El resonar de las chicharras llegaba entre las sombras de la una de la tarde, la voz de Carlos Tovar Bracho flotaba en el fondo del comedor. En el dugout de los Rojos de Cincinnati un hombre de rostro reflexivo caminaba de un lado a otro, movía las manos mientras miraba hacía el montículo, el plato y los jardines. Mamá terminó arrastrándome y sólo escuché a Tovar Bracho decir algo sobre Sparky Anderson y la Liga Venezolana de Béisbol Profesional.
George Anderson nació en Bridgewater, Dakota del Sur, USA un 22 de febrero de 1934. El apodo Sparky viene de cuando jugaba para los Cats de Fort Worth en la Liga de Texas AA en 1955. Jugaba su tercera temporada en el profesional y se había ganado la fama de pelotero joseador, por la fiereza con que se entregaba en el campo. Luego de otra discusión con un árbitro, el locutor radial de Fort Worth dijo “the sparks are really flying tonight” (“las chispas están volando de verdad esta noche”), sparks fue transformado en Sparky y ahí empezó el apodo. Sparky fue un camarero que jugó 1 temporada en Grandes Ligas con los Filis de Filadelfia.
De aquella Serie Mundial de 1970 recuerdo que para el tercer juego Sparky ubicó a David Concepción como octavo bate y en las paradas cortas. Antes de irme escuché a Tovar Bracho hablando de la vez que Anderson vino a dirigir al Magallanes en la temporada 1964-65, habló de unas 13 derrotas; cuando iba a mencionar lo que pasó antes de la seguidilla de reveses mamá me remolcó hacia la escuela, estiraba el cuello, sólo escuché:”…al menos…”
Anderson siempre bromeaba con el titular del Cincinnati Enquirer el día que lo nombraron manager de los Rojos de Cincinnati a los 35 años: “¿Sparky quién?” Pero pronto empezó a actuar y lucir como un manager experimentado. Desarrolló una gran capacidad para profundizar en la estrategia del juego, en la habilidad para tratar a los peloteros y en su obsesión por ganar. A veces los narradores lo llamaban “El Capitán Garfio” porque sacaba a los pitchers abridores a la primera muestra de algún parpadeo.
En 1972 Sparky regresó a la Serie Mundial ante los Atléticos, esa vez los juegos los pasaban por un canal que no se sintonizaba en la casa. Pero igual seguía los juegos por radio. Seis de los siete juegos terminaron por una carrera. Estando abajo en la Serie 3-2, Anderson alineó a Concepción como campocorto y el criollo respondió bateando de 3-2 con anotada y empujada, los Rojos ganaron 8-1. Rubén Mijares me comentó una vez que Sparky se había empeñado en insistir con David cuando este aún le costaba batear en la Gran Carpa “porque Concepción es como un ciervo grande y solitario al que hay que darle tiempo de que entre en confianza para ver los saltos que es capaz de dar”.
En la mitad del séptimo juego de la Serie Mundial de 1975 Tany Pérez fue al club house a buscar algo y vió a Sparky caminar de un lado a otro con las manos en la cabeza. “¿Te sientes mal?” “¿Qué si me siento mal? Perdimos el juego de anoche y estamos perdiendo 3-0”. “No te preocupes vamos a reaccionar”. Y lo hicieron con jonrón de Pérez.
Luis Peñalver, uno de los pitchers del Magallanes en aquella temporada 64-65, refiere por teléfono: “Sparky era un manager muy sensible. Siempre estaba pendiente del último de los peloteros. Él mismo fongueaba en la práctica de infield. Cuando me lesioné el codo el salió al montículo, le dije que no podía lanzar más. Me dio dos palmadas en el hombro y me dijo: ‘Don’t worry boy. You’re gonna recover from this’. No pudo ganar con aquel Magallanes pero los peloteros lo respetaban mucho porque él los tomaba en cuenta. Era un gran tipo”.
Cuando era un niño su padre le dijo a Sparky: “No tienes que ser rico para caerle bien a las personas, esa es una de las cosas de la vida que no cuesta ni un centavo”.
Ganó las Series Mundiales de 1976 (Cincinnati) y 1984 (Detroit) para convertirse en el primer manager en ganar Series Mundiales con equipos de ambas ligas mayores
“Sparky nos enseñó que jugar béisbol es como pintar un cuadro. Cuando un artista pinta, la pintura cambia cada vez que mueve el pincel sobre el lienzo”, dijo Kirk Gibson quién jugó para Anderson en Detroit.
Cuando Sparky fue elegido al Salón de la Fama escogió la gorra de Cincinnati para su placa en homenaje a Bob Howsam el gerente general que le dio la oportunidad a un jugador de ligas menores de dirigir en las Grandes Ligas.
Otro atributo de Anderson era que siempre estaba en constante evolución, siempre hacía movimientos en el equipo, como cuando movió a Pete Rose del left field a tercera base en mayo de 1975 o cuando le dio la oportunidad a George Foster de jugar todos los días.
“Teniamos personalidades muy distintas en aquel equipo. Sparky era capaz de entenderse con nosotros de manera individual o como colectivo. Nunca lo ví como mi manager. Lo consideraba parte de mi familia”, dijo Joe Morgan el camarero de la Gran Maquinaria Roja de los años 70.
“Era un individuo único. Un personaje que sentía gran pasión y amor por el juego”, dijo el antíguo pitcher de los Tigres de Detroit Jack Morris.
“No hay otra persona en el béisbol como Sparky Anderson. Le entregó su vida entera al juego de pelota”, dijo Pete Rose uno de los lideres de la Gran Maquinaria Roja.
Su record vitalicio de 2.194-1.834 lo mantiene como el sexto manager con más victorias en la historia de las Grandes Ligas.
George Sparky Anderson falleció este jueves 04 de noviembre de 2010 en Thousand Oaks, Calif.
Algún tiempo después logré entender lo que decía Tovar Bracho aquel mediodía en la transmisión televisiva, lo de “…al menos…” significaba que la única victoria de Sparky Anderson con el Magallanes fue una victoria 9-2 ante los Leones del Caracas.
Alfonso L. Tusa C.
martes, 14 de diciembre de 2010
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