La noticia de Lou Piniella adelantando su retiro como manager luego del juego de este domingo 22 de agosto de 2010, me conectó con un gradiente de sonidos en la sala de la casa de mis padres a comienzos de octubre de 1971. Las notas de “Uncle Albert” recibieron el avance de la campanilla del teléfono. Papá me informó con brillo en los ojos que probablemente asistiríamos al juego sabatino en el estadio Universitario de Caracas. Para un niño que vivía en Cumanacoa. Sucre, aquello parecía un cuento de hadas. De inmediato corrí a sacar la colección de “Sport Gráfico” que guardaban mis hermanos debajo de sus camas. Entre los primeros ejemplares encontré el que tenía un afiche de Lou Piniella con los Royals de Kansas City. Allí me enteré que Piniella debutó en Grandes Ligas con los Orioles de Baltimore en 1964, que luego jugó con los Indios de Cleveland en 1968 y fue Novato del Año en 1969 con Kansas City. Pero lo que más me llamaba la atención era que Piniella había venido a jugar aquella temporada 1971-72 con los Tiburones de La Guaira como resultado de las negociaciones sorprendentes que acostumbraba Pedro Padrón Panza. En ese mismo orden de ideas Padrón Panza había logrado los servicios de Charlie Lau, aquel famoso gurú del bateo que tuvo entre sus discipulos a George Brett, para que fungiera como manager de los escualos. Mis hermanos me nombraron todos los jugadores del Magallanes y de La Guaira. Pero quedé intrigado con Piniella por el premio y por lo que había hecho en Grandes Ligas en 1970 y 1971. Por eso cuando entré al Universitario por la tribuna central, me quedé mirando a los jugadores del infield magallanero y cuando salió La Guaira no pude quitar la mirada de los jardines. El juego fue un duelo de pitcheo entre Aurelio Monteagudo (La Guaira) y Jorge Lauzerique (Magallanes). Recuerdo que en un momento del juego, Piniella corrió hasta lo más profundo del left field y tomó la pelota de espaldas y pegado de los tubos para quitarle por lo menos un doble a Jim Holt. Lamenté mucho ese out, pero a la vez tuve que reconocer la elegancia y la solvencia defensiva del “Asturiano de Tampa”. Me acuerdo que en el cierre del cuarto inning Piniella le bateó a Lauzerique uno de los pocos imparables que permitió aquella tarde-noche. La Guaira marcó la única rayita del juego. Salí muy triste del estadio porque me tocó ver perder a mi equipo la primera vez que fui al estadio. Pero el duelo de pitcheo, las jugadas de Dámaso Blanco, Jesús Aristimuño y Gustavo Gil más aquella atrapada de Piniella contra la cerca del left field me consolaron mucho porque mi tío decidió que nos fueramos antes del noveno inning para evitar embotellamientos en el tránsito automotor. Piniella participó en 27 juegos con La Guaira, 103 turnos al bate, 13 carreras anotadas, 34 imparables, 7 dobles, 1 triple, 1 jonrón, 11 carreras empujadas, 1 base robada, .330 promedio ofensivo. Como todo lo que hizo en el béisbol, Piniella alegó una razón de mucho peso para justificar su retiro, su mamá necesita que él regrese a casa. La mezcla de la música de “Uncle Albert” subió a través de la campanita que mostraba otra vez como el batazo de Jim Holt aterrizaba en la malla del guante de Piniella.
Alfonso L. Tusa C.
lunes, 23 de agosto de 2010
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