miércoles, 23 de noviembre de 2011

Cuarenta años de aquel desquite de Luis Tiant ante los Leones del Caracas

Las volutas de monóxido de carbono hacían un tren que llegaba hasta las rampas del garage. Papà se bajó del Plymouth Century. “¿Otra vez estás respirando ese humo? Vente para acá. Te vas a intoxicar y después no vamos a ir para Cumaná”. Corrí hacia la cocina, el desayuno frío develó los brazos en jarra de mamá. “Hasta que por fin te acordaste del desayuno”. Cuando el sol empujaba aquel domingo hacia las once de la mañana, Papá movió la palanca hacia “Drive” y el Plymouth desplazó sus neumáticos por el granzón del trecho de la calle La Florida que empalmaba con la calle Pichincha. “Sweet, sweet, sweet, sweet city woman…I can almost touch you..” Cuando terminó la pegajosa melodía, retumbó en la cabina del carro: “…en los deportes Radio Rumbos presente está…” Le rogué a Papá que dejara esa emisora. Mamá le lanzó una mirada de consentimiento. Me dijo que tendría que explicarle algunas cosas del juego que no entendía.

Al escuchar a Carlitos González decir que Luis Tiant era el pitcher de los Tiburones de La Guaira me trasladé a una noche de enero de aquel 1971 en la heladería del Chino Rincones. Caracas decidía con La Guaira el pase a la serie final* de la temporada de béisbol. Robert Marcano salió de emergente y le bateó un cuadrangular a Tiant para dejar en el terreno al Caracas. Cuando los equipos empezaron sus planes de importación la directiva felina decidió no traer a Tiant. Pedro Padrón Panza, viejo zorro beisbolero, sabía de toda la energía adicional que corre por los músculos de un deportista cuando enfrenta al equipo que lo cambió o dejó libre, por eso contrató a Luis Tiant para la contienda 1971-72.

Aquel 14 de noviembre de 1971**, Papá se detuvo en la bomba de gasolina entre Arenas y Río Arenas. Pasó como media hora hablando con su amigo Nino. Hasta fue a su casa a buscar un pedazo de queso Provolone. Cuando pensaba que me había perdido una parte importante del juego, la ignición del motor trajo la voz de Delio Amado León. “En el cierre del tercer inning viene a batear Barry Lersch. Se prepara Tiant, muestra el número hacia la tribuna central…ahí va una línea bajita por toda la raya de cal, Robert Marcano se zambulle y la atrapa en la malla del guante…” Me pegué del asiento delantero hasta que el Plymouth llegó a las curvas de El Palenque. Unos cien metros antes de llegar al puente de Quebrada Seca, un oso hormiguero atravesó la carretera y Papá frenó. “¿Qué es eso de que lo tienen en tres y dos?”

A la altura de la recta de los cocos, estaban dos muchachos con dos sartas de camacutos y guaraguaras. Papá se detuvo un momento y luego siguió. El cambio de velocidad quedó imperceptible bajo la vehemencia del narrador. “…es un linietazo bárbaro de Davalillo pero de frente al guante de Pipo Correa en el jardín derecho. Sigue Tiant sin permitir imparables. Sólo el inicialista Joe Lis se le ha embasado por boleto. Luego de siete entradas completas La Guaira 3, Caracas 0. Parece que Tiant está decidido a cobrar venganza de su antíguo equipo. Eso siempre pasa cuando un pelotero enfrenta al equipo que lo dejó libre. Es un asunto de honor y hasta de vergüenza. Aún está muy fresca la última temporada de Tiant con el Caracas”. Papá preguntó que era eso de “sin hits ni carreras”. Traté de explicarle pero se le dificultó entender lo que era un hit.

Por los alrededores de Tataracual, Papá hundió los frenos hasta dejar un reguero de negro humo hirviendo sobre el pavimento. Varios muchachitos se precipitaron sobre la ventanilla del Plymouth. Llevaban varios paquetes de papel de cuaderno cerrados con hilo de coser. Mamá escogió dos paquetes y entregó un par de monedas a los muchachos. Las líneas azules del papel crujieron en sus dedos. Varias medias lunas de piel rojiza llegaron a las manos de papá y las mías. “Estos maníces si son grandes Mamá”. “Se dice maníes y son semillas de merey”. Mientras descubría que las semillas de merey eran mejores que el maní, llegó otra oleada del juego. “Tovar batea un roletazo durísimo por el montículo, Tiant dobla hacia su derecha, lanza a primera, out. Parece todo un torpedero”. Carlitos González replicó. “Segunda intervención con el guante de Tiant, en el sexto inning capturó una línea de su rival Barry Lersch que llevaba etiqueta de hit”.

Entre los ecos remotos del aire marino y la frescura campestre afirmada por el canal de regadío que seguía las tortuosidades de la carretera, Papá insistió sobre lo que significaba lanzar sin hits ni carreras. Buscaba entre la vegetación de Los Ipures una imagen que me permitiera ilustrarlo. Hundió el cigarrillo en el cenicero y subió el volumen del radio. “Luego de ocho episodios completos esto sigue 3-0. Y ahora Tiant se detiene de camino al dugout y se pasa el índice por el cuello señalando hacia la tribuna caraquista. Esto le pone más intensidad al juego, amigos. Los caraquistas están entre tristes y furiosos. Sólo se oye la corneta de Lezama sobre el dugout de la izquierda”. En cada curva Papá bajaba la velocidad para evitar ir a dar con el carro en el canal del regadío.

Frente a la entrada de Boca de Sabana, Papá cruzó a la derecha y detuvo el Plymouth junto a una casa de barandas altas. Agarró unos papeles del cojín y dijo que ya venía. Mamá masculló que era domingo, que descansara del trabajo. Èl dio un portazo y gritó en el portón de la casa. La elocuencia de Carlos González y Delio Amado León más los gritos del público me mantenían pendiente del radio. “Tiant mira las señas del receptor. Viene el lanzamiento. Davalillo batea rolling por primera base, la toma Oswaldo Blanco y está consumada la venganza de Luis Tiant señores. No hit no run ante el Caracas. Allí están todos sus compañeros felicitándolo en el terreno. Hay fiesta en la tribuna guairista”. Papá giro la llave de ignición y se acercó al radio. “¿Por qué no me fuiste a llamar para oir el final del juego? Quería saber como termina un juego sin hits ni carreras”. Me quedé mudo y con la boca abierta. Me imaginaba el regaño que me daría si lo interrumpía en medio de una reunión de trabajo.





* Leones y Tiburones jugaban una de las series semifinales de la temporada 1970-71, entonces se jugaba mediante enfrentamientos directos. La Guaira había ganado el primer juego 5-4 en 10 episodios, Orlando Peña se impuso a Ed Sprague. En el segundo encuentro los salados volvieron a ganar 8-2, Larry Gura derrotó a Luis Peñalver. Y en el tercer desafío los escualos concretaron la barrida al vencer 12-10, Héctor Urbano se llevó la victoria y Luis Tiant la derrota.



** Ese juego de comienzos de la temporada 1971-72, Tiant ponchó 7 contrarios. El único corredor que se le embasó a Tiant fue el inicialista Joe Lis, en dos ocasiones por boleto. Lersch tambien lanzó completo, permitió 5 imparables, incluídos el doble de Lou Piniella y el jonrón de Robert Marcano, ponchó 6 y concedió 1 boleto.





Alfonso L. Tusa C.

No hay comentarios: