martes, 30 de agosto de 2016

Gary Waslewski: El coraje de un pitcher.

Aunque había discutido con mucha vehemencia con sus compañeros de primer año de bachillerato sobre la oportunidad de los Medias Rojas de Boston en la temporada de 1967, hasta el punto de molestarse con algunas amistades que lo tildaron de loco y soñador, Basilio, en lo más profundo de su consciencia sabía que dificilmente aquel equipo de Boston saldría del lugar sotanero que había ocupado en la temporada de 1966, por más que el nuevo manager Dick Williams pregonara que las cosas iban a cambiar, que iban a ganar muchos más juegos de los que perderían. Por eso se tomaba muy relajadamente, con mucha calma y hasta algo de indiferencia, las primeras señales que empezó a dar aquel equipo, las demostraciones de entrega y dedicación de un grupo de peloteros, muchos de ellos desconocidos. Solo sonrió cuando se enteró que en Boston habían asumido la canción “The Impossible Dream” como el himno del equipo. Hasta que sintonizó en la onda corta el juego del jueves 15 de junio de 1967. Medias Blancas de Chicago versus Medias Rojas de Boston, el narrador hablaba emocionado. Sin conocer una palabra de inglés, Basilio podía entender que había un gran ambiente de expectativa en Boston y que por Chicago abriría Bruce Howard mientras que por Boston iniciaría Gary Waslewski. Algo brilló en el fondo de su mente al escuchar ese nombre. Sabía que no podía descuidarse mucho con el juego porque los exámenes finales estaban por comenzar y sabía que Hilario iba a pasar por su habitación a eso de las nueve de la noche para ver si había estudiado. Ahora lo veía con claridad, Howard había venido a reforzar a los Navegantes del Magallanes hacia finales de la temporada 1965-66 y en el playoff semifinal. Waslewski había jugado con Magallanes desde el principio de esa temporada donde dejó marca de 7-8, con 3.26 de efectividad en 110.1 innings lanzados, recetó 97 ponches y concedió 32 boletos. De inmediato burbujeó en su mente el juego que más recordaba de Waslewski con Magallanes. El 5 de noviembre de 1965 los Navegantes visitaron el José Bernardo Perez para enfrentar al Valencia Industriales. Por los Industriales abrió Roberto Muñoz. Magallanes empezó ganando cuando en el segundo inning luego de un out, Owen Johnson bateó sencillo a la izquierda y luego que sus compañeros lo adelantaron hasta tercera base, anotó por passed ball del receptor Duke Sims. En el tercer inning, Magallanes amplió la ventaja mediante pelotazo a Tommie Agee quien luego anotó cuando el sencillo de Tommy Helms hizo cometer error al jardinero central Teolindo Acosta. En el cierre de ese tercer inning los Industriales igualaron el marcador. Teodoro Obregón negoció boleto y pasó a la intermedia por toque de sacrificio de Muñoz quién también logró embasarse. Teolindo los adelantó con roletazo por tercera base y Gustavo Gil despachó sencillo impulsor para empatar la pizarra. A partir de ese momento, el forcejeo de doce innings que mantuvo Waslewski con Muñoz hasta el décimo inning y después con Miguel Fresneda hasta el episodio décimoquinto, cobraba más fuerza en la memoria de Basilio a medida que avanzaban los episodios de aquel juego del 15 de junio de 1967. Howard dispersó 7 imparables de los Medias Rojas en los primeros siete innings del juego, concedió 2 boletos y recetó 6 ponches antes de salir por el emergente Smokey Burgess en la apertura del octavo inning. Waslewski permitió 6 imparables en nueve innings, concedió par de boletos y ponchó cinco. Wilhelm lanzó el octavo y noveno episodios