Laurel J. Sweet. The Boston Herald.
El toletero del Salón de la Fama, Jim Rice confrontó a su compañero por 15 veranos, Dwight “Dewey” Evans, hace 2 años acerca del serio desorden genético que había afectado a los dos hijos del antíguo rightfielder de los Medias Rojas de Boston por décadas, un profundo secreto que había mantenido alejado del equipo.
“Me miró fijamente y me dijo, ‘Nunca me dijiste de esto’. Entonces mostró su pena”, Evans de 58 años, recordó esto en una entrevista exclusiva con el Herald.
Hoy (21-06-2010) unos 208 amigos de Dwight y Susan Evans participarán en el 25to Torneo Anual de Golf de Neurofibromatosis en el Internacional Golf Club de Bolton, con el propósito de recaudar fondos para profundizar las investigaciones sobre la enfermedad. El Nro. 24 de los Medias Rojas dijo que habría cambiado su talento y fama a cambio de la salud de sus hijos.
El incurable desorden causa tumores dolorosos que crecen en los nervios. Susan Evans es portadora, aunque nunca ha mostrado los síntomas hasta el momento, y Dwight Evans ha sufrido la enfermedad. La neurofibromatosis se llevó el ojo izquierdo de su hijo mayor Tim y ocasionó que su cráneo fuese reconstruido con 60 tornillos y tres placas de titanio mientras su cara era despellejada casi 6 veces para facilitar operaciones craneales.
La hija de la pareja, la madre de sus cuatro nietos, no tiene Neurofibromatosis.
Tim Evans, tiene 37 años y trabaja en el centro de copiado de MBTA. “Él siempre ha sido mi héroe”, dijo Dwight Evans.
Cuando era un niño que empezaba a caminar, Justin Evans fue diagnosticado con tumor cerebral. A los 10 años un segundo tumor estrangulaba su espina dorsal.
Dwight Evans comparó la agonía de tocar un tumor de neurofibromatosis con soplar aire frío en la raiz en carne viva de un diente.
“Cuando eso le ocurrió a Justin, estábamos extenuados”, dijo Dwight Evans. “Eso nos puso de rodillas. Nos sentíamos miserables no solo con nuestras vidas sino por la del otro”.
Entretanto el ganador de 8 guantes de oro y autor de 379 jonrones que lo colocan en el cuarto lugar entre los jonroneros de por vida de los Medias Rojas, Dwight Evans pasaba muchos días en los hospitales, y en las noches sufría en silencio los abucheos de los aficionados de Fenway Park por cualquier error que cometiera en el campo.
“Ellos no sabían, por lo que pasaba”, dijo Evans.
“Si él tenía un mal día, no quería que la Neurofibromatosis fuese una excusa”, explicó Susan Evans, de 58 años, para quien no había escape en el trabajo de la severa experiencia que vivían. “No había alternativa. No había ningún lugar donde ir. Nuestra fé nos condujo a través de esto”.
Justin Evans, ahora de 33 años, asistente administrativo del Departamento de Transporte estatal y profesor de escuela dominical en la Iglesia Calgary Christian de Lynnfield, dijo: “Sabía que nuestros padres nos amaban sin importar donde estuvieran”.
Después de 40 años de matrimonio, los Evans todavía actúan como los enamorados de 15 años que eran cuando empezaron a cortejarse. Ella juega con el cabello platinado en la parte posterior de su cuello.
“Estamos bendecidos”, dijo
Dwight Evans. “Pudimos salir de los momentos difíciles y le agradezco a Dios por eso”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
jueves, 8 de julio de 2010
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