martes, 11 de enero de 2011

Aquel pitcher imberbe que resonaba en la oscuridad

Las tardes de Cumanacoa siempre traían expectativas de ir al cine Royal o al teatro Gardel para apreciar películas mexicanas en blanco y negro o norteamericanas en colores. De lo contrario me quedaba con mis hermanos jugando con la baraja española o dominó. O hacíamos un zapping con el radio de onda corta para ver si agarrábamos alguna transmisión en inglés de las Grandes Ligas.
Este miércoles 5 de enero de 2011, la noticia de la entrada al Salón de la Fama del camarero Roberto Alomar con sus 10 guantes de oro, sus .300 de promedio ofensivo en 17 temporadas, sus 4 bates de plata, sus dos campeonatos de Serie Mundial con los Azulejos de Toronto, sus 3 lideratos defensivos como segunda base y aquella combinación de filigrana que formó con Omar Vizquel a finales de los noventa en los Indios de Cleveland, relumbró en las cavernas de mi mente, sin embargo el anuncio de que Bert Blyleven había asegurado un nicho en Cooperstown, me templó hacia el pasillo posterior de la casa de mis padres en la calle La Florida.
Mis hermanos giraron el disco sintonizador 3 veces y estrujaron los labios. Agarré el transistor y corrí hacia el pasadizo camuflajeado tras un muro de matas de uña de danta. Las sombras del atardecer de aquel 5 de junio de 1970, siguieron mis pasos y las hojas del limonero acercaron su aroma a nanómetros de mis pómulos que bajaron como un calambre y me impulsé hacia la pared de bloques de dibujo en su extremo superior. Patiné tres veces en las rugosidades del cemento mientras me sostenía de la reja de la ventana. Al escuchar las voces de Felipe y Jesús Mario, ejecuté un salto que me dejó colgando de los bloques de dibujo. Dos patinazos más y una flexión de brazos sobre el tope del paredón me lanzaron sobre las láminas de asbesto que conectaban con la platabanda. Cuando las voces de mis hermanos inquirían que pretendía hacer, mis manos sintieron las púas de las piedritas del impermeabilizante dispersas sobre el techo cual arena de playa.
“Welcome to RFK Stadium at Washington DC. This Friday’s game between the Senators and the Minnesota Twins…”. Felipe se agachó en la punta del paredón entre el asbesto y el lecho de piedritas. Jesús Mario saltó desde los bloques de dibujo y cayó dos metros más allá de la orilla del techo. “¿Qué juego es ese?”. Subí el volumen bajo el resplandor del anuncio publicitario de Seguros Caracas.
El narrador hablaba de un muchacho de 19 años con cara de niño. Había nacido en Holanda y a los dos años viajó a Canadá con su familia. Cuando cumplió 6 años emigró a los Estados Unidos donde su padre empezó a trabajar de camionero en el negocio de su tío.
“It’s ball four. Cesar Tovar goes to first base”. Tovar se robó la segunda base y Jim Holt fue dominado por Casey Cox con elevado a la izquierda. Cuando Tony Oliva desargó el imparable a la izquierda para remolcar a Tovar, la voz de papá recorrió el aire desde la cocina y subió por la lámina de asbesto. “Muchachos, hora de cenar”.
Entre la interferencia radiofónica escuché el jonrón de Lee Maye en el cierre del primer inning. Dejé el radio al pie del poste de la antena del televisor en el patio y me senté a cenar. El sabor de las papas fritas con ajo se mezclaba con los comentarios del radio. “Bert Blyleven estruja la pezrrubia. Ahora escarba con fuerza a un lado de la caja de lanzar”. No le gustaba perder. A veces tampoco estaba a gusto aunque hubiese ganado, exigía mucho de si mismo. Quizás algo de esa gruñonería le venía de su afición por la comiquita de Pedro Picapiedra. Si perdía 1-0 se responsabilizaba del revés. Luego maduró y entendió que si perdía 2-1, él había hecho su trabajo.
Engullí la milanesa de res casi si masticar. Papá me preguntó si me iba a comer el dulce de lechosa pero ya agarraba el radio y enfilaba hacia el pasillo tras las uñas de danta. “Aurelio Rodríguez grounds out from short stop to first”. Felipe preguntó como hacía para entender si la transmisión era en inglés. “Los strikes y los outs son iguales. Bol es bola. Jonrón también es igual”. “Ed Brinkman is called out on strikes. This kid’s got a fantastic curveball”.
Jesús Mario hizo una seña con la mano. Un ruido metálico ascendió desde el pasillo. El rostro de papá burbujeó a ras de la platabanda. “¿Ustedes habrán visto la moneda de dos bolívares de mi escritorio?” Felipe apretó varias piedritas hasta tocar el manto asfáltico. “Está mañana la vi al lado de la máquina de escribir”. Papá regresó sus pasos en los tramos de la escalera. Felipe iluminó la oscuridad con la mirada. “Vieron porque hay que dejar esa moneda ahí. Esas son trampas de papá para ver si agarramos lo que no es de nosotros”.
En el radio el narrador refería una anécdota de Blyleven cuando tenía 5 años. Tenía un camioncito de juguete. Un día fue al abasto lo cargó de caramelos y se fue. En casa la mamá le preguntó si los había pagado y de inmediato lo hizo regresar a la tienda para devolverlos.
“Mike Epstein strikes out”. El narrador refería como la práctica del baloncesto y las carreras de campo traviesa habían favorecido a Blyleven en su formación como lanzador de béisbol. “Bernie Allen singles to second”. Quizás el secreto de la serenidad de Blyleven en el montículo sea que su padre siempre estuvo en las tribunas en cada uno de sus juegos, y lo apoyaba y reflexionaba con el en las derrotas. “Rodríguez pops to the catcher in foul territory”. Blyleven siempre ha preferido hablar de cosas positivas quizás por eso ha tenido éxito como comentarista de béisbol en televisión. “Brinkman strikes out. After four complete frames the game remains Twins 1, Senators 1”.
La silueta a contraluz paralizó nuestras respiraciones. El radio se me cayó de las manos. “¿Y ustedes piensan pasar la noche aquí? Papá mordió dos aceitunas y se recostó del anuncio publicitario
Cuando Blyleven llegó a los Mellizos en 1970, tenía la tendencia de lanzar a través de su cuerpo. El coach de pitcheo Marv Grissom colocó una silla sobre el montículo de manera que Blyleven quedara con el pie derecho sobre ella al prepararse para lanzar. El pitcher eludió la silla y mejoró su mecánica. Ese ajuste lo llevó a ganar 287 juegos, lanzar 4970 innings, ponchar 3701 bateadores, iniciar 685 juegos, y completar 60 blanqueos.
“Frank Quillici singles to the pitcher”. Papá se acercó al radio y apretó los labios. “¿Y cómo saben ustedes lo que está pasando en ese juego?”. Jesús Mario se acercó hasta tocar el poste de luz de la calle. “Alfonso dice que hay palabras del béisbol que las entiende cualquiera que sepa del juego”. “Blyleven is out on a sacrifice bunt from first to second”. Blyleven pasó de Minnesota a Texas en junio e 1976. Su debut con los Rangers fue el 5 de junio contra los Tigres de Detroit y el Pájaro Mark Fydrich. Ambos lanzaron 11 innings. Blyleven perdió 3-2, una de las carreras fue sucia. “Tovar singles to right. Quillici scores”. Subí el volumen del radio. “¿Viste papá? Cesar Tovar acaba de empujar la carrera de poner a su equipo a ganar”. En su primer mes con los Rangers, Blyleven lanzó un juego de 10 innings y 1 hit; le ganó a los Atléticos 1-0. Ganó otro juego de 10 innings ante los Medias Blancas. Perdió un juego completo 1-0 contra los patiblancos y perdió en otro juego completo 2-1 ante los Tigres con otra carrera sucia. “Jim Holt flyes out to right”.
El 22 de septiembre Blyleven lanzó sin hits ni carrera ante los Angelinos en el Anaheim Stadium. Fue el mejor lugar para alcanzar la hazaña. Él creció en Garden Grove, muy cerca de Anaheim. Sus padres estaban en el estadio.
“Jim French singles to right”. Papá lanzó las semillas de aceitunas sobre las piedritas. “De verdad que hay llevar ese juego en la sangre para entenderlo en otro idioma”. “Casey Cox is out on a sacrifice bunt from first to second”. Los Rangers cambiaron a Blyleven a los Piratas y con ellos llegó a la Serie Mundial de 1979. En el play off ante Cincinnati ganó el tercer juego 7-1 en trabajo completo. “Maye flies out to center”. Abrió el segundo juego de la Serie Mundial ante Jim Palmer y salió en el sexto inning con el juego 2-2. Manny Sanguillén ganó el juego para Pittsburgh con sencillo en el inning once para igualar la Serie 1-1. “Ed Stroud strikes out. This young boy from Holland is showing he belongs in MLB”.
En el quinto juego de la Serie, con los Piratas abajo 3 juegos a 1 y Jim Rooker perdiendo 1-0, Chuck Tanner trae a relevar a Blyleven en el sexto inning y este silencia por completo a los Orioles mientras los bates filibusteros reaccionan para llevarse el triunfo 7-1. Luego ganarían dos veces más para coronarse campeones.
“Frank Howard strikes out”. Felipe se agacha a un lado de papá. “¿Usted no va a jugar dominó hoy?”. “Epstein grounds to first and is out”. Papá se inclina más hacia el radio. “Allen grounds to second and is out at first”. “Este juego está mucho mejor que el dominó”.
Blyleven pasó a Cleveland y de ahí a Minnesota en 1985. En la Serie Mundial de 1987 Blyleven lanzó 7 innings y los Mellizos ganaron 8-4 el segundo juego. El quinto juego fue en San Luis y Blyleven perdió 4-2 en 6 innings de labor. Los Mellizos se llevaron la Serie.
“Rodríguez strikes out”. Cuatro mariposas oscuras nos hicieron inclinar sobre el mar de piedritas para evitar el contacto de sus peluzas. “Brinkman walks”. Papá se levantó y se paró a un lado del tanque de agua. “¿Qué está pasando en el juego?”. “French grounds to second and is out at first”. Subí el radio al aviso publicitario. “El pitcher de 19 años sigue dominando a los Senadores de Washington”. “John Roseboro pinch hits for Casey Cox and flies out to right”.
Blyleven lideró la liga en juegos completos una vez, en blanqueos 3 veces, en innings lanzados 2 veces, y en ponches una vez. Lanzó al menos 200 innings en 17 de sus 21 temporadas.
En el octavo inning Ron Perranoski sustituyó a Blyleven y le preservó su primer triunfo 2-1 con un relevo perfecto.

Alfonso L. Tusa C.

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