Los juegos que se deciden con marcador 1-0 guardan una intensidad emocional, tras cada jugada que crece a través de los innings, el esfuerzo de los lanzadores es más notorio y en cada jugada al campo reverbera la posibilidad de que alguna marfilada pueda estropear la magia de los pitchers.
En épocas pasadas los lanzadores permanecían en el montículo 9 y más innings mientras defendían su blanqueada. A partir de algún momento de los años sesenta se empezó a considerar la posibilidad de que los excesos en los lanzamientos acabaran más rápido con la carrera de un lanzador, partiendo de la tesis de que el acto de lanzar una pelota es un movimiento antinatural. Así aparecen el conteo de los lanzamientos y la especialización de los pitchers relevistas.
Es cierto que al dosificar el esfuerzo de los pitchers se conservan mejor sus facultades en el tiempo, sin embargo a veces se exagera y no se deja que los pitchers terminen lo que comenzaron aún cuando puedan sentirse en buenas condiciones de seguir, con lo cual se priva al béisbol de aquellas epopeyas monticulares de antaño. Como cuando Leon Cadore (Brooklyn Robins) y Joe Oeschger (Boston Braves) se enfrascaron en un duelo por 26 entradas el 01 de mayo de 1920. En una carta escrita a Jerome Holtzman, Cadore recordaba que una semana antes de ese juego, Oeschger y él habían tenido otro duelo de pitcheo que ganó Cadore 1-0 en once episodios. “Si me preguntan que efecto tuvo aquel juego de 26 innings en mi brazo, les diré que no pude levantarlo por dos días. En el inning 20 el manager Wilbert Robinson me preguntó si me estaba cansando”.
Por su parte Oeschger dijo que se sintió un poco cansado al final del juego que terminó 1-1 debido a la caida de la noche. “Me benefició mucho que pude retirar el séptimo inning con sólo tres lanzamientos”. Antes de este juego había lanzado un juego de 20 innings que terminó igualado 9-9 ante los Filis de Filadelfia el 30 de abril de 1919 y su pitcher Burleigh Grimes.
El 02 de julio de 1933 los Gigantes de Nueva York vencieron 1-0 a los Cardenales de San Luis en PoloGrounds. Carl Hubbell lanzó los 18 episodios y se apuntó la victoria. Tex Carleton lanzó 16 innings y Jesse Haines (1.2 innings), fue el pitcher derrotado. Hubbell se las ingenió para ponchar a 12 y mantener la pelota en la zona de strike, a lo largo del desafío ningún bateador se le embasó por boleto, he aquí una de las razones por las que muchos pitchers de antaño duraban más en los juegos, tenían un gran control y dominio de la zona de strike. Sólo permitió 6 imparables. De acuerdo a Waite Hoyt la fuente de la destreza de Hubbell era su incomparable control en la curva, lo que le permitía sorprender con su screwball.
El 05 de junio de 1938 Andrés Julio Baez por el Pastora y Lázaro Salazar por Gavilanes se enzarzaron en un ardoroso duelo que duró 20 episodios en el estadio El Lago. Baez alineó de quinto en el orden al bate por Pastora. Salazar fue el tercer madero de la alineación de Gavilanes. Pastora amenazó en el segundo episodio cuando Manduco Portillo (c) se embasó por error del campocorto Luis Aparicio Ortega. Pedro Baez "Grillo A" siguió con imparable. Pero una línea trepidante del dominicano Horacio Martínez (ss) fue atrapada hacia delante por el jardinero izquierdo Vidal López y dobló en segunda a Portillo.
La definición llegó en el cierre del vigésimo episodio. Andrés Julio Báez despachó doblete entre left y centerfield. Domingo Barboza largó otro doble para dejar en el terreno a Gavilanes. Barboza recuerda que luego del partido Lázaro Salazar le dijo en broma que le había puesto la bola porque pensaba que iba a tocar para arrimar a Báez a tercera.
El encuentro duró 6 horas y 30 minutos. Andrés Báez enfrentó 65 Gavilanes en 20 episodios, aceptó 5 imparables, concedió 4 boletos y recetó 10 ponches, 5 de ellos ante Vidal López. Salazar le lanzó a 67 pastoreños en 19 innings, aceptó 9 imparables, 1 carrera limpia, concedió 2 boletos y ponchó a 13.
