martes, 18 de diciembre de 2012
Gustavo Gil exaltado al Salón de la Fama de los Navegantes del Magallanes
Este jueves 20 de diciembre los Navegantes del Magallanes exaltarán a los peloteros Vidal López, Luis "Camaleón" García, Ramón Monzant, Jesús "Chucho" Ramos, Lázaro Salazar, Gustavo Gil, Dámaso Blanco, Oswaldo Olivares, Dave Parker, Clarence Gaston, los directivos Carlos Lavaud, José Ettedgui, Edgar Rincones y el narrador Felo Ramírez.
A continuación un texto que escribí a la memoria de Gustavo Gil.
El astronauta.
Gisela apretaba el libro y corría a ver las imágenes en youtube. Tenía varias semanas preguntándole a Sebastián como había sido aquella noche de la llegada del hombre a la luna. Las figuras de los astronautas flotando sobre el polvo lunar la maravillaban. Se había asustado cuando Buzz Aldrin bajó de la escalerilla y recogió el pie. Soñaba que ayudaba a los astronautas a recoger piedras y revisar el ambiente, quizás apareciera un canguro blanco o se oyera el canto de los gallos. Sebastián soltó la carcajada cuando Gisela le preguntaba y le contaba por los astronautas y la luna. Luego de cenar compartieron varios minutos viendo un atlas lunar. Sebastián trató de explicar que en la luna la fuerza de gravedad era una sexta parte de la que había en La Tierra. Los cabellos castaños de Gisela se agitaron. Se agarraba de los brazos de Sebastián y zapalateaba.
Siempre llegaba de la escuela buscando a Sebastián.
__Papá, encontré otro video del Apolo 11. Se ve La Tierra azulita. ¿Porqué es azul?
Sebastián terminaba de teclear en la laptop y alborotaba la pollina de cabellos ondulados. Habló de un tipo de oxígeno llamado ozono que hacía una envoltura sobre el planeta. Un filtro que permite la vida en el planeta. Parte esencial de la atmósfera.
Gisela pegó las manos del vidrio de la puerta, cuando Sebastián carraspeó, notó unos papeles que salían de las últimas gavetas. Se acercó al escritorio y los brazos se le engarrotaron al ver la portada de la revista.
__Papá que bonita esta revista. Nunca la he visto en las librerías.
__Dejó de salir hace más de 35 años. Era mi youtube, mi laptop, mi ipad, mi todo. Todos los jueves la esperaba bajo una mata de almendrón frente a la librería.
La niña levantó tres páginas movidas para ver una fotografía. El crujido del papel amarillento llenó de humedad y polvo el aire. Un estornudo estalló en el dorso de la mano. Varias partículas de saliva rociaron las tramas de la imagen incrustada en las fibras de celulosa. Sebastián sacó su pañuelo y secó el papel. Un pelotero saltaba sobre otro que se deslizaba entre una almohadilla y un terreno arenoso.
__¿Como se llama esta jugada papá?
Sebastíán levantó la revista, aquel jueves pasó todo el trayecto de la librería a su casa imaginando como hacía aquel segunda base para suspenderse en el aire y lanzar a primera base. Había escuchado por radio los pormenores de la acción. Aquella foto coincidía con lo que había visto en su mente mientras el locutor radial se emocionaba.
__Es un dobleplay.
Gisela pasó los dedos por la punta de la nariz y entrecerró los ojos. Se acercó hasta casi confundir sus ojos con el papel. Esa jugada no es así. Había visto infinidades de dobleplays y en todos el segunda base se corre hacia un lado, nunca salta sobre el corredor. Ni Robinson Canó, ni Chase Utley, ni Dustin Pedroia, ni Brandon Phillips, ni José Altuve, ni Ian Kinsler, ni Omar Infante. A ninguno de ellos le pasa por la mente la idea de dar ese brinco.
__Papá ¿porqué ese jugador prefería tirar a primera de esa forma? Así se podía dar un buen golpe.
Sebastián se sobó los antebrazos. Metió las manos en los bolsillos traseros del pantalón. Dio un pequeño salto y aterrizó con los pies separados. Explicó que aquel pelotero era uno de los dos mejores defensores de la segunda base que había nacido en el país. Gustavo Gil desde sus días en el Cartografía Nacional de la liga distrital de Caracas había destacado en la posición. Luego saltó al profesional con el Valencia Industriales. Allí formó una combinación de dobleplays de altos kilates con Teodoro Obregón. Empezaron a llamarlo el Maestro de la segunda base.
__Así es más rápida la jugada. Parece mentira pero en esta época de mejoras técnicas en el juego, esta jugada ha disminuido en velocidad y vistosidad.
Durante la noche Sebastián tuvo que levantarse varias veces. Gisela alzaba los brazos y saltaba sobre el colchón. Si floto. Estoy en la luna. Allá está Neil Armstrong. Mira Gustavo Gil se quedó en el aire y la pelota no se mueve. Sebastián quiso hablarle. La niña seguía apretada a un hilo del espacio sideral, parecía un personaje dibujado en la presentación de “Perdidos en el espacio”. Prendió y apagó la luz varias veces. Gisela cayó en el colchón. Son muchos kilómetros recorridos desde la tierra para venir a dormir. La mañana siguiente Gisela se atragantó con el cereal. Antes que Sebastián se levantara de la mesa le comentó que tenía que inscribirla en un equipo de béisbol. Alida hizo una seña de “eso se le pasa más tarde”. En la noche Sebastián hubo de prometer que al día siguiente preguntaría por un cupo en un equipo de béisbol.
Al terminar la conversación Gisela se soltó de los dedos de Alida. Se metió entre Sebastián y el señor de uniforme glauco y añil. El señor se agachó con las cejas en pedazos. Sebastián titubeaba entre dejar las manos en los bolsillos o tratar de calmar a Gisela. Desde las seis de la mañana solo hablaba del equipo de béisbol y la segunda base. Alida tuvo que aceptar llevarla a la academia de béisbol. Por la manera como hablaba con el manager sabía que aquello le iba a durar mucho más de lo que pensaba. Papá. El señor Prudencio me explico como se llama el movimiento que hacían los segundas bases. Pivot. En inglés quiere decir algo así como girar, saltar. Dice que Gustavo Gil es el segunda base venezolano que mejor ha hecho ese movimiento, inclusive mejor que Marcano Trillo, aunque este fue una estrella en Grandes Ligas.
Alida se llevó las manos a la boca. De inmediato agarró a Gisela. El granito refulgía en la cara de la mujer. Le bañó todas las rodillas con agua oxigenada y Gisela ni movió las pestañas. Varias veces trató de saltar sobre los corredores que iban a segunda base y terminó regada sobre la arena alrededor de la almohadilla.
__¿Porqué no la sacaste del juego Sebastián?
__Parecía un toro bravo. Tenía los zapatos enterrados hasta el centro de la tierra. Los ojos eran de anaconda.
Hasta cuatro veces Gisela cayó en la arena. De inmediato se levantaba y lanzaba la pelota al pitcher. Se iba a un lado de la base y se tapaba las rodillas en posición defensiva. Sebastián intentó entrar al campo. Gisela se iba hasta el right field y amenazaba con saltar la cerca.
Toda la noche esperó sentada frente a las percusiones de la máquina de escribir. Sebastián deslizaba los dedos sobre las teclas, cada campanita al final de la línea hacía levantar la barbilla de Gisela junto a la subida de la página. Quería saber como hacia el segunda base para saltar sobre el corredor sin caerse. Sebastián se pasó la mano por la espalda. Es un proceso. Al principio se va a dar varios golpes. Hay que practicar mucho. Ver como lo hacen los expertos. Empezar a hacer el movimiento sólo. Después ir al campo y ensayar junto al campocorto. ¿No tienes otra revista donde salgan más fotografías? Volvió a tomar el Sport Gráfico. Veía a Gustavo Gil tan arriba en el salto. Le parecía que caminaba en el aire. Es el instante de la foto. Luego caía en la arena sobre sus pies, eso es lo que se perfecciona hasta que lo haces como caminar.
Ajustó varias tiras de adhesivo sobre las rodillas. Varios minutos discutió y rogó ante las manos en jarra de Sebastián. Luego de encerrarse de un portazo. Alida pegó la oreja a la pared del cuarto. Por la rendija de la puerta se quedó de hielo. Gisela giraba el cuerpo frente a la cama. Se retiraba varios metros y emprendía una carrerita, frente a la cama saltaba y caía sobre el colchón. Repitió la rutina hasta que parecía volar. Sebastián habló con Alida. Pasaron varios minutos deliberando. Alida no parecía muy convencida. El abrazo de Gisela y el “Yuupi” cuando Sebastián le dijo que se pusiera el uniforme, terminaron de aflojar los nervios de Alida. En el carro se pasaba los dedos por las manos. Contaba las veces que iba a saltar sobre segunda base. Tienes que estar preparada para jugar donde te pongan. Cada posición tiene su encanto.
