Alan Schwarz. The New York Times. 19-03-2011.
Jordan Underwood perdió su ojo izquierdo luego de ser golpeado por un linietazo. En cinco inicios esta temporada, tiene marca de 1-1, con 2.76 de efectividad.
Cape Girardeu, Mo. Tres semanas después que una pelota bateada de línea se estrellará en su cara y destruyera su ojo izquierdo, Jordan Underwood se sentó en Logan’s Roadhouse en Oklahoma City y decidió que su té necesitaba edulcorante. Abrió un paquetico, extendió su brazo hacia el vaso y procedió a regar el azúcar en toda la mesa.
“Esa era la primera vez que me molestaba tanto”, dijo Underwood. Hasta entonces un pitcher de control en un colegio universitario de Oklahoma. “Realmente me afectó. Iba a tener que hacer algunos ajustes”.
Perder un ojo, y con él la percepción convencional de la profundidad, podría ser devastador para un atleta, como para un pianista podría serlo el desarrollar el mal de Parkinson. Pero a menos de dos años de haberle sido implantado un ojo izquierdo acrílico, Underwood ha destacado como el pitcher estelar de Southeast Missouri State.
Underwood no se ha sometido a pruebas especiales, ni a metodologías, ni a ejercicios oculares o algo por el estilo. Más allá del triunfo sobre la ciencia, los expertos dicen que él se ha animado.
La mujer que le diseñó la prótesis de su ojo le dijo a Underwood que esto era posible, Nancy Townsend del Dean McGee Eye Institute de Oklahoma City insistió en que el podía jugar béisbol con un solo ojo.
¿Cómo podía estar tan segura? Porque en 1978, luego de perder un ojo en su adolescencia, Townsend jugó primera base y left field en un torneo de softball rápido femenino realizado en Canadá.
“Si yo pude batear, el puede pitchear”, dijo Townsend. “La mente es una cosa maravillosa”. Los expertos dicen que dos ojos humanos ayudan al cerebro a discernir la profundidad aproximadamente a 20 pies, más allá de eso, un ojo es adecuado.
Dado que la zona de strike, a 60 pies, 6 pulgadas de distancia, es esencialmente un rectángulo estático sin profundidad, los doctores no están asombrados de que Underwood haya sido capaz de pitchear, y pitchear mejor de cómo lo había hecho antes.
“Nunca estuve totalmente asustado de volver a pitchear”, dijo Underwood. “Algunas veces lanzaré un envío por el medio y algún tipo le hará swing tan fuerte como pueda, y mi guante podría saltar algo más rápido de lo que solía ser. Pero nada de que preocuparse. Estoy tan concentrado en el juego que no hay tiempo para eso”.
La rápida recuperación de Underwood se ha hecho más relevante debido a lo ocurrido recientemente con Luis Salazar, el manager de ligas menores de los Bravos de Atlanta quién mientras estaba parado en el dugout este mes, recibió un linietazo en la cara, y luego de varias operaciones infructuosas, perdió un ojo. Salazar espera volver a dirigir esta temporada.
Las preguntas en referencia a las destrezas de pitcheo de Underwood abundaron. ¿Cómo pudo reencontrar la zona de strike? ¿Podría hacer lanzamientos para sorprender corredores en las bases? ¿Qué hay de recoger roletazos y lanzar a primera base desde distintos puntos del infield?
Ningún entrenador de béisbol de la División I, incluyendo el de Southeast Missouri State, Mark Hogan, parecía pensar que la carrera de Underwood sobreviviría su lesión, la cual ocurrió en el montículo en abril de 2009 mientras completaba su segunda y última temporada con Seminole State Junior College en Seminole, Okla. Hogan dice que le ofreció un puesto a Underwood en su equipo para premiar su empeño.
“No me hice ilusiones”, dijo Hogan. “¿Cómo podía?”
Luego de unas pocas sesiones descontroladas de bull pen aquel otoño, Underwood volvió a ser el pitcher que siempre había sido, un zurdo con una recta promedio que se mueve, pero con efectivos pitcheos quebrados y en cambios de velocidad.