Otro juego donde los pitchers mantuvieron la pizarra con el mínimode anotaciones por más de 15 episodios ocurrió el 06 de agosto de 1959 en Memorial Stadium. Billy O’Dell abrió por los Orioles, los Medias Blancas le hicieron una carrera en el tercero, luego lo relevó Hoyt Wilhelm en el noveno. Por los patiblancos abrió Billy Pierce y se mantuvo por 16 entradas en el morrito. Los oropéndolas le igualaron el juego en el cierre del octavo. O’Dell permitió 5 hits, concedió 4 boletos y ponchó 1 en 8 innings. Wilhelm lanzó 10 episodios sin permitir carreras, le dieron 2 hits, concedió 3 boletos y ponchó 7. Pierce aceptó 11 imparables, concedió 3 boletos y ponchó 7. Turk Lown lo relevó en el inning 17. En 2 innings aceptó 1 imparable y ponchó 2.
Una de las batallas más ardorosas que hayan desarrollado dos lanzadores ocurrió el 02 de julio de 1963. Juan Marichal abrió por los Gigantes de San Francisco y Warren Spahn por los Bravos de Milwaukee. Candlestick Park empezó a llenarse de suspenso cuando llegó el cierre del noveno episodio y el juego seguía 0-0. A partir de ese momento el manager Alvin Dark le avisaba a Marichal que si el juego seguía lo sacaría en el próximo inning. Cuando llegó el episodio 14 Dark parecía decidido a usar su bull pen. Marichal le hizo una observación, “¿Usted ve a ese hombre que está lanzando por los Bravos? Él tiene 42 años. Yo tengo 25. Si el puede seguir lanzando, yo también” . Willie Mays decidió el juego con jonrón en el cierre del inning 16. Marichal lanzó 16 entradas, permitió 8 imparables, 0 carreras, 4 boletos, 10 ponches. Spahn lanzó 15.1 innings, 9 imparables, 1 carrera, 1 boleto, 2 ponches.
Este juego hizo recordar el último donde dos lanzadores llevaron un blanqueo hasta el episodio décimosexto. En aquella ocasión Jack Harshman de los Medias Blancas de Chicago enfrentó a Al Aber de los Tigres de Detroit en el viejo Comiskey Park el 13 de agosto de 1954. Lo Medias Blancas ganaron 1-0 con triple de Orestes Miñoso a la derecha que remolcó a Nellie Fox desde primera base. Harshman lanzó 16 entradas en blanco, 9 imparables, 12 ponches, 7 boletos. Aber trabajó 15.1 episodios, 1 carrera, 8 ponches, 3 boletos.
Quizás el juego que recordaremos a continuación dista de ser un duelo individual de lanzadores, sin embargo es indudable la intensidad del forcejeo. El 15 de abril de 1968 los Mets de Nueva York se aparecieron por el Astrodome para enfrentar a los Astros. Don Wilson abrió por los siderales y Tom Seaver por los metropolitanos. Wilson resistió 9 episodios donde aceptó 5 imparables, 0 carreras, concedió 3 boletos, recetó 5 ponches. Seaver aguantó 10 entradas, permitió 2 imparables, 0 carreras, 0 boletos, recetó 3 ponches. Jon Buzhardt (2 innings), Danny Coomb (2 innings), Jim Ray (7 innings) y Wade Blasingame (4 innings) (G), sucedieron a Wilson. Ron Taylor (1 inning), Cal Koonce (1 inning), Bill Short (1 inning), Dick Selma (.2 inning), Al Jackson (3 innings), Danny Frisella(2.1 innings), Les Rohr (2.1 innings) (P), relevaron a Seaver. Houston ganó 1-0. El juego se decidió en el episodio 21 por un error del campocorto Al Weis.
El primero de septiembre de 1967, los Gigantes de San Francisco llegaron al Crosley Field para enfrentar a la novena de Cincinnati. Mel Queen abrió por los Rojos y Gaylord Perry por los Gigantes. Queen lanzó 8.1 episodios sin permitir anotaciones, 8 imparables, 1 boleto, 10 ponches. Perry transitó 16 entradas, 0 carreras, 10 imparables, 2 boletos, 12 ponches. Ted Abernathy (3.2 innings), Don Nottebart (5 innings), Bob Lee (3 innings) (P). Relevaron por los Rojos. Frank Linzy (5 innings) se apuntó la Victoria para los Gigantes. Jim Ray Hart anotó la carrera de la victoria impulsado por boleto de Dick Groat en el inning 21.
En la actualidad presenciar un juego donde el pitcher abridor complete 9 entradas es algo inesperado. Si alguno llegase a lanzar más de 10 episodios estaríamos presentes en el museo de béisbol más grande y bullicioso que se pudiera imaginar y si está lanzando sin hits ni carreras los gritos tendrían la misma intensidad de un alfiler impactando el cemento del estadio.
Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 21 de julio de 2010
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