por los patiblancos y el juego se fue igualado sin anotaciones al décimo inning. Entonces luego de permitir sencillos a Ron Hansen y Al Weis, Williams trajo a Wyatt para relevar a Waslewski. Ed Stroud, quién había sustituido a Hansen como corredor emergente fue retirado de cátcher a tercera. Ward salió de emergente por McNertney y sorbió ponche. Kenworthy emergió por Wilhelm y también fue ponchado. Basilio empezó a temer que el resultado de ese juego iba a ser distinto del que Waslewski había lanzado ante el Valencia Industriales, cuando terminó lanzando las 16 entradas de un encuentro que Magallanes ganó 5-3. En la apertura del décimosexto inning Oswaldo Blanco despacho doble y llegó a tercera base mediante infield-hit de Domingo Carrasquel. El manager George Noga, ordenó toque de sacrificio a Leopoldo “Chingo” Tovar que hizo cometer error en tiro al inicialista Lee May, con lo cual Blanco anotó la tercera carrera magallanera mientras Carrasquel llegaba a tercera y Tovar a segunda. Desde allí anotarían mediante petardo de Agee. Los Industriales intentaron rebelarse en el cierre del inning pero Waslewski apretó el brazo para conseguir el out final. Entre las interferencias radioléctricas, Basilio escuchó que Walter Williams inició la parte de arriba del undécimo inning con doble a la izquierda y pasó a tercera base cuando Don Buford bateó rodado hacia primera base donde fue retirado sin asistencia. Agee se ponchó, pero Ken Berry soltó imparable a la derecha que ponía a ganar a los Medias Blancas 1-0. Berry fue out en segunda de cátcher a shortstop. Las esperanzas de Basilio empezaron a desvanecerse cuando en el cierre de ese inning Buzhardt dominó a Carl Yastrzemski con elevado a la derecha y a George Scott con línea a primera base. Todo parecía sentenciado, un gran trabajo de Waslewski desperdiciado. Cuando Basilio se disponía a apagar el radio, el narrador levantó la voz: “…a base hit,,,it’s a base hit by Joe Foy…” Dudaba si se había quedado dormido y soñaba todo lo que vociferaba el narrador o si la imaginación le estaba jugando una broma. La sombra de Hilario en el marco de la puerta le trajo a la humedad de aquella noche de junio, y aunque sabía que se aproximaba un regaño, Basilio tomó el radio y se lo llevó a la oreja “…it’s a tremendous shot,,,the ball flies higher and highers and it’s gone over the green monster…it’s a wlak off homer by Tony Conigliaro and the Boston Red Sox beat the Chicago White Sox, 2-1…” No le importó que Hilario le ordenara bajar el volumen del radio, ni que lo obligara a levantarse a estudiar a las cinco de la mañana. Basilio ahora si estaba convencido que aquel equipo de los Medias Rojas de Boston de 1967 si iba en serio por el banderín de la Liga Americana, y aunque había otros tres equipos en dura lucha por el primer lugar, Basilio aprendió a sufrir y celebrar con cada derrota y triunfo de aquel equipo. Por eso mucho tiempo después, siempre regresaba a sus revistas y recortes de periódicos de aquella temporada de 1967. En esta ocasión se enfocó en la colaboración del pitcher novato Gary Waslewski, su actuación en el sexto juego de la Serie Mundial que forzó un séptimo encuentro ante los Cardenales de San Luis, y cuales otros juegos importantes había lanzado Waslewski después de 1967. Lo desgastado e incompleto de los últimos recortes de periódicos punzaron más profundo en la curiosidad de Basilio, había leído de unos juegos de Waslewski con los Expos de Montreal. Tenía que saber más detalles de esos juegos. Hurgó y registró en internet, hasta que el buscador Google, le