lunes, 15 de agosto de 2011

Conrado Marrero: Un Puente al pasado del beisbol cubano.

Peter C Bjarkman. 13-08-2011. The New York Times.

Conrado Marrero se estableció como el pitcher más exitoso de la historia del béisbol amateur cubano durante los años ’30 y comienzos de los ’40 del siglo pasado, luego lanzó por cinco temporadas con los Senadores de Washington. Ahora el pelotero de Grandes Ligas más viejo con 100 años, ha salido fuera del radar en Norteamérica.
Sigue siendo un símbolo de la cultura beisbolística cubana, ayudó a desarrollar jóvenes peloteros hasta más allá de sus 80 años. Él vive en un modesto apartamento en La Habana con su nieto Rogelio, y sus cumpleaños son celebrados a nivel nacional. A pesar de una caída reciente, Marrero todavía tiene una gran memoria, escucha los juegos y disfruta discutir sobre los mejores peloteros cubanos del presente.
Nació en un distrito rural en el norte-central, conocido como Sagua la grande y comenzó sus aventuras beisboleras en la granja donde transcurrió su niñez. Las intensas labores que demandaba la pequeña plantaciónde caña de azúcar de su padre, limitaron y moldearon con severidad el inicio de su carrera deportiva. Marrero recordó su juventud durante una entrevista en 1999, la primera de varias que hemos hecho en español a través de los años.
“Soy y siempre seré de la provincia y de los campos”, dijo. “Trabajé muy duro en el campo con mis hermanos mayores para ayudar a mi padre. No había mucho tiempo para el béisbol. Aprendí a fildear pelotas con las manos peladas ¿Sabes como aprendí a lanzar la curva? Practicaba con naranjas grandes y suaves.
“Comencé como jugador del cuadro, jugaba tercera base, pero un día recibí un pelotazo en la cara y perdí varios dientes. Eso fue todo para mí. Pitchear me pareció más fácil y definitivamente más seguro”.
En aquellos días, el circuito amateur cubano de jugadores blancos era mucho más popular que la liga profesional invernal ubicada en La Habana, donde había integración racial. Los peloteros del amateur solo jugaban los fines de semana, y recibían buenos sueldos en empleos suministrados por las empresas que patrocinaban los equipos.
“Gané una gran fama lanzando para el equipo Cienfuegos, ellos me pagaban bien”, dijo Marrero quién era conocido como Connie en Estados Unidos. “Fui el primer pitcher cubano que venció a los Estados Unidos en la Serie Mundial amateur de 1939. No tenía necesidad de jugar con los equipos profesionales de La Habana. Nunca quise firmar un contrato”.
“Pero luego me suspendieron dos veces en la liga amateur. Porque estaba jugando algunos juegos de exhibición al margen, lo cual era ilegal. Había ganado 123 juegos y perdido sólo 39 en siete temporadas, pero me expulsaron. No tuve otra alternativa, Reinaldo Cordeiro me dio un contrato con el equipo de Chihuahua en la liga mexicana, y fui allá en 1945 y gané 28 juegos. Así fue que empecé en el profesional”.
Luego de tres temporadas con los Cubanos de La Habana en la Class B Florida International League, donde tuvo 70 victorias, un no hit no run y efectividad por debajo de 2.00, Marrero debutó en Grandes Ligas en 1950, cuatro días antes de cumplir 39 años. En 1951, lideró a los Senadores con 11 victorias y participó en el Juego de las Estrellas. El record poco llamativo de Marrero de 39-40 y su efectividad de 3.67, fueron producto de su edad y las debilidades de la alineación.
Nómbrele a un compañero de quipo o a un rival de la Liga Americana, y Marrero, le ofrecerá detalles pitcheo a pitcheo de aquellos lejanos juegos. Los cuentos son infinitos, pero el que más le gusta repetir es uno que involucra un supuesto encuentro con el toletero de Boston, Ted Williams.
“Lo que dice todo el mundo es que ponché a Williams y luego le pedí en el clubhouse que me firmara la pelota”, dijo MArrero. “Entonces, la próxima vez que lo enfrenté, largó un cuadrangular y me gritó: ‘Ok, Chico. Encuentra esa pelota y te firmaré la otra’”.
“Siempre me llamaba Chico. Williams era muy amigable y siempre bromeaba conmigo. A menudo me sorprendía en el campo antes de los juegos con Boston y me agarraba por los hombros. Luego trotaba conmigo.
“Pero este chiste del jonrón sólo es una historia más. Nunca ocurrió”.
Menos de una década después que Marrero se retirara de las Grandes Ligas, la política de la guerra fría cambió su tierra para siempre. Y sudecisión de permanecer en Cuba después que Fidel Castro llegara al poder en 1959 tuvo consecuencias difíciles. Marrero ha tenido dificultades con MLB para conseguir una muy necesitada pensión, pero nunca ha parecido lamentar haberse quedado y jugar un papel importante en la construcción de un nuevo béisbol en la postrevolución.
Cuando le pregunté como fue capaz de ser entrenador de campo con noventa años Marrero contestó elocuentemente.
“Bueno, porque el trabajo no tenía que ver con correr”, dijo. “Sólo hablaba con los muchachos. Agarraba la pelota algunas veces. Algunas veces lanzaba la pelota y les decía, ‘La agarras de esta manera’. No es como hace algunos años cuando todavía les pitcheaba en las prácticas. Simplemente tienes que hacer el esfuerzo. Lo hacía porque me gusta mi trabajo”.
Ahora, sin embargo, sus días de trabajo terminaron. Marrero perdió la visión en los últimos dos años y usa una silla de ruedas.
Aún así, su pasión por el juego que ha definido su vida nunca a ha disminuído. Marrero se sienta al lado de la televisión y escucha cada pitcheo de los juegos de la Liga Cubana. Y le gusta emitir sus opiniones sobre los jugadores cubanos del presente y el pasado, comparándolos a través de los años.
“Hoy el juego aquí es mejor que nunca”, dijo Marrero. “Tenemos grandes peloteros, y muchos son los mejores que haya visto”.
Germán Mesa, una estrella del equipo nacional de Cuba en los 1980 y 1990, fue “el mejor shortstop que haya visto aquí”, dijo incluyendo a su antíguo compañero con los Senadores, Willy Miranda.
Martín Digo, por supuesto, fue el mejor que nunca ví”, dijo Marrero, en referencia a una estrella de las Ligas Negras en los años 1920 y ’30 quien está en el Salón de la Fama. “Pero tenemos un gran béisbol ahora, y eso es parte de la sangre cubana”.
En febrero, la última vez que hablamos, Marrero reconoció su crédito por ayudar a moldear a Alfredo Despaigne, el toletero del equipo nacional de Cuba.
“Despaigne es el mejor”, dijo. Lo entrené cuando tenía 13 años. Iba al campo cada tarde y le lanzaba alrededor de 100 pitcheos. Lo hice un bateador de excelente swing”.
Marrero, quién jugó contra el legendario Dihigo en su apogeo como beisbolista y todavía lanzaba práctica de bateo en sus 80 avanzados, es un vínculo viviente con un siglo de orgullosa tradición beisbolera cubana.

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Conrado Marrero fue el pitcher que Daniel Chino Canónico y el equipo venezolano vencieron en la final del Campeonato Mundial de Béisbol amateur de 1941 efectuado en La Habana, Cuba.

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