jueves, 15 de junio de 2017

El cambio de José Peraza por Gabriel García y Amalio Díaz.

Teóricamente cuando se hace una transacción en el beisbol, el objetivo primordial reside en mejorar la estructura del equipo, hacerlo más competitivo, o acelerar las etapas culminantes de un proceso de reconstrucción. Sin embargo a veces ese propósito pareciera diluirse en la particularidad de una liga como la venezolana donde hasta muchos novatos tienen restricciones para jugar. Entonces interviene un nuevo elemento en la planificación de las transacciones, la disponibilidad del pelotero para jugar en LVBP, ¿es realmente factible? ¿en cuantos juegos participaría el pelotero adquirido? ¿en cuantas temporadas? Algunas gerencias deportivas, parecieran olvidar profundizar esas interrogantes y sus consecuencias. Ese pareciera ser el caso de los Navegantes del Magallanes quienes ya la temporada pasada ejecutaron un cambio de características similares cuando enviaron a Cardenales de Lara a los lanzadores David Martínez y Jesus Sánchez por el refulgente as de los Marineros de Seattle, Felix Hernández. Hasta el más desinformado aficionado sabía que el cambio tuvo su origen en el capricho del serpentinero de ligas mayores por enfundarse en la camiseta magallanera. En la superficie, el cambio pareciera un tiro al piso a favor de la causa náutica, pero al empezar a profundizar en la realidad de la rutina anual de Hernández en grandes ligas, se concluye que será extremadamente difícil que él vuelva a subir al montículo para defender a los Navegantes por lo menos hasta que haya transcurrido el resto de sus mejores años en la gran carpa. Entonces se entiende a la perfección el punto de la gerencia de Cardenales al decir que recibieron dos pitchers que estarán disponibles casi toda la temporada, por nada, porque Hernández apenas si jugó con ellos, hace mucho tiempo. Quizás Peraza no muestre el mismo status que Hernández, al menos por el momento, pero si es considerado una de las grandes promesas para apuntalar desde ya a un equipo de Cincinnati que aspira competir por trascender a la postemporada. Ese elemento debió ser analizado minuciosamente por la oficina magallanera ¿En cuantos juegos podría participar Peraza con Magallanes? ¿Estaría disponible para la postemporada venezolana? ¿Encaja dentro de la química del equipo? ¿Cuál es la posición de la gerencia de Cincinnati? Se puede entender que era el momento de negociar a García y Díaz, pero si se entrega a dos peloteros quienes actuarán en más de la mitad de la temporada, se debe aspirar a recibir peloteros quienes jueguen en una proporción similar, de otra manera estaríamos en presencia de otro cambio platónico, caprichoso, absurdo. Esperemos a septiembre, octubre, noviembre, diciembre. Primero a ver que ocurre con los Rojos de Cincinnati. Luego a ver que tan dispuesto se muestra Peraza a jugar en LVBP después de la temporada de MLB. También que piensa y sugiere la gerencia de Cincinnati para ese momento. Como está la situación país. Sin tener una bola de cristal, se puede visualizar el intrincado laberinto a recorrer para que Peraza juegue al menos en un momento de la temporada cuando Magallanes de verdad lo necesite. Por lo cual habría que llegar a la triste conclusión de que una vez más se entregó peloteros de todos los días en LVBP por peloteros de gran talento que difícilmente jugarán aquí. Alfonso L. Tusa C.

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