remitió a un portal de beisbol donde además del box score del juego reportaban las incidencias jugada por jugada. El primer juego ocurrió el domingo 6 de julio de 1969 en el Connie Mack Stadium de Filadelfia. Esa tarde, Wasleswki subió al montículo por los Expos y Grant Jackson por los Filis. Para sorpresa de Basilio, el venezolano José Herrera jugaba en el jardín izquierdo de los Expos y en el propio primer episodio empujó las primeras dos carreras de la novena canadiense mediante doble al centro que remolcó a Bob Bailey y Coco Laboy. Waslewski retiró en orden a los primeros 12 bateadores de los Filis. En el quinto inning Joseph le abrió con imparable. A partir de ese momento Waslewski retiró otros 10 Filis en fila hasta que concedió boleto a D. Johnson con un out en el octavo inning. En la apertura del séptimo inning Waslewski colaboró con su causa al empujar con doble a la izquierda las carreras de José Herrera y Bobby Wine. En el noveno Montreal marcaría su quinta anotación y Waslewski terminó lanzando un blanqueo de 1 imparable y un boleto. El otro juego taladró más profundo en la curiosidad de Basilio. La noche del martes 5 de agosto de 1969 en Parc Jarry, Waslewski se fajó por nueve episodios con el abridor de los Bravos de Atlanta, Jim Britton. Desde el segundo hasta el sexto episodio Wasleswki retiró 12 bateadores de Atlanta en fila. En la apertura del noveno inning, con hombres en primera y segunda y un out, Orlando Cepeda la rodó por el campocorto y luego de hacer el out en la intermedia, el segunda base Gary Sutherland metió la pelota en el dugout, lo cual permitió la carrera que terminaría dándole el triunfo a Britton y los Bravos. Waslewski lanzó 9 entradas, permitió 4 imparables, 1 carrera sucia, concedió 3 boletos, recetó 1 ponche. Mientras Britton en 9 entradas, permitió 6 imparables, 0 carreras, 2 boletos, 6 ponches. Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Defensiva reconocida.

Torii Hunter y Doug Mientkiewicz de los Mellizos de Minnesota están orgullosos de su trabajo con el guante. El jardinero central y el primera base de Minnesota capturaron los honores del guante de oro por su juego defensivo en 2001. Jim Souhan. The Minneapolis Star Tribune. Baseball Digest. Junio 2002. Ellos cubren más terreno que la hojarasca, pasan más tiempo en posición horizontal que los practicantes de trineo y comparten esa clase de respeto mutuo usualmente reservado para los corajudos. Pero hasta noviembre pasado, Torii Hunter y Doug Mientkiewicz solo tenían quemaduras de grama artificial que mostrar por sus demostraciones de fildeo. Ese día fueron premiados con el Rawlings Gold Gloves, indicando que eran los mejores fildeadores en sus posiciones en 2001. “Empecé a llamar a Torii en ese momento para felicitarlo”, dijo Mientkiewicz. “Su teléfono celular estaba ocupado. Finalmente, me di cuenta que nos estábamos llamando mutuamente. Esperé un segundo, y la llamada de Torii entró”. En 2001, luego de años de rebotar en la organización de los Mellizos, Hunter y Mientkiewicz se convirtieron en celebridades del beisbol de la manera más difícil, con cuero no con madera. En la superficie, el delgado jardinero central y el cuadrado primera base tienen poco más en común. Mientkiewicz creció en Miami desempeñándose como catcher en el equipo de una escuela secundaria privada junto a Alex Rodríguez y se convirtió en primera base estrella en Florida State University antes de ser seleccionado en la quinta ronda del draft de 1995. Hunter creció en Arkansas, jugando campocorto en una escuela secundaria pública