Tal como lo decían los narradores de boxeo en otros tiempos “ese púgil perdió con las botas puestas”. Así batalló el hombre del dugout de los Bravos de Atlanta, el que los llevó a 14 titulos divisionales seguidos, el que llegaba todos los días a las 8 am al estadio, el que respeta a todos por igual desde el cuidacuartos y el encargado del mantenimiento del terreno hasta el dueño del equipo, el que ganó 5 banderines de la Liga Nacional, el que si habían tenido un mal día al campo el día anterior tomaba el fongo y bateba roletazos durísimos a todos los infielders, el que fue Manager del Año con los Azulejos de Toronto (1985) y Atlanta (1991, 2004, 2005), el que pedía al director de viajes que no mandara a lavar los uniformes si perdían 3 o 4 juegos seguidos, el que ganó la Serie Mundial para los Bravos en 1995, el que tiene el record de mas expulsiones para un manager por defender a su equipo, el que orquestó la transformación de la organización de los Bravos desde las Ligas Menores, el que implementó la formalidad y la elegancia en el estilo de vestir de sus peloteros y subordinados, el que luego de escuchar las protestas de Gene Garber ante el anuncio de Cox de que lo iba a sacar del juego le dijo: “Garb, anda y domínalos”, Garber salió y ponchó a Pete Rose para truncarle su seguidilla de 44 juegos bateando imparables.
Ese hombre bajó la cabeza y descendió las escaleras del club house en Turner Field cuando Melky Cabrera bateó el rodado por la antesala que tomó Mike Fontenot para marcar el out 27 en el mascotín de Aubrey Huff. Los Gigantes pasaban a la Serie de Campeonato de la Liga Nacional de 2010, los Bravos se quedaban. Había terminado una era de grandes logros para él y los Bravos. Al fondo empezó a escucharse un rumor en las tribunas. “Bobby, Bobby, Bobby”, el estruendo fue tan grande que Cox hubo de regresar al campo para abrir los brazos ante el público y sus peloteros, se quitó la gorra y su mirada vidriosa iluminó el terreno.
En la acera del frente los peloteros de los Gigantes de San Francisco detuvieron su celebración para dedicarle sus aplausos de reconocimiento a uno de los grandes estrategas del béisbol. Inmenso gesto de los ganadores para demostrar que la grandeza del triunfo pasa por reconocer y respetar los méritos del vencido.
De vuelta al dugout, Bobby les dijo a sus jugadores que estaba muy orgulloso de ellos y que recordaría esta temporada como una maravillosa experiencia.
En la conferencia de prensa Cox se atragantó con las palabras y ahogó un gemido. “Un hombre mayor no debería hacer esto”. Bobby batalló con su equipo todos los 4 juegos de esta serie, todos se decidieron por una carrera y en este último tenía la carrera del triunfo en primera.
Alfonso L. Tusa C.
martes, 14 de diciembre de 2010
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