Papá ¿y Gustavo Gil también se rompía las rodillas? Sebastián cambió la palanca a drive y el carro saltó hacia el medio de la calle. Buscó en el retrovisor hasta encontrar los cabellos de Gisela enroscados en la frente. El sol rodeaba un cuadrado de nubes sobre los árboles del estadio. Varios impactos rebotaron sobre el carro en el estacionamiento. Gisela arrugó la cara y metió el guante bajo el brazo. Yo quiero jugar. Los goterones mojaron la grama y la arcilla del infield. Alida sugirió regresar. Gisela se pegó a la ventanilla. Hay sol mamá, seguro que ahorita escampa. Al bajar la intensidad de las gotas, Sebastián apagó el motor. Gisela sacó una mano y dijo que el agua se había ido. Antes que Alida volteara la niña abrió la puerta y corrió hacia el campo. Tocó la grama y anduvo en puntillas entre tercera y segunda base. Un señor salió del dugout. ¡Eres una fiebrosa! Hay que esperar que caliente el sol.
Corrió hasta la grama detrás de segunda base. La imagen de los astronautas agarrados de una cuerda en el espacio sideral le hacia voltear cada dos segundos hacia segunda base. Pasaba minutos soldada a youtube. Soñaba con levitar sobre aquellos confines y agarrarse de la cuerda hasta agarrar la pelota y soltarla a primera. Empezó a lanzar la pelota hacia el cielo y giraba hasta atraparla. El resto de los niños saltó al campo. Un niño que jugaba campocorto se quedaba mirando con ojos de sorpresa los ensayos de pívot de Gisela. Se llevó el índice al oído hasta que la niña agarró su entrega y desde el aire casi lanza a primera. Cayó sobre las rodillas. Una foto de Gustavo Gil a un costado de segunda base luego que un corredor lo atropellara invadió su mente. La sucesión de gráficas mostraba como el vuelo del segunda base se vio afectado porque le entregaron la pelota muy abajo.
Batearon un roletazo entre segunda y tercera base. El campocorto agarró la pelota hacia adelante. Gisela titubeó al ver la pelota salir de su compañero. De primera base venía un niño corpulento como un tren. Deseó tener los resortes que tanto había soñado adherir a sus zapatos, tal como una vez hizo el ratoncito Jerry para escapar de Tom el gato. Había pasado toda una mañana sabatina husmeando el colchón. Sebastián tosió y le dijo que los resortes del colchón eran muy grandes y era difícil adaptarlos a sus zapatos. Gisela saltó varias veces sobre el colchón hasta llegar a las tres cuartas partes de la pared. Corrió hacia la almohadilla, agarró la pelota justo cuando empezaba a caer. Su salto tropezó con los zapatos del corredor y cayó con las manos por delante. El árbitro canto quieto. Gisela reclamó que había saltado sobre la base. En las Grandes Ligas los árbitros han cantado out más de una vez en una jugada así.
Gisela pasó toda la tarde preguntándole a Sebastián porque los árbitros de Grandes Ligas cantaban out esa jugada y el árbitro que le había tocado la sentenció quieto. Además yo agarré la pelota mucho antes que llegara el corredor. Pero ganaron el juego hija, eso es lo importante. Hay que seguir adelante. Los árbitros son seres humanos, se equivocan, o tienen distintos puntos de vista sobre una misma jugada. Pero las reglas son las mismas Papá. Deberían recordarse de eso. Gisela intentó ir a la oficina. Vamos a comer primero. Gisela fue la primera en terminar la comida. Alida dijo que iba a tener que pensarlo mejor y mandarla a jugar más seguido. Ni siquiera probó el postre. Sebastián la encontró registrando las páginas de Sport Gráfico. No aparece ninguna foto donde haya una jugada parecida. Papá ¿por qué no llamamos a Gustavo Gil y le preguntamos por esa jugada?