antes de convertirse en escogencia de primera ronda de los Mellizos en el draft de 1993 y empezar un largo y a veces difícil ascenso en las ligas menores. Pero fue juntos que ellos llegaron como peloteros de impacto simultáneamente en 2001, para convertirse en los primeros compañeros de equipo de los Mellizos en ganar guantes de oro el mismo año desde Gary Gaetti y Kirby Puckett en 1989. ¿Qué separaba a Hunter y Mientkiewicz de sus pares y los conectaba con tantos puntos positivos? Cambio de posiciones. A Hunter le gustaba mucho jugar en el campocorto en Pine Bluff High en Arkansas. “Siempre quería que batearan la pelota hacia mí, dijo Hunter. “Cuando mi entrenador dijo que quería que jugara en el jardín central durante mi año final, pensé que sería aburrido”. Jugar campocorto resultó ser invalorable para Hunter, “Hay mucho trabajo con los pies en los jardines”, dijo Hunter. “Si la pelota es bateada con fuerza hacia mi izquierda, tengo que moverme rápido en esa dirección, plantarme, pivotear y hacer un tiro a la brevedad. Fue muy importante que Hunter llevara su mentalidad de campocorto al jardín central. Espera que cada pelota sea batead hacia él, y utiliza cada tipo de deslizamiento inventivo para prevenir que cualquier pelota llegue hasta la pared o cualquier tiro no convencional para devolver la pelota al infield. Asi también, Mientkiewicz se benefició de jugar otras posiciones. Fue catcher en Westminster Christian High en Miami, donde Rodríguez jugaba campocorto. Mientkiewicz también jugo tercera base muy bien con el Salt Lake AAA la temporada de 2000. “Lo que aprendí como cátcher fue como bloquear pelotas y qué tan importante es hacerlo”, dijo Mientkiewicz. “No puedes regalar una base. Como tercera base lo que aprendí fue la importancia de que puedes hacer un tiro no tan perfecto y aun así hacer el out. Eso es lo que trato de darle a mis infielders en primera base, ese nivel de comodidad”. Técnicas refinadas. Hunter le da crédito al coach de los Mellizos, Jerry White por ayudarlo a refinar sus destrezas en los jardines. ¿Cómo? White respondió imitando los movimientos de un jugador de futbol americano. White explicó que para un jardinero central, como para un cornerback de futbol americano, el primer paso es crucial. Se paró con los pies paralelos y dijo que tal posición le permite a un jardinero central o a un cornerback levantar la parte superior del cuerpo en reacción para recibir o para buscar un elevado. “Eso te hace realizar el trabajo”. White entonces se paró con los pies alineados diagonalmente, el pie derecho detrás del izquierdo. “Al colocarte así, estás listo para moverte hacia la derecha, y estás a un paso de voltearte y moverte rápido hacia tu izquierda”, dijo él. “Lo que de verdad es importante es que esta posición te ayuda a mantener abajo la parte superior de tu cuerpo”. Durante un juego cerrado, White le hará señas a sus jardineros para que se mantengan abajo y relajados. “La tensión te hace levantar el cuerpo, lo cual causa pérdida de tiempo”, dijo White. Observe a Mientkiewicz antes de un pitcheo, y él se colocará tan abajo como sea posible, doblando sus rodillas y rozando el terreno con su mascotin. “Cuando estás parado a 90 pies del plato, tu primera reacción es muy importante”, dijo él. “Das un paso en falso y la pelota te burla”. Los Mellizos practican mucho con sus jardineros, pero lo que hace singular a Hunter es su voluntad para tomar docenas de elevados durante la práctica de bateo. “Eso te mantiene alerta y te ayuda a seguir la pelota desde que sale del bate”, dijo White. El año pasado, Mientkiewicz, hizo que Ron Gardenhire, entonces coach de tercera base, le bateara roletazos desde la tercera base, para que Mientkiewicz practicara atacando los botes cortos. “Ese es un ejercicio que siempre han hecho todos los equipos donde he estado”, dijo Mientkiewicz. “No hay nada mejor”. Tan importante como eso, Mientkiewicz y Hunter se familiarizaron más con los bateadores de la liga la temporada pasada, lo cual les permite anticipar la dirección de una pelota bateada. “Las grandes jugadas son el resultados del gran pitcheo”, dijo Mientkiewicz. “Cuando nuestros pitchers colocan la pelota donde quieren, podemos anticipar. Cuando están regados, estamos un paso retrasados”. Ejercitándose. Mientkiewicz agregó cerca de 10 kilogramos de músculos el invierno pasado, la mayoría de ellos en los brazos y hombros. También ha retomado el salto de la cuerda luego de un receso de tres años debido a una vieja lesión en el pie. Pero Mientkiewicz nunca tendrá la flexibilidad y la inclinación de Hunter, “Hace falta algo de destreza para jugar bien la primera base, pero tienes que ser un gran atleta para jugar en el jardín central”, dijo Mientkiewicz, “Torii es formidable en una posición donde hay muchos grandes atletas”. Mientras Mientkiewicz agregó fortaleza para el poder y durabilidad, Hunter dijo que trabajó duro con sus músculos abdominales. Ambos necesitan mantener su fuerza. Lanzarse de cabeza en la grama artificial del Metrodome, puede hacer mucho daño. Una pequeña ayuda Cuando Hunter se lanza tras una pelota entre dos, y parece permanecer horizontal como si dormitara, o Mientkiewicz se lanza a su derecha, arriesgándose a quemaduras de grama artificial y magulladuras corporales, eso es un acto de atleticismo individual y destreza. Pero ellos dicen que sus compañeros de equipo son los que hacen que esas jugadas sean posibles. White dijo que el alcance de Jacque Jones en el jardín izquierdo permite que Hunter se cargue más hacia el espacio entre el jardín central y el derecho donde a menudo los Mellizos utilizan un jardinero menos dotado. Mientkiewicz dijo que el surgimiento del segunda base Luis Rivas le permite estar cerca de la línea de cal, donde puede cortar más batazos con etiqueta de doble. “También cuando me lanzó a mi derecha y pierdo la pelota, y Luis la toma, nadie recuerda que yo la fallé”, dijo Mientkiewicz. La familiaridad también ha alimentado la competitividad en el infield. “Al haberme formado con estos tipos, sé cuales son sus tendencias”, dijo Mientkiewicz. “Cuando el tercera base Corey Coskie hace un tiro, usualmente se desvía hacia el plato. Cuando Guzie (Christian Guzman) está en dificultades, utiliza la grama artificial para lanzar a primera base de un rebote. Y con Luis, sé que cada tiro va directo al pecho”. Gardenhire también le dio crédito a Coskie. “Dougie debería ir y darle un cinco arriba a Corey”, dijo el nuevo manager. “Si Corey no hubiese lanzado todas esas pelotas contra el piso el año pasado, Dougie no habría mostrado todos sus atributos defensivos”. Factor miedo. Dejando a un lado la destreza, Hunter y Mientkiewicz no hubiesen ganado el guante de oro si no hubieran tenido la voluntad de arriesgarse ante el peligro físico. Los compañeros de equipo hablan de la vez cuando, jugando para el New Britain AA, Hunter corrió a través de una pared de los jardines. “Choqué contra la pared y la atravesé, detrás había un tipo bebiendo cerveza y hablando con una mujer”, dijo Hunter. “Me miró y dijo, ‘¿De donde saliste tú?’”. Hunter sigue retando paredes aunque las de Grandes Ligas son más resistentes. “Cuando veo que esa pequeña bola blanca asciende, quiero atraparla, a toda costa”, dijo Hunter. “Si tengo que golpearme tontamente haciéndolo, lo hago”. Mientkiewicz enfrenta una amenaza diferente, bateadores zurdos de poder parados a 90 pies de distancia mientras él cuida a un corredor en primera base. “No piensas mucho en recibir un pelotazo”, dijo él. “Ves a Carlos Delgado parado ahí, y eso llama tu atención”. Cuando alguien como Delgado batea una línea hacia primera base, solo unos reflejos relampagueantes separan un out de un nocaut. “No pienso en eso, hasta que termina la jugada”, dijo Mientkiewicz. “Me aseguro de que la pelota esté en mi guante. Entonces reviso para ver si tengo completas todas las partes de mi cuerpo”. Posturas defensivas. No es coincidencia que los orientados hacia la defensiva Mellizos produjeran dos ganadores de guantes de oro. En el clubhouse de los Mellizos, se valora el gran fildeo. “Yo estaba feliz de haber ganado el guante de oro”, dijo Mientkiewicz. “Pero si Torii no lo hubiese ganado, habría sido una gran pena. Hay muchos grandes jardineros centrales , pero creo que Torii es el mejor del beisbol. No veo regularmente a Andruw Jones de los Bravos de Atlanta. He oído que es muy bueno, pero no puedo imaginar que nadie sea mejor que Torii”. En un equipo que depende del pitcheo y la defensa, Hunter y Mientkiewicz dan a sus pitchers y compañeros fildeadores un margen de error y la comodidad de saber que hasta los batazos más peligrosos pueden ser convertidos en outs. “La defensa es un asunto de equipo”, dijo Mientkiewicz. “Y este equipo tiene mucho orgullo por ella. Una hora después del anuncio del premio, pienso que me llamaron 18 compañeros de equipo”. El pitcher de los Mellizos Brad Radke fue de los primeros en llamar. Él y su esposa, Heather, enviaron flores a Hunter y Mientkiewicz. “Cuando ganas un guante de oro es algo especial”, dijo Gardenhire. “Es muy especial, muy sorprendente, cuando lo ganan tipos jóvenes, porque usualmente lo ganan los bates de plata (líderes de bateo). “Hay muchos grandes jardineros centrales y Torii lo ganó. Tuvimos un gran primera base aquí, Kent Hrbek, quien nunca ganó uno, él merecía uno. Así que para nosotros, que nuestro primera base haya ganado el guante de oro, es algo especial”. Traducción: Alfonso L. Tusa C. Nota del traductor: Estadísticas de Doug Mientkiwicz con los Navegantes del Magallanes en la temporada 1999-2000: 22 J, 82 Vb, 11 CA, 22 H, 4 2H, 3 3H, 2 HR, 10 CE, 1 BR, .268 AVG.

Matt Shoemaker habla de la agresividad con los envíos de dedos separados.

Dave Laurila. Fangraphs.com. 19 de julio de 2016. Matt Shoemaker dominó a los Medias Blancas este sábado 16 de julio. El derecho de los Angelinos de Los Angeles de Anaheim, lanzó un juego completo, un blanqueo de seis imparables, mientras no concedía boletos y ponchaba un tope de 13 en la temporada. De acuerdo a Per Brooks Baseball, 58 de los 114 envíos que ejecutó Shoemaker fueron de dedos separados, 49 fueron rectas de dos o cuatro costuras, y siete fueron sliders. El uso de envíos de dedos separados llama más la atención que la línea de pitcheo. Shoemaker lanza su oferta de marca 35 % del tiempo, el mayor porcentaje de cualquier abridor, pero este sábado un radio de más de 50 % hizo que se pareciera más a relevistas como Koji Uehara, Héctor Neris y Zach Putnam. Una dieta pesada de envíos de dedos separados por nueve innings es muy atípica. Solo el mes pasado, Jeff Sullivan escribió acerca de la marcada de pendencia de Shoemaker en esos lanzamientos, y como eso le ha ayudado a elevar su juego. Intrigado por el artículo, y al haber escrito recientemente sobre Putnam, un amigo de mucho tiempo de Shoemaker, fui directamente a la fuente para más información. Resulta ser que los envíos de dedos separados son solo una parte de la razón por la cual él ha estado lanzando tan bien. Shoemaker, quien tiene una efectividad de 2.37 en sus últimas 11 aperturas, compartió sus pensamientos sobre el tema a comienzos de julio. Shoemaker habla del mejoramiento de su juego mental: “Lo más grande para mi ha sido un ajuste mental. Hay pequeñas cosas mecánicas en las que he trabajado en mis rutinas de bullpen, como tratar de mantener mi peso atrás, pero es más un asunto mental. Cada vez que salgo ahí afuera, necesito hacer un buen intento con cada pitcheo. Cada quien necesita tener un propósito. Cuando te enfocas de esa manera, eres más agresivo y tienes más en la pelota. No hay titubeos”. “En el pasado, yo solo iba ahí y le lanzaba la pelota al catcher. Ahora estoy pitcheando. Mi enfoque mental es que estoy en una competencia, y voy a vencer al rival. Soy mucho más agresivo con todos mis lanzamientos”. “Fue como prender una llama debajo de mis propios pies. Me dije, ‘Estás en las Grandes Ligas. Lo quieres hacer bien. Quieres ganar. ‘. Básicamente me di una revisión de realidad. Fue, ‘Hey, necesitas mejorar. Eres mejor, así que vas a ser mejor”. Sobre el aumento en el uso de sus envíos de dedos separados y las preocupaciones por las lesiones: “Estoy lanzando más envíos de dedos separados, pero tal vez no tantos como las personas piensan. Cuando voy y observo los videos, muchos de mis sliders son contados como envíos de dedos separados. Mi enfoque es que trato de lanzar cada pitcheo que tengo, recta, curva, slider, dedos separados, y los mezclo lo mejor que puedo. Voy a atacar a los bateadores con todo lo que tengo”. “A veces lanzó un envío de dedos separados y se corta. Pero un slider desarrolla de la manera correcta o se queda, o si un envío de dedos separados se corta o desarrolla bien…Entiendo que cada pitcheo puede tener desperfectos como cualquier otro. Eso ocurre. Pero no me importa como se llame el pitcheo. Solo quiero hacer outs”. “Las lesiones son una preocupación para cada pitcher, pero no piensas en eso. Haces tus ejercicios y ejecutas la programación de tu brazo. Quieres maximizar tu salud. Pero yo he lanzado mis envíos de dedos separados por mucho tiempo. Siento que los pitchers están mas propensos a esas lesiones cuando están empezando a lanzar ese tipo de envío, porque son nuevos para el brazo. Zach y yo hemos lanzado ese envío desde que éramos adolescentes”. Sobre la data y los radios de pitcheo: “No vuelvo atrás y reviso, ‘Ok, cuantas rectas lancé en este juego?’ o ‘¿Cuántos envíos de dedos separados lancé en este juego?’ Argumentativamente, esa data podría ayudarme, pero de la forma como lo veo, X cantidad de pitcheos no necesariamente va a hacerte lanzar mejor, se trata más de cómo haces out a un bateador”. “Cuando un bateador está en la caja, todo lo que quieres es hacerlo out sin importar como lo haces. Si lanzas 100 pitcheos en un juego, y X cantidad son este pitcheo y X cantidad son ese pitcheo, eso no te ayuda con cada bateador. Para mi, todo tiene que ver con lanzar agresivamente, con buena mezcla, y enfocarse en el bateador quien está parado en la caja. A veces el mejor pitcheo a lanzar es uno de dedos separados. Otras veces no. Traducción; Alfonso L. Tusa C.

lunes, 22 de agosto de 2016

Wayne Garland recuerda su histórico contrato.

20 de marzo de 1988. Mike Tully. United Press International. Plant City, Fla. – Wayne Garland puede recitar la conversación palabra por palabra, aún 11 años después. Su agente, Jerry Kapstein, había llamado con noticias de una negociación con los Indios de Cleveland. Todo lo que necesitaba era una firma. “Él dijo, ‘Wayne, no te conseguí un millón de dólares’”, recordó Garland recientemente. “Yo dije, ‘Jerry, estoy seguro de que hiciste lo mejor que pudiste’. Él dijo, ‘Conseguiste un contrato de 10 años por más de 2 millones de dólares’. Yo dije, ‘Jerry, yo no merezco eso’. Él dijo, ‘Bien, obviamente alguien piensa que si lo mereces’”. Alguien lo hizo. Los Indios habían terminado cuartos en 1976 y, quería mejorar su pitcheo, le ofrecieron a Garland 2.3 millones de dólares por 10 años. Él no lo sabía entonces, pero ese contrato lo metería en la historia del beisbol. Su caso simboliza un debate que podría generar una huelga en 1990: ¿cuanto dinero es demasiado, y a que riego para el equipo? Garland llevó una marca de 20-7 con los Orioles de Baltimore en 1976 al mercado abierto, para buscar lo que el pitcher derecho podía conseguir del empleador correcto. Un manguito rotador lesionado, sin embargo, lo convirtió en ejemplo de cómo las inversiones pueden llegar a ser equivocadas. “Cuando yo pasaba la línea blanca entregaba el 100 por ciento siempre”, dijo Garland. “Sería conocido por eso, porque el contrato terminó y todavía estoy aquí”. Garland, 37, de Nashville, Tenn., está de vuelta en el beisbol como coach de pitcheo para el Nashville de la American Association. Recostado de la cerca del bullpen en la base de entrenamientos de los Rojos de Cincinnati, escapó de ser notado por los aficionados más pendientes de Eric Davis, Pete Rose y Mario Soto. Sin embargo, los aficionados quienes recuerdan los primeros días de la libre agencia conocen bien a Garland. En 1976, la Asociación de Peloteros había triunfado en una batalla legal, dándole a los peloteros el derecho de probar el mercado abierto después de jugar un “año opcional”. Garlando un derecho corpulento quien tenía 25 años en ese momento, jugó la temporada de 1976 sin contrato con Baltimore. Si hubiera sufrido une lesión severa, no hubiese valido nada en el mercado. En lugar de eso, permaneció sano y tuvo marca de 20-7 con 2.68 de efectividad. “Jugué una apuesta”, dijo él. “Era el riego más grande que había corrido. Dios me perdone si me lesiono el brazo”. Algunos de sus compañeros de equipo tomaron el mismo riesgo. Reggie Jackson terminó jugando en Nueva York. Bobby Grich fue a los Angelinos de California. Todos prosperaron en un mercado en el cual los equipos estaban dispuestos a gastar. Garland dice que él y Kapstein discutieron la posibilidad de un contrato de cinco años por un millón de dólares. Entonces llegó la oferta de Cleveland. Él llamó a su mamá y le dio la noticia, igual que Kapstein se la había dado a él. “Le dije, ‘No conseguí mi millón’. Ella dijo, ‘El dinero no lo es todo’. Yo dije, ‘Conseguí dos millones’. Ella dijo, ‘Tú no vales eso’. “Cargué con eso por largo tiempo”, dijo Garland. “Recordé lo que dijo Jerry Kapstein, ‘Si alguien pensó que vales eso, lo vales’”. No justificó ese precio, pero no fue por dejar de intentarlo. Garland dejó marca de 13-19 con 3.59 de efectividad para los Indios de 1977, quienes cayeron al quinto puesto. El manager Frank Robinson fue despedido, y ellos no han vuelto a alcanzar el cuarto lugar. No fue solo una temporada mala. En algun momento, el brazo de Garland empezó a doler. De pronto, la inversión estaba perdida. “Deseo poder haber manejado eso”, dijo Garland. “Como me dijo el doctor, todavía te quedan muchos pitcheos en el brazo. Eso empezó en el entrenamiento primaveral. La molestia iba y venía. Hubo un par de ocasiones cuando salí y traté de probar que Wayne Garland valía ese dinero”. “Durante el invierno descansé. Fui al entrenamiento primaveral, y me sentí bien. Me resentí en el primer juego de exhibición. Intenté lanzar muy duro muy rápido. Nunca mejoré del dolor”. El final virtual llegó un día en un juego contra Oakland. Garland estaba pitcheando y era obvio que no tenía nada en la pelota. Llamó al coach de pitcheo Dave Duncan al dugout y admitió el dolor. “Sabemos que algo anda mal”, dijo Duncan. Un examen con el Dr. Frank Jobe reveló que el manguito rotador estaba doblado. Hoy, los doctores saben más de cómo prevenir y curar esa lesión. Pero entonces no. