sábado, 19 de enero de 2013

Remontada cardíaca.

Dámaso Blanco lo había anunciado temprano en el juego, “Mario Lisson tiene un jonrón para el juego de hoy”. Cuando las lanzas de los Caribes apuntaban los cuellos de los Navegantes maniatados alrededor de una fogata en el octavo inning, se apareció Reegie Corona con Erold Andrus y Ramón Hernández embasados por boleto. La tribu había atrapado uno a uno todos los intentos de la tripulación por soltar las ataduras y dominaban las acciones 6-1. Corona sacó una bengala entre las ligaduras y prendió un resplandor que pintó el 6-4 en la pizarra. Aún con los indígenas vociferando alrededor de los prisioneros, Lisson logró sacar una bazuca de la espalda para traer las carreras de Elvis Andrus (sencillo) y Eliezer Alfonzo (boleto), Darwin Pérez salió de corredor emergente, el cielo parecía el mediodía más intenso. La pelota se incrustó en las gradas del jardín central. Me parecía vivir aquel sexto juego de la Serie Mundial de 1975. Primero jonrón de 3 carreras de Bernie Carbo para empatar a 6 en el cierre del octavo. Luego vuelacercas de Carlton Fisk en el inning 12 para que Boston venciera 7-6 a Cincinnati. Anoche casi volví a saltar en el colchón como aquella fría noche de octubre en mi cuarto de la casa de mis padres en Cumanacoa. Gabriel García y Luis Chirinos (ganador del juego), entre otros, mantuvieron alejados a los Caribes. Pero la proximidad del desenlace los hacía encimarse. Enrique González llegó con un balde de arena y los neutralizó lanzándosela a los ojos hasta el out 26. Luis Sojo le dio el balde a Atahualpa Severino y este se lo pegó a Oswaldo Arcia. Entonces vino Jean Machí y terminó de cegar a los Caribes. Los Navegantes rompían las ataduras y regresaban al barco con un botín de dos juegos en Puerto La Cruz, una meta pocas veces alcanzadas en los últimos años. Alfonso L. Tusa C.

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