sábado, 29 de diciembre de 2012
El juego inolvidable de Armando Ortíz. Tres plomazos en el plato
Parece un cuento fantasioso, el caso es que hubo una época cuando los juegos dominicales de la Liga de Béisbol Profesional de Venezuela empezaban a las once de la mañana, al menos en Caracas, Maracaibo y Barquisimeto. Y más allá en el tiempo se jugaba los 24 y 31 de diciembre. En la actualidad muchos se quejarían porque a esa hora y en esos días todavía duermen. Aquellos tiempos encontraban a todo el mundo despierto hace rato. Habían ido al mercado y venían emocionados a escuchar el juego o se iban al estadio. Esta historia comienza la mañana del domingo 31 de diciembre de 1967. Diego Seguí por los Leones del Caracas. Tom Fisher por los Navegantes del Magallanes. Dadas las rutas que transitaba cada equipo, el análisis inicial del encuentro indicaba que el Caracas debía imponerse con relativa facilidad.
Fisher tenía marca de 2-6 y efectividad de 4.06 con los Tiburones de La Guaira. Seguí había ganado sus primeras 8 decisiones.
Magallanes atravesaba una temporada para el olvido, sin embargo sus aficionados seguían asistiendo con fidelidad al estadio. La noche anterior había vencido a Cardenales de Lara, uno de los equipos en lucha por la clasificación. Los magallaneros subieron el volumen de la sirena en el segundo inning. Oswaldo Blanco despachó un doblete entre left y center field. Armando Ortíz siguió con lineazo a lo más profundo del jardín central para apuntarse un triple. Magallanes 1 – Caracas 0. Tanto saltaban los aficionados por la tribuna derecha que parecía que hubiese llegado San Nicolás.
La respuesta caraquista llegó en la apertura del tercer episodio. Luego de un out, Victor Davalillo bateó un fácil elevado a manos de Leo Posada en el centerfield, este perdió la pelota y Davalillo llegó a la intermedia.
De la tribuna izquierda empezaban a sonar cánticos de paliza y amenazas de quemar el barco. Musulungo Herrera adelantó a Davalillo con rodado por segunda base. José Tartabull despachó incogible a la izquierda que trajo el empate en los ganchos de Davalillo. Allí empezó el forcejeo que mantuvo en ascuas los gritos de una tribuna y la otra.
En el segundo episodio Paul Schaal corría en tercera base con un out. César Tovar conectó elevado entre right y center field. Todo hacía pensar que los Leones picarían adelante. Armando Ortíz se desplazó hacia su derecha, luego de atrapar la esférica, palanqueó y metió un strike de aire en la mascota de Ed Herrmann. Armando Rodríguez levantó el puño derecho para decretar el dobleplay. Fischer levantó la mano hacía el jardín central mientras corría hacia el dugout.
Ortíz había llegado a los Navegantes a principio de diciembre de 1967 en un cambio con los Tiburones de La Guaira por el lanzador Aurelio Monteagudo. Desde entonces se propuso demostrarles a los escualos que se habían equivocado con él.
En el quinto episodio Teodoro Obregón corría en segunda base, quiso aprovechar un sencillo de Musulungo Herrera para venirse a la goma. Ortíz activó su brazalete y metió otro misil en la mascota de Herrmann. Lo esperaron, Obregón tuvo que levantar las manos.
Muchos hablan del primer juego de Magallanes en la Serie del Caribe de 1970 como el juego más importante de Armando Ortíz en la liga venezolana, aún resuena aquel jonrón ante el Cy Young de la Liga Americana (1969), Miguel Cuellar. Al conocer los detalles de este juego, se sabe porque el 31 de diciembre de 1967 es el juego que Ortíz nunca olvidaría.
En el sexto episodio Nelson Castellanos corría en tercera cuando Teodoro Obregón despachó otro elevado al jardín central, Ortíz atrapó la pelota y pintó otro strike en la mascota de Herrmann para reventar a Castellanos en el plato con la marca de otro dobleplay. Todo el respaldo defensivo de Ortíz inspiró a Fisher sobre el montículo para seguir dominando los bates caraquistas.
Para redondear un día especial, Armando Ortíz se la desapareció a Diego Seguí en el séptimo episodio para poner a ganar al Magallanes 2-1. El sueño fantástico se había completado, el equipo débil del fondo de la tabla derrotaba a los poderosos Leones. los magallaneros tenían un regalo invalorable de fin de año.
Para el momento aquellos tres outs en la goma significaron un record en la liga venezolana y empató la marca de asistencias para un jardinero que hasta ese momento ostentaba Roberto Moronta desde el 17 de febrero de 1946.
Alfonso L. Tusa C.
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