Underwood dejó marca de 6-5 con efectividad de 4.11 el año pasado, tan externamente normal que los oponentes pensaban poco en el chico flaco de lentes Oakley con cristales transparentes y gruesos para darle protección extra.
No intentaron tocarle para probar su defensa, un reto que Jim Abbott, el pitcher de una mano que jugó entre los ’80 y los ’90, debió enfrentar en la Universidad y en Grandes Ligas, porque pocos sabían que Underwood tenía sólo un ojo.
La noticia fluyó esta temporada, pero los toques no han funcionado ante Underwood, y batear menos. En 5 aperturas, tiene marca de 1-1 con 2.76 de efectividad, con dos o tres victorias potenciales desperdiciadas por su bull pen.
Será el pitcher de los Redhawks el viernes, lo cual significa que lanzará el primer juego de todas las series de conferencia de fin de semana, un honor para un pitcher universitario.
El 11 de marzo ante Dakota del Norte, los movimientos de Underwood parecían el mecanismo de un reloj: calmados, sistemáticos. Hasta quitó su ojo derecho de la zona de strike para mirar levemente su guante durante la patada, antes de fijarlo otra vez y soltar su brazo hacia delante. (La inclinación de su cabeza mostraba su relativa buena fortuna: si hubiese perdido el ojo derecho, el ver el plato como pitcher zurdo habría sido imposible). También sorprendió a dos corredores.
Una pequeña placa cerca del dugout de los Redhawks recordó otra historia inspiracional relacionada con el béisbol. El estadio del equipo, Capaha Field en Cape Girardeu, aparentemente fue usado por los viejos Carmelitas de San Luis para hacer su entrenamiento primaveral durante la segunda guerra mundial. Pete Gray, el jardinero de un brazo, jugó 77 encuentros con los Carmelitas de 1944.
“Los roletazos que me batean pueden significar algún problema de percepción de profundidad cuando se acercan a mi guante”, dijo Underwood. “Pero he practicado mucho. En realidad no es un problema”.
El principal obstáculo de Underwood pudo haber sido una regla poco conocida de N.C.A.A que requiere de los atletas que hayan perdido uno de dos órganos, luego de donar un riñón por ejemplo, completar varios formatos para confirmar entre otras cosas, que ellos y sus padres reconocen el riesgo de perder accidentalmente el otro órgano. (En el caso de Underwood, un linietazo como el que golpeó a Salazar podría dejarlo ciego). Las autoridades de Southeast Missouri State supieron de la vigencia de la regla mientras Underwood practicaba con su nuevo equipo en el otoño de 2009 y lo sacaron del terreno. Podría dejar de jugar con los Redhawks por meses.
Esta pudiera ser la última primavera de Underwood en el montículo, dado que su recta por debajo del promedio lo más probable es que impida que los equipos de Grandes Ligas lo drafteen en junio. Pero su ejemplo podría ser importante para otros atletas jóvenes que enfrenten retos similares, dijo Joan Vickers, una profesora de psicología de la Universidad de Calgary y experta en pruebas visuales para deportes.
“Hay personas que perdieron su ojo ayer, y están destrozados, pero pueden seguir adelante ocupándose de sus vidas”, dijo Vickers. “El cerebro de este joven tuvo que cambiar los circuitos neurales para determinar donde estaba la zona de strike. Pero eso se hace muy rápidamente”. Ella añadió: “Ha habido experimentos donde la gente usa prismas sobre sus ojos que invierten las cosas, y después de un rato ellos pueden manejar bicicleta por carreteras con todo invertido. El cerebro es extremadamente adaptable”.
Por otro lado, Underwood no puede hacerlo todo bien en un campo de béisbol. No puede batear, por ejemplo.
“Soy muy malo”, dijo riendo. Presumiblemente debido al asunto de la percepción de la profundidad.
“No”, dijo él. “Es porque soy un pitcher”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
domingo, 20 de marzo de 2011
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