sábado, 26 de marzo de 2011

Una actitud de altos kilates

Los sucesos del 09 de marzo de 2011 en el primer inning de un juego entre los Bravos de Atlanta y los Cardenales de San Luis, hicieron que mi memoria tratara de nivelar el momento difícil de conocer que Luis Salazar había recibido un pelotazo descomunal en la cara, cuando un batazo de Brian McCann se estrelló entre su nariz y su ojo izquierdo mientras veía el juego parado desde el dugout.
A comienzos de la década de los ochenta escuché una canción publicitaria: “¡Ahí viene La Guaira! ¡Por Radio Rumbos! El Musiú le dice ‘¡Lo mejor del mundo!’…” Eran los tiempos de aquella insurgente guerrilla de Argenis Salazar, Gustavo Polidor, Oswaldo Guillén, Alfredo Pedrique, Raul Pérez Tovar, Norman Carrasco, Café Martínez, Luis Salazar era una especie de decano del grupo.
Salazar tenía (y tiene) planeado dirigir al equipo Lynchburg de la Carolina League A. Este miércoles 23 de marzo se presentó al campo de entrenamientos de los Bravos luego de dos semanas en el hospital donde los médicos le comunicaron que había perdido el ojo. “Soy muy afortunado de estar vivo. Dios me dio una segunda oportunidad en esta vida. Y la aprovecharé”.
La música pegajosa seguía rebotando en la tribuna central del estadio Universitario. “…está Polidor, Carrasco también. Alfredo Pedrique y Oswaldo Guillén…”
Una de las primeras anécdotas que escuché de Luis Salazar estaba relacionada a la vez que lo dejaron libre en su primera incursión al béisbol organizado de Estados Unidos. Regresó a Venezuela y Pedro Padrón Panza le consiguió trabajo en una panadería hasta que empezara la temporada venezolana en octubre. Salazar trabajó como un bárbaro en la panadería. Cuando llegó octubre fue el primero que llegó a los entrenamientos. Se convirtió en inamovible de la alineación litoralense y regresó al norte para escalar posiciones hasta llegar a Grandes Ligas.
McCann visitó a Salazar varias veces después del accidente.
“Brian McCann es un muchacho muy sensitivo, estaba muy preocupado por mi salud”, dijo Salazar. “Hablamos casi tres horas. Le dije que lo que me ocurrió le puede ocurrir a cualquiera. Le dije que siguiera adelante y olvidara el incidente”.
“…con Pérez Tovar y Café Martínez….Ahí viene La Guaira….por Radio Rumbos…”. Más adelante Salazar tuvo una lesión muy grave en una rodilla. Cuando todos pensaban que hasta allí llegaba la carrera de Salazar como pelotero, se ha mandado un programa de rehabilitación con una voluntad espartana que dejó a todo el mundo frío para regresar a las Grandes Ligas al tope de sus facultades.
Salazar, quién jugó 13 años en Grandes Ligas, está en su primer año con la organización de los Bravos. Fue invitado a presentarse temprano para familiarizarse con como los Bravos manejan su campamento de Grandes Ligas y estaba a ayudando en los juegos de exhibición.
Siempre recuerdo a Salazar como un bateador de bolas malas. Las iba a buscar arriba o abajo y descargaba unos batazos entre dos que igual dejaban contra la pared al contrario. Y si le lanzaban en la zona de strike castigaba con más furia al lanzador.
“Agradezco a todos los que rezaron por mí”, dijo Salazar. “Mucha gente se preocupó por mí. Los buenos amigos aparecen en los tiempos difíciles. Eso fue lo que pasó conmigo”.
“…el gran Luis Salazar, y Argenis también…el Musiú le dice: Lo mejor del mundo…”
McCann está impresionado por la actitud de Salazar: “Es una persona excepcional”, dijo McCann. “Considera el haber perdido su ojo, como algo positivo respecto a lo que pudo haber pasado. Está vivo. Eso es lo más importante”.

Alfonso L. Tusa C.

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