miércoles, 20 de enero de 2016
El largo camino de Luebber, 29 años en la pelota de ligas menores.
Brad Myers, The News Journal. 14-07-2015.
Ex grande liga en su novena temporada en Wilmington.
Wilmington. Steve Luebber no lo ha visto todo en el beisbol. Pero ha visto tanto como cualquiera.
Él lanzó en partes de cinco temporadas de Grandes Ligas, dispersas en 10 años. Con los Mellizos de Minnesota en 1976, estuvo a un out de lanzar sin hits ni carreras ante los Rangers de Texas.
Él lanzó 19 temporadas en las ligas menores, incluyendo un período de ocho innings en el juego más largo del beisbol profesional.
Él ha servido como coach de pitcheo de los Blue Rocks de Wilmington los últimos nueve años, parte de 29 temporadas de entrenamiento en las ligas menores.
Así que Luebber tiene algunas historias que contar.
“Él tiene algunos cuentos para usted, de seguro”, dijo el manager de los Blue Rocks, Brian Buchanan con una sonrisa.
Empecemos con porqué Luebber ha estado año tras año en Wilmington. Eso es una rareza en el beisbol de ligas menores, donde los managers y coaches usualmente cambian cada temporada, como los peloteros.
Los Blue Rocks son el equipo de Clase A fuerte de los Reales de Kansas City. Aquí los jugadores están a tres pasos de las mayores, y el trabajo de Luebber es ayudarlos a avanzar.
Luebber ha sido coach en cada nivel de las ligas menores, Liga de Novatos, Clase A Débil, Clase A Fuerte, AA y AAA. Él sabé lo que hace falta para llegar a la siguiente parada.
“A los Reales les gusta el hecho de que yo tenga experiencia en todos esos niveles, porque eso nos da la oportunidad de darle a estos pitchers una idea de cómo es lanzar un nivel por encima”, dijo Luebber. “Eso es lo que les digo todo el tiempo. Los envío que espero que hagan son envíos de Grandes Ligas, no envíos de Clase A”.
Casi todos los jugadores de Clase A Fuerte tienen entre 19 y 23 años de dad. Una vez que se mueven a AA y más allá, competirán contra jugadores con mucha más edad y experiencia.
“Pienso que este es un nivel crítico para el desarrollo”, dijo Buchanan. “Desde aquí hasta AA es un gran salto. A la organización le gusta tenerlo aquí, y él hace un gran trabajo en este nivel al conseguir que los pitchers lleguen hasta AA”.
“En este nivel, tienes que empezar a aprender a mantener los corredores pegados a la base, y tienes que mantener la pelota baja”, agregó Buchanan. “En los niveles inferiores, pienso que te puedes defender con tus lanzamientos. Si tienes lanzamientos aquí y loos dejas en el medio del plato, te van a batear. El reza porque lancen la pelota abajo”.
Flexibilidad.
Luebber ha ayudado a muchos de los prospectos de pitcheo de los Reales a avanzar más rápido de lo esperado, y lo ha hecho con un acercamiento flexible.
“Veo a muchas personas quienes dirigen o entrenan, y solo están interesados en personas quienes puedan jugar el juego a su manera”, dijo Luebber. “Algunos coaches de pitcheo, tienen una sola manera en la que quieren entrenar, una talla sirve para todos”.
“Pero esa no es la forma como son los muchachos. Todos ellos son diferentes en altura y brazos y velocidades. Para mí una talla no sirve para todos. Hay que ser capaz de entrenar en muchos estilos diferentes”.
El pitcher de los Blue Rocks Andrew Edwards ha llegado a conocer a Luebber mientras ha pasado partes de las últimas tres temporadas en Wilmington. El espigado derecho dijo que Luebber trata a cada pitcher de manera diferente.
“Él es muy individualizado en su entrenamiento”, dijo Edwards. “Él definitivamente me ha dado mucha confianza en el montículo. Mi primer año cuando vine aquí, yo era nuevo en el beisbol profesional y no sabía lo que ocurría. Él me tranquilizó y me dio confianza”.
“Él conoce cada pitcher que tiene. Los estudia durante el juego, y a través de la temporada el puede descubrir cualquier mínimo detalle que estés haciendo mal. Él puede salir a hablar contigo y hacer que vuelvas a dar lo mejor de ti”.
Una noche gloriosa
La carrera de Luebber en Grandes Ligas nunca arrancó. Lanzó en 66 juegos en el nivel más alto del beisbol, inició 24 y terminó 19. Sus estadísticas vitalicias: 6-10 con 4.62 de efectividad y tres salvados.
Pero él tuvo una noche gloriosa, 7 de agosto de 1976, cuando subió al montículo por los Mellizos ante Texas en el viejo Arlington Stadium.
“Yo estaba colocando bien mis lanzamientos quebrados”, dijo Luebber. “Las cosas estaban saliendo bien. Solo hubo una jugada difícil, y Rod Carew logró completarla”.
Luebber, entonces de 27 años, tenía juego sin hits ni carreras con dos outs en el noveno inning cuando el tercera base de los Rangers, Roy Howell fue al plato. Los primeros dos lanzamientos fueron strikes.
“Entonces hicimos un lanzamiento basura”, dijo Luebber. “Entonces lancé otro pitcheo adentro, y él fouleó. Hicimos otro pitcheo algo afuera, un buen envío. Y entonces hicimos el pitcheo que pensábamos era el tercer strike, y no fue cantado. El cátcher empezó a levantarse, pero no fue cantado. Entonces bateó de foul otro pitcheo”.
Por cinco pitcheos, estuvo a un strike de un juego sin hits ni carreras. Y entonces, en el sexto pitcheo…
“Entonces el consiguió el sencillo por el medio”, dijo Luebber.
Howell siguió hasta tercera base cuando la pelota pasó entre las piernas del jardinero central Lyman Bostock. Entonces Mike Hargrove sencilleó a la derecha para hacer anotar a Howell y privar a Luebber del blanqueo. Bill Campbell fue a relevar para conseguir el tercer out y los Mellizos ganaron 3-1.
Los padres de Luebber estaban escuchando la transmisión diferida del juego de los Mellizos en su hogar de Joplin, Missouri. Luego de hablar con los medios y ducharse, él llamó a su madre.
“Fui a buscar un teléfono, porque sabía que ella iba a estar escuchando”., dijo Luebber. “Era como el octavo inning en el radio. Llamé y ella dijo, ‘¿Lo conseguiste?’ Dije, ‘No’. Y entonces le conté lo que pasó”.
Esa sigue siendo la memoria favorita de Luebber de su carrera como jugador activo, aunque hay otras.
En 1975, él lanzó siete innings sin hits ni carreras para el Tacoma AAA en lo que se suponía iba a ser un juego de siete innings como parte de una doble cartelera en Salt Lake City. Pero el juego estaba sin carreras y fue a extrainning. Tacoma anotó cinco carreras en la parte de arriba del octavo inning, y con dos outs en el cierre del octavo, Luebber perdió su no-hitter en un elevadito que cayó detrás del tercera base.
Él también ponchó 15 y no permitió carreras en ocho innings en otro juego para Tacoma, y perdió. Pero Luebber se convirtió en parte de la historia otra vez el 18-19 de abril de 1981, en Pawtucket, Rhode Island.
Él lanzó ocho innings para el Rochester AAA en el juego más largo del beisbol profesional jamás jugado. Su trabajo ocurrió desde el décimoquinto inning hasta el vigésimosegundo, los equipos batallaron por 32 innings antes de parar a las 4:07 a.m. con el juego aún igualado a 2.
El juego se reanudó e 23 de junio, la próxima vez que Rochester viajó a Pawtucket. Ante un estadio repleto con 5.746 aficionados y 140 reporteros de todo el mundo. Dave koza empujó la carrera ganadora en el cierre del inning 33 para que Pawtucket ganara 3-2.
Cal Ripcken Jr. jugó para Rochester, se fue de 13-2 en ese juego. Wade Boggs era parte de la alineación de Pawtucket, terminó de 12-4. Luebber dijo que una de las razones por las que el juego fue tan largo fue porque fue jugado una noche fría con el viento soplando hacia el plato, dificultando que se anotaran carreras.
“Era una buena era, por muchas razones”, dijo Luebber. “Fui afortunado de jugar con muchos buenos jugadores, inquilinos del Salón de la Fama, Carew y Harmon Killebrew, tipos como Edie Murray, cal Ripken, y todos esos tipos”.
Experiencia inigualable
Sume todo eso y Luebber ha lanzado en docenas de estadios profesionales en todo Estados Unidos. Y no olvide el beisbol invernal, en Venezuela y Puerto Rico.
“He iniciado, he relevado, he hecho todo eso”, dijo él. “Sé de donde vienen. Sé lo que debe hacer un cerrador, lo que un abridor necesita hacer para llegar lejos en el juego”.
Ashton Goudeau está entre los pitchers actuales de los Blue Rocks que se benefician de la sabiduría de Luebber.
“Él es muy directo”, dijo Goudeau. “Él siempre te dice lo que piensa directamente. Respeto eso. És un coach muy directo, y nosotros lo escuchamos”.
Goudeau, otro derecho espigado, tiene marca de 5-2 con efectividad de 2.22 hasta el momento esta temporada.
“Mucho tiene que ver con enseñarnos cuando lanzar ciertos envíos”, dijo Goudeau. “Él trabaja con nostros en los conteos, los mejores enfoques para retirar a los bateadores en diferentes situaciones”.
Mucho tiempo en Wilmington.
Luebber fue coach con las organizaciones de los Padres, Orioles, Rangers y Marlins antes de unirse a los Reales en 2006. Él pasó una temporada en Burlington, Iowa, antes de ir a Wilmington, donde ha estado desde entonces.
“Ellos hacen un gran trabajo aquí”, dijo él de la atmósfera en Delaware.
“La asistencia siempre es muy buena, y esto es un gran punto. He estado en lugares que no eran tan buenos, no eran tan amenos”.
“A él no le importaría mudare al equipo afiliado de los Reales en AA en Northwest Arkansas, el cual está a solo 78 millas de su hogar en Joplin. Pero él mira hacia su larga carrera en el beisbol como una bendición.
Nunca ha tenido una cirugía, y aún lanza la pelota todos los días. Y si los Reales de Kansas City aun quieren que él sea coach en Wilmington el próximo año, él regresará para otra vuelta en la Carolina League.
“Cada grupo es un poco diferente, trae una energía un poco diferente a tu año”, dijo Luebber. “Siempre buscas progreso. Como coach, si no buscas eso, no deberías ser coach. Aun busco eso”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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