Sebastián buscó a Pulgarcito, Hansel y Gretel, Tío Tigre y Tío Conejo, Buzz LightYear y Buddy, el Patito Feo, el ratón Miguelito y cucarachita Martínez. Gisela se escondía bajo la almohada. Ninguno de ellos tenía el teléfono de Gustavo Gil. Papá no quiero ninguno de esos cuentos. Sebastián hubo de improvisar varias canciones infantiles con letras sobre jugadas en segunda base y las carreras que daban los árbitros ante jugadores furiosos por sus sentencias. Pronto las zetas brotaron de los labios de Gisela. Sebastían salió en puntillas. Pasada la media noche volteó hacia la almohada de Alida, dormía apaciblemente. Seguía oyendo una conversación amortiguada por las paredes. En la puerta quedó paralizado. “Señor Gustavo Gil ¿Cómo hace usted cuando un árbitro canta quieto cuando usted tenía la pelota un minuto antes que llegara el corredor? No, no me puedo tranquilizar porque está perjudicando a mi equipo”.
Sebastián adelantó dos pasos hasta una lámpara de pedestal. Se agachó con la mano en la barbilla. “Yo he visto varias fotos de usted discutiendo con los árbitros con la boca muy abierta. Eso no es quedarse tranquilo”.
Varias veces la almohada subió en el espaldar, la cobija estrujó todas las sonrisas de Hello Kitty. Gisela disparaba a diestra y siniestra. La voz a la distancia parecía rodar en una carretera llena de baches. Y ¿Cómo hace usted cuando le dan un golpe duro en una jugada en segunda base? Pero es que a veces los tacles son tan fuertes que provoca quedarse en el piso. Y a veces hay cortaduras. ¿Con que detiene la sangre? Eso es lo que más me asusta. ¿Dónde consigo aceite de palo, hojas de árnica y pencas de sábila? Sólo he visto las pomadas que venden en la farmacia. Voy a decirle a mi papá para que las consiga en el mercado o en el campo. Si, es una posición muy dura, pero es la que me gusta, porque hay que estar de acuerdo con el short stop, y hay que estar pendiente a la vez de la pelota y del corredor que viene de primera, también del pitcher cuando hay corredor en segunda, hay que saber cuando se va a voltear”.
Sebastián intentó acercarse a la cama. Gisela pestañeó varias veces. Saltó en punta de pie hasta el mueble de la ventana. “¿Por qué a los segundas bases los llaman camareros señor Gustavo? Pero los short stops también hacen las mismas acrobacias. ¡Ahora entiendo! El segunda base recibe la pelota y después tiene que girar en el aire para lanzar a primera base, y todos en fracciones de segundo. Igual que cuando un camarero lleva una bandeja a una mesa, deja unos platos y después se da la vuelta y se dirige a entregar unos vasos en la mesa de enfrente. Para que usted vea yo siempre lo comparé a usted con un astronauta. La fotografía de Sport Gráfico donde usted aparece flotando sobre segunda base me hizo recordar las imágenes de Neil Armstrong y Buzz Aldrin en la luna. Parece como si tuviese alas en los tobillos”.
El resto de la noche Sebastián siguió escuchando voces apagadas a través de las paredes. Aún le costaba entender aquella conversación telefónica. Ya hubiese querido intercambiar pareceres con tal dominio del tema. Se cepilló a velocidad de luz. Sin llegar a la mesa empezó a charlar con Alida. Toda la noche se la pasó escuchando la disertación de cómo jugar segunda base. Una niñita llamada Gisela habló con Gustavo Gil como si fuera su manager. Gisela arrugó el entrecejo y dejó la cucharilla sobre el plato de cereal. ¿De que hablas papá? Sólo conozco a Gustavo Gil por la fotografía de tu revista. ¿Seguro que no te acuerdas de cómo discutías con el señor Gil? ¿De cómo se hacía para discutir con un árbitro? Mamá llévame a la escuela por favor. Mi Papá está inventando cosas. Ya no le voy a decir que me lleve al estadio.
La puerta giró, partículas de polvo flotaron sobre la luz atenuada que llenaba de atardecer la persiana. Una chemise blanca deslizó entre las sillas de semicuero negro y los bordes de fórmica que contenían el escritorio. Gisela levantó los dedos en busca de los ojos que revisaban unos papeles sobre el rodillo de la máquina de escribir. Apenas salía un susurro de sus labios. Papá ¿Cuál es tu segunda base preferido? Hay varios. Había un señor llamado Charlie Gehringer, lo llamaban el hombre mecánico por lo preciso de sus movimientos. También Nelson Fox, fue muy importante para Luis Aparicio. Marcano Trillo, magistral. Roberto Alomar, muy bueno. Gisela metió los dedos en la palma de la mano. Pero ninguno hacía esa flotación de astronauta de Gustavo Gil.
Alfonso L. Tusa C.
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