El slugger de los Tigres de Detroit está agradecido con la gente que
lo ayudó a hacerse una leyenda.
Jason Beck. MLB.com
Detroit. Willie Horton tenía tanta fuerza física como cualquiera en el beisbol de su época, pero sin la ayuda de Junior Strong, ¿quién sabe cuanto tiempo le hubiera tomado llegar al béisbol organizado?
Horton tenía la fortaleza de carácter que heredó de sus padres, pero también aprendió con las leyendas de Detroit Ron Thompson y Damon Keith, como la convicción moral puede jugar en un campo de beisbol. Él tenía la clase de talento especial que muchos aficionados disfrutaban ir a ver en los entrenamientos primaverales, más sin Madeleine Brooks, podría nunca haberse sentido en Lakeland, Fla. cómo en su casa.
Esas son unas pocas de las muchas figuras en la vida de Horton que lo convirtieron en una leyenda, tanto en el terreno como en la ciudad que ama. Y ellos son unas de las pocas razones por las que Horton dice cada vez que tiene oportunidad que ha sido bendecido en su vida, y en su carrera como estrella de los Tigres.
“Me siento bendecido por estar alrededor de esas personas”, dijo Horton. “Cuando pienso como me desenvuelvo en la vida, sé que todos ellos tienen algo que ver”.
La vida de Horton ha sido reflejada en biografías, la más reciente es “The People’s Champion”. Horton creció amando el beisbol desde la niñez en Virginia, pero nunca jugó beisbol organizado hasta que realizó el largo camino desde su pueblo de Stonega hasta otro pueblo cercano llamado Appalachia para jugar en un terreno bien mantenido.
Allí fue que halló a Strong, quién dirigía uno de los equipos de Pequeñas Ligas del lugar.
El equipo adolecía de jugadores Afro-Americanos, pero debido al talento de Horton, estaba a punto de añadir uno. Aún a su joven edad, tenía siete u ocho años en ese momento, tenía grandes condiciones naturales.
“Fue el comienzo de Willie Horton”, dijo Horton. “Él (Strong) dijo que pensaba que iba a jugar en Grandes Ligas desde que me vio cuando tenía siete años”.
Los padres de Horton, sus hermanos y hermanas lo educaron para que viera más allá de la raza y el color, por eso lo que enfrentó no fue tan duro para él. Pero eventualmente se topó con el asunto de la integración poco después de mudarse a Detroit, unos años después comenzó a jugar con el equipo local.
Thompson se convirtió en un gran entrenador de futbol americano en la secundaria, pero en ese momento entrenaba un equipo de béisbol. Sentía que su equipo era bueno lo suficiente para competir en la liga local de la Federación de Béisbol. No sólo tenía a un gran bateador en Horton, también tenía a un futuro campeón de bateo de Grandes Ligas en Alex Johnson. Mientras su equipo estaba integrado, el resto de la liga estaba segregado. Si querían jugar en la liga, necesitaban dividirse y jugar en otros equipos.
“Recuerdo a Mr. Thompson asistiendo a reuniones en la Federación en aquel tiempo”, dijo Horton. “Nos dijo lo que estaba ocurriendo. Dijimos que no queríamos separarnos. Permanecimos juntos y jugamos softbol y beisbol recreacional ese verano”.
Un año después les permitieron jugar como equipo en la Federación. Fueron los primeros en ser un equipo integrado.
“Tal vez hubo algo bueno en eso”, dijo Horton, “porque aprendimos de la importancia de la amistad y de mantenernos juntos. Hemos sido bendecidos. Bromeábamos entre nosotros. No lo hicimos tan mal para ser muchachos de los barrios bajos. Estamos muy orgullosos de eso”.
Horton y Johnson llegaron a las Grandes Ligas. Otros jugadores de ese equipo encontraron el éxito fuera del terreno de juego. Pero han mantenido el contacto a través de los años, muchos de ellos han permanecido en Detroit.
“Nos tratábamos como miembros de una familia”, dijo Horton. “Algunos de ellos se hicieron doctores. Otros abogados. Muchos se hicieron profesores. Hemos sido afortunados, más de 50 años de amistad. Hasta el día de hoy, muchos de nosotros nos reunimos una vez al mes para desayunar o cenar”.
Thompson hizo una de las presentaciones más importantes de la carrera de Horton, al conectarlo con un abogado local llamado Damon Keith. Él estaba destinado a ser un ejemplo para los niños como un Afro-Americano exitoso, un modelo a seguir, eventualmente se convirtió en el guardián legal de Horton. Horton todavía crecía y vivía con su familia, sus padres y su hermana, pero llegó a pensar que Keith era parte de la familia.
Mientras Horton llegaba al estrellato del béisbol, Keith se convertía en juez federal y un mentor para muchos, tales como la antígua gobernadora de Michigan Jennifer Granholm.
“El juez Keith es como un padre para mí”, dijo Horton. “Mi papá y mi mamá me pusieron en sus manos cuando tenía 14 años. Él me dijo ‘Aquí está un hombre que te puede enseñar muchas cosas’. Él ha estado ahí para mí desde entonces, todavía lo llamo papá. El me rodeó de personas toda mi vida. A través del juez Keith, conocí algunas personas muy importantes en mi vida. Conocí algunos presidentes y artistas”.
A través de Keith, Horton también mantuvo una relación estrecha con la ciudad, durante y después de sus días como jugador. Su papel en tratar de disolver los disturbios de la ciudad en 1967 fue famoso. La influencia de Horton en las relaciones raciales trascendió la ciudad de Detroit.
Cuando Horton iba al entrenamiento primaveral, tenía que enfrentar las relaciones raciales, especialmente cuando se trataba de segregación en el alojamiento. Encontró una figura crucial en Brooks, quién ayudó a los jugadores Afro-Americanos a encontrar alojamiento con residentes locales.
“Fuimos muy afortunados de tener a la Madre Brooks y a la familia Hamilton para proveer un hogar en la ciudad para los jugadores negros”, dijo Horton. “Los llamé mis padres lejos del hogar, especialmente después que mis padres fueron asesinados en 1965. La Madre Brooks me involucró con los derechos civiles. “Me quedé varias noches en su casa. Ella me llevó a su casa. No entendía todo aquello en mi primera vez lejos del hogar. Estar alrededor de todo eso me ayudó a saber lo que tenía que hacer”.
La primera vez que Horton llegó a Lakeland, dijo que tenía que caminar cinco millas desde la estación de buses hasta el estadio, porque no podía montarse en un taxi. Años después, era una figura importante en la ciudad y sus relaciones. Todavía la considera su segundo hogar.
Horton ha estado viniendo a Lakeland alrededor de 50 años. Su influencia en la ciudad no ha sido olvidada. Fue homenajeado hace unos pocos años al identificar una calle con su nombre. El año pasado trajo de vuelta al campo de entrenamientos a Jake Wood, el primer pelotero Afro-Americano de los Tigres. Este año, será honrado con el honor de ser el anfitrión de muchos de sus amigos de aquel viejo club de la Federación.
Él puede pensar en muchas otras influencias, desde el narrador del Salón de la Fama Ernie Harwell hasta el entrenador de la secundaria Northwestern Sam Bishop. Estos fueron solo unos pocos.
“Todavía tenemos un largo camino a seguir”, dijo Horton, ahora un asistente especial del presidente del equipo Dave Dombrowski, “pero he visto ocurrir de todo en mi vida”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Si, es el mismo Willie Horton que en la temporada 1978-79 se encargó de los Navegantes del Amgallanes a mediados de temporada y los sacó del sótano con su estilo de juego heterodoxo que hacía arrancarse los acbellos a Carlitos Gonzalez al tocar la pelota con el cuarto bate y sacarse el mismo del juego en un turno decisivo para traer de emergentes a rafael Cariel o Alfredo Torres y estos respondían con el batazo de oro. El equipo fue Campeón de Venezuela y la Serie del Caribe. Hace tres o cuatro años vino con Mitchel Apge a las celbraciones de los 90 años del Magallanes y se sorprendió de las muestras de afecto de la afición a casi 30 años de su gesta al frente del buque magallanero.
sábado, 26 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario