le dieron a Sheppard una ovación de pié, y el legendario hombre de noticias Walter Cronkite leyó la inscripción. Berra, Reggie Jackson y Don Larsen estuvieron entre los presentes en la ceremonia. La placa rezaba: “La voz de Yankee Stadium. Por más de medio siglo él le ha dado la bienvenida a varias generaciones de aficionados con su saludo sin igual”. Él fue una especie de contraparte a la abreviada cadencia de Sherm Feller en el Fenway Park de Boston. “Bob era parte del uniforme de los Yanquis”, dijo Don Mattingly. “La forma como Bob decía ‘stuff’, la forma como pronunciaba los nombres, eso era el sonido del Yankee Stadium. Él era la constante”. “Siempre me tomo muy en serio la forma como deben pronunciarse los nombre”, dijo Sheppard. Rara vez entraba a los club-houses, pero se aseguraba de revisar directamente con los peloteros si tenía alguna duda en la forma correcta de pronunciar sus nombres. Sheppard también sirvió como locutor interno del estadio de los New York Giants en la NFL, entre 1956-2005, para el equipo de baloncesto masculino de la Universidad de St. John donde era profesor, para el equipo de fútbol americano de las fuerzas armadas y el equipo de fútbol Cosmos. También fue locutor interno para los New York Titans en la American Football League en Polo Grounds y de los New York Stars en la World Football League en Downing Stadium. Pero el béisbol fue lo que lo hizo famoso. Babe Ruth le dio el nombre al Yankee Stadium pero Bob Sheppard le dio la voz. Anunció 62 juegos de Serie Mundial y un par de Juegos de Estrellas, y presentó a 70 inquilinos del Salón de la Fama a lo largo de su carrera. Fue uno de ellos, Jackson, quién bautizó a Sheppard como “La Voz de Dios”. “Una voz que escuchas en tus sueños, en tu descanso”, dijo el tercera base de los Bravos de Atlanta Chipper Jones. Las presentaciones que hacia Sheppard de los peloteros se mantenían invariables a lo largo de las décadas, él le transmitía una gran energía a cada nombre y su respectivo número: “Number 7. Mickey Mantle. Number 7. Number 58. Dooley Womack. Number 58.” “ ‘Good Morning America’ me propuso que presentara a Mickey Mantle en televisión. Enviaron una limusina para mí y mi esposa Mary. Y empezamos a esperar a Mickey. Eran los días cuando él se había retirado como jugador activo y daba charlas sobre como había eliminado su adicción alcohólica. Había escrito un libro. Entró al estudio y lo presenté como siempre lo había hecho. ‘En el center field, el número 7, Mickey Mantle, número 7’ . El se volteó hacia sus entrevistadores y les dijo: ‘Cada vez que Bob Sheppard me anunciaba sentía mariposas en el estómago’ Y yo le respondí desde el micrófono. ‘Yo también las sentía Mickey’”, dijo Sheppard. Bob Sheppard inició su carrera como locutor interno en un juego de exhibición de fútbol americano, eso le valió un trabajo con los desaparecidos Dodgers de Brooklyn de la All-American Conference en 1947. Cuando se esfumaron el año siguiente, Sheppard fue contratado por los Yanquis de Nueva York del fútbol americano, quienes jugaban en Yankee Stadium. A los directivos de los Yankees del béisbol les gustó su trabajo y fue contratado para la temporada de 1951. Sheppard también era conocido porque participaba en las lecturas de una iglesia. Le enseñaba a los curas como dar sermones. “Electrificaba al seminario al decirles que siete minutos eran más que suficientes en una mañana dominical. Siete minutos. Pero pienso que no me escuchaban”, dijo a Associated Press en 2006. Sheppard dijo que una de sus tareas más exigentes como profesor fue cuando Jackson necesitaba ayuda con su discurso de inducción al Salón de la Fama en 1993. Jackson planeaba hablar por 40 minutos. Sheppard le imploró que fuese más breve. “Es mucho tiempo para hablar de ti”, dijo Jackson lentamente imitando la voz de Sheppard. Después de trabajar en lo que terminó siendo su último juego contra Kansas City el 05 de septiembre de 2007. Sheppard se perdió las series divisionales de 2007, así finalizó una seguidilla de 121 juegos consecutivos de post-temporada en Yankee Stadium. Fue reemplazado por Jim Hall, su adjunto de toda la vida, y Paul Olden tomó el cargo cuando los Yanquis se mudaron al estadio nuevo en 2009. Además de su esposa, a Sheppard le sobreviven sus hijos Paul y Christopher, sus hijas Barbara y Mary, 4 nietos y por los menos 9 biznietos. Una vigilia se realizará el martes y otra el miércoles. El funeral se oficiará el jueves en Baldwin.


Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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