Uno de los grandes misterios del béisbol para los aficionados y quizás también para muchos analistas profesionales y aún para los rivales tiene que ver con la secuencia de actividades que asume cada pitcher luego de realizar una apertura. Muchos hablan de que la relación con el catcher es determinante, otros que el manager influye mucho. Sin embargo en el ambiente permanece flotando que todo se termina haciendo de acuerdo a la personalidad de cada lanzador.
La primera vez que ví un juego de Johan Santana en el estadio, jugaba Magallanes versus La Guaira en el parque de la Ciudad Universitaria.
A mediados del juego los Tiburones le llenaron las bases a Santana. El manager salió a conversar con su batería. Luego que el manager regresó al dugout, Santana llamó a su catcher dos veces antes del próximo lanzamiento.
En 2006, en medio de una gran campaña, Santana derrotó 7-2 a los Cachorros de Chicago el 23 de junio, para dejar su marca en 8-4. En ese juego muy pocos sabían que a partir del quinto inning el zurdo empezó a sentir molestias en la espalda pero siguió lanzando hasta el octavo. “Hay que aprender a concentrarse para lanzar con dolor”, dijo Santana. El día siguiente llegó al estadio a las 2 pm y se metió en un whirlpool de agua caliente y luego se metió en una ducha de agua fría. Había empezado el proceso de aliviar el dolor. Ese día también corrió algo en los jardines, hizo un poco de caminadora y de escaladora. Luego jugó un poco de fútbol con Carlos Silva y el hijo de Tori Hunter. También recogió pelotas en los jardines durante la práctica de bateo. El coach de pitcheo de los Mellizos de Minnesota Rick Anderson dice “ese primer día después de lanzar sirve de receso mental para los pitchers”.
Desde la tribuna central mi amigo Pepe El Canario bajó la mirada cuando al “Gocho” le dieron un hit entre primera y segunda. Santana hizo la asistencia detrás de tercera base y después pasó un rato detrás del montículo mirando hacia las bases todavía repletas.
El domingo 25 de junio Santana llegó al estadio a las 10 de la mañana, para las once se había estirado y había calentado el brazo con el catcher de bull pen Aaron Amundson. “Tomo muy en serio el trabajo de bull pen”, dijo Santana. Luego de discutir sobre mecánica empezó a colocar, con precisión quirúrgica, cada envío donde lo pedía Amundson. Después, Anderson entró al cajón de bateo y señaló las coordenadas donde debían caer los pitcheos de Santana. Pretendía simular a dos de los bateadores que Johan enfrentaría en el próximo juego. “Si es Seattle simularé ser Ichiro y luego Adrian Beltre. Así empezará a enfocarse en su próximo juego”.
En el próximo lanzamiento Santana le hizo varias señas de desaprobación a su catcher en medio de la atronadora samba que impregnaba todo el Universitario desde la tribuna derecha.
El lunes 26 Santana hizo ejercicios de fuerza con Randy Popple para entonar las piernas y la espalda. Popple, y los masajistas Rick McWane y Dave Pruemer, dicen que Johan es muy disciplinado entre sus aperturas, hace su trabajo de condicionamiento todos los días. Santana se los queda mirando luego de una rutina y dice: “La gente ignora la importancia que estos tipos tienen en mi trabajo”.
La pelota sale de los dedos índice y medio de la mano izquierda de Santana, serpentea antes de llegar al plato y se hunde sobre la esquina exterior para que el bate silbe un strike tirándole.
El martes 27 de junio Santana se dedicó a registrar todos los pitcheos del abridor que ese día era el novato Francisco Liriano. Se sentó en el clubhouse ante un gran monitor de TV para determinar la ubicación y características de cada pitcheo, había un ambiente de media luz. Este día Santana solo se preocupa en tener la comida y bebida adecuadas para sentirse bien el día siguiente.
Es el tercer strike. Pepe salta de su modorra y empieza a lanzar gritos de apoyo a Santana quién fija su mirada en la mascota del catcher y en las manos del bateador.
El miércoles 28 Santana llegó al estadio a las 10 am, poco más de dos horas antes del primer pitcheo del juego. Se mete un rato en el whirlpool. Luego su codo y hombro son relajados con un masaje electrónico. Los catchers Joe Mauer y Mike Redmond se reunieron con Santana para la acostumbrada sesión estratégica previa al juego. “A él le gusta bromear, pero sabe cuando hay que hablar en serio”, dijo Mauer.
El próximo envío es devuelto como rolling caliente que Santana toma a la altura de las rodillas, de inmediato corre hacia primera base y pasa la pelota al inicialista cuando nota que el corredor aprieta el acelerador. La samba sigue su percusión, pero el incremento del volumen de la sirena indica que hay esperanzas en la tribuna izquierda.
Alfonso L. Tusa C.
jueves, 8 de julio de 2010
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