viernes, 6 de mayo de 2011

Un manager convierte el dolor en una lección

Tyler Kepner. NYT. 04-05-2011.

Wilmington. Del. El juego no es para todos. Podemos pensar que lo es, pero no. Muchos le tememos a la pelota. Nos enterramos en el plato, esquivamos un lanzamiento quebrado. Nos ponemos de lado ante un roletazo, la tensión nos invade ante un bote pronto. El juego nos acecha, se lo dejamos a personas sin miedo como Luis Salazar.
“Nunca le tuve miedo a la pelota”, dijo Salazar quién jugó 13 temporadas en Grandes Ligas, entre 1980 y 1992. “Pero recuerdo a mi hijo Carlos, cuando jugaba en las Pequeñas Ligas, tenía como 11 años, recibió un pelotazo en la mano y lo vi llorar. Salió del juego y al día siguiente volvió a jugar, y lo golpearon otra vez. Después de eso no jugó más. Le tenía miedo a la pelota”.
El costo de la pasión de Salazar, parte del riesgo asumido por todo el que usa un uniforme, es visible bajo los lentes Oakley que usa ahora. Salazar, 54, es el manager de los Hillcats de Lynchburg de categoría Clase A, el equipo afiliado de los Bravos de Atlanta en la Carolina League. Lanza la práctica de bateo, intercambia lanzamientos y batea roletazos a sus jugadores, los rituales del juego que lo dejaron sin ojo izquierdo.
Salazar usa los lentes para evitar los codos errantes en el dugout. En las noches sin brisa, como el martes en Frawley Stadium, usa un parche negro, en vez de un vendaje. “Como un pirata”, dijo.
El 09 de marzo, el último día antes que sus jugadores de ligas menores se reportaran al campo de entrenamientos en Lake Buenavista, Fla., Salazar estaba parado en el escalón más alto del dugout de los Bravos, cuando Brian McCann haló una linea de foul a 115 millas por hora. Salazar había estado mirando hacia segunda base, hablaba con Nate McLouth sobre una jugada que había ocurrido ahí. Vio una mancha de la pelota antes que se estrellara contra su ojo izquierdo.
Lo próximo que recuerda, dijo Salazar, es la luz incandescente de una sala de operaciones, y dolor en su antebrazo derecho, el cual se rompió al caer en el dugout. El impacto de la pelota rompió huesos en su cara, los médicos le dijeron a Graciela, su esposa, que su ojo izquierdo había sido cortado en dos. No lo podían salvar. Salazar tendrá una prótesis ocular el próximo mes.
“Cuando lo vimos, fue devastador”, dijo Graciela. “Fue muy doloroso para mi hijo y para mí, por su aspecto. Nunca pensé que estaba tan mal”.
Salazar, quién es venezolano, había sido coach o manager desde 1995, antes de tomar libre la temporada pasada. Envió su currículo a 5 equipos, los Bravos fueron los primeros en responder. Kurt Kemp, el director del sistema de granjas, dijo que estaba impresionado por la forma como Salazar sentía el juego. Treinta minutos después de su entrevista, lo llamó y le ofreció a Salazar el trabajo de Lynchburg.
Después del accidente, Kemp y otros ejecutivos de los Bravos volaron al hospital, temían lo peor. Mike Coolbaugh, un coach de primera base de la organización de los Rockies de Colorado, murió en 2007 cuando un linietazo lo golpeó en el cuello. Pero Salazar no tuvo daño cerebral.
Su primera preocupación, dijo, era que su carrera se había terminado. Salazar había sido coach en Grandes Ligas una vez, Milwaukee en 2002, pero no le gustó la experiencia, los peloteros solo estaban pendientes del dinero. Prefiere las ligas menores, donde puede impartir la estricta ética que lo ayudó a jugar 8 posiciones en las grandes ligas.
“Si alguien juega para Luis Salazar en las menores, estará muy agradecido”, dijo el manager de los Medias Blancas de Chicago Oswaldo Guillén, un antiguo compañero. “Le enseña a los peloteros como jugar al béisbol de la manera correcta”.
Los Bravos le aseguraron a Salazar que tenía garantizado su trabajo y que podía tomar todo el tiempo que necesitara. Después de la operación donde le removieron el ojo izquierdo el 16 de marzo, Salazar le entregó la programación de su regreso a Kemp y al gerente general Frank Wren, con la fecha de su reaparición apuntando al 15 de abril, el juego inaugural de los Hillcats en casa.
Salazar logró el objetivo., sorprendió a los Bravos por cuan rápido se adaptó a los cambios de percepción de la profundidad. La visión perfecta de su ojo derecho ayudó y también su actitud.
“Él siente un verdadero agradecimiento por lo que tiene ahora, porque sabe que pudo haber sido peor”, dijo Kemp. “Todavía tiene una vida. Va a ser capaz de abrazar a sus nietos algún día, y de entrenar peloteros. Él no se estanca en las derrotas, lo cual es un raro atributo”.
Salazar fue presentado de último en el juego inaugural de Lynchburg, hubo una ovación de pie. Él estrechó manos con los jugadores de ambos equipos desplegados en las líneas de primera y tercera bases. Graciela, quién ha estado casada con Luis por 33 años, dijo que ese momento significó más que su debut en Grandes Ligas en 1980.
Con los jugadores, dice el segunda base Phil Gosselin, Salazar enfatiza lo positivo con un estilo muy particular, impartir un mensaje simple: juega duro.
“Nunca lo he visto de mal humor”, dijo el coach de pitcheo de Lynchburg, Derek Botelho, quién jugó con Salazar en la liga invernal venezolana. “Hasta cuando sale a discutir con un árbitro, regresa y luego, dos pitcheos más tarde, se ríe de eso. Siempre está en buen estado mental”.
Aún así, el espectro de la lesión persiste. A veces, dice Botelho, se sorprende mirando a Salazar, para asegurarse de que esté protegido en caso de otro linietazo. Salazar todavía no ha coacheado en tercera base, como lo hacen a menudo los managers de ligas menores, el planea tratar de hacerlo esta temporada. Él se para en el escalón más alto del dugout algunas veces, pero sólo para enviar señas.
“Agradezco a Dios cada mañana que me despierto por mantenerme con vida y darme otra oportunidad de hacer lo que más me gusta, que es entrenar peloteros”, dijo Salazar.
Las muestras de afecto de la comunidad beisbolera lo hacen sentir humilde, ha dicho. Se sintió muy impresionando por un lote de cartas de un curso de inglés de octavo grado de Georgia. Ha aprendido de otros que han perdido un ojo, y se maravilló ante un adolescente que tenía el mismo tipo de prótesis que él usará.
Los Hillcats tambien están jugando bien. Tuvieron algunos tropiezos al comienzo con un manager interino, y después de perder buena parte del entrenamiento primaveral, Salazar necesitaba conocer las destrezas de cada pelotero. El lunes, recibió una llamada de felicitación de Kemp, le dijo que estaba muy impresionado con la mejoría del equipo.
El martes 03 de mayo, los Hillcats vencieron a los Blue Rocks para su novena victoria en 13 juegos. Sobre el campo, después de los apretones de manos, Salazar dijo que estaba agradecido de que los jugadores lo hubiesen escuchado cuando prometió que las cosas mejorarían. Juegan como una familia, dijo él, y le gusta su actitud.
“Cuando estás en el campo, no quieres que la pelota vaya hacia los otros peloteros”, dijo Salazar. “Quieres que la pelota vaya hacia ti”.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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