David Gardner, Yahoo! Sports
Cada vez que sube al montículo. Matt Latos se inclina, hunde el dedo índice en la tierra y escribe las iniciales de su abuelo “RMH”. Cada vez que lanza una pelota, su hombro se sale de la camiseta y enseña un tatuaje, un cielo sobre un pergamino, sobre un lecho de rosas que contiene esas mismas letras.
El día que Roger Marshall Hudspeth murió, insistió en que su nieto fuese a jugar un torneo de béisbol antes de quedarse a su lado. Esa es la última y más agradable memoria que tiene Latos de su abuelo, un hombre humilde quién ponía a otros por delante de él y le alegraba la idea de que su nieto triunfara en el montículo.
Adelantamos 10 años y Latos es el pitcher principal del sorpresivo equipo de los Padres de San Diego que luce imparable hacia la post-temporada. Regresamos 3 años y él era el arrogante pitcher universitario convencido de que estaba listo para las Grandes Ligas.
“Probablemente me haría retractar a mí mismo por lo que dije a los 19 años”, dijo Latos. Probablemente me odiaría también. Pero he aprendido”.
Él había sido un prospecto de primera ronda en la secundaria, pero fue tomado por los Padres en la ronda 11 del draft de 2006, porque según dijo una fuente, estaba pidiendo un bono irreal y hacia alarde de una arrogancia ilimitada. Lanzó para el Broward junior college la siguiente primavera y firmó con los Padres por 1.25 millones de dólares una semana antes del draft de 2007. A medida que Latos avanzaba en el sistema de Ligas Menores, mantuvo su actitud arrogante hasta que se encontró con el intructor de pitcheo de los Padres Mike Couchee.
“Era casi como si quisiéramos caernos a golpes todo el tiempo”, dijo Latos, “pero nunca se rindió conmigo”.
“Un día, luego de una pobre sesión de bull pen, Latos y Couchee pelearon hasta que Couchee se dijo que era suficiente. Le preguntó a Latos si se comportaría de esa manera con el manager de los Padres, Bud Black. Latos dijo que no. “Entonces madura”, Latos recuerda que le dijo Couchee, “y haz tu trabajo como si estuvieras en las mayores”.
“Una luz se encendió”, dijo Latos. “Decidí que era hora de dejar de actuar como un chamo de 16 años”.
La conversación se convirtió en una clave en el largo proceso del crecimiento de Latos. Cuando fue subido por los Padres en julio de 2009, todavía tenía algunas dificultades de actitud. Era muy respondón con los veteranos y su voz era una de las que más se oía en el club house, se las daba de sabelotodo. En 10 aperturas que hizo la temporada pasada, fue definitivamente un pitcher promedio. Dejó marca de 4-5 con 4.62 de efectividad en 50.2 episodios.
Solicitaba la atención de los veteranos, pero ignoraba sus consejos.
“El año pasado era así: ‘Mírenme, oigan lo que tengo que decir’, dijo el cerrador de los Padres, Heath Bell. “Le hablábamos entre los coaches y los jugadores, sé que lo grité un par de veces. Esta temporada, ha mejorado mucho su capacidad para escuchar a los demás”.
Latos, de 22 años, ha sido el mejor abridor de los Padres todo el año. Encabeza al equipo en victorias (12), efectividad (2.36) y ponches (125); también lidera todo el béisbol con un promedio de bateo de sus oponentes de .191 y es segundo de Cliff Lee con .256 de promedio ofensivo de sus oponentes con gente en base.
Más importante aún es que los punteros Padres tienen record de 9-1 en sus últimas 10 aperturas.
Parte de la superación de Latos viene de los ajustes técnicos en sus envíos y en el desarrollo de una slider y una curva para complementar su recta. Principalmente sus mejoras se deben a un cambio de actitud. Es difícil el comienzo en Grandes Ligas para cualquier joven de 21 años, especialmente uno que necesitaba madurar.
Los Padres son el equipo ideal para alguien con el temperamento de Latos. San Diego es una ciudad con unos medios de comunicación tranquilos, y el equipo esta liderado por el bajo perfil de Black, el único pitcher que ha sido manager en el juego. Los pitcher, experimentados, especialmente Bell, Jon Garland y Chris Young antes que criticar a Latos después de sus errores iniciales, lo ayudaron a desarrollarse.
De Garlan, Latos aprendió la paciencia, a dejar que el juego viniese a él. De Young, Latos aprendió a atacar a los bateadores sin decaer. Y de Bell, Latos aprendió a confiar y depender de sus compañeros. Toda esa sabiduría combinada con su talento, transformó a Latos en uno de los mejores lanzadores de la liga.
“Él es un buen oyente”, dijo Black. “Y lo más importante es que es muy bueno en practicar lo que le dicen”.
Al final, no hubo un momento específico cuando Latos finalmente entendió lo que significaba ser un profesional. Fue un proceso que comenzò con el ejemplo de humildad de su abuelo y continuó con el reto de Couchee y las observaciones de sus colegas.
Cuando se reportó al entrenamiento primaveral esta temporada, todos podían notar que había madurado. Era visto más no escuchado. Se acercaba cuidadosamente a los otros pitchers en busca de consejos y los escuchaba en la conversación para absorber el conocimiento.
“Cuando lo miras ahora, te das cuenta que no es egoísta”, dijo Bell. “Él es muy humilde. A veces cuando eres joven caes en actitudes erroneas. Él incurrió en eso el año pasado, se le llamó la atención y mejoró. Ahora es uno de los mejores pitchers de las Grandes Ligas, de los que pocos saben, y eso nos favorece”.
Pronto, todos sabrán de Latos por sus actuaciones en el montículo, no por lo que diga. Siempre ha rendido tributo al deseo de su abuelo de que continuara jugando, pero ahora le rinde honor a Roger Marshall Hudspeth con su humildad.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
jueves, 12 de agosto de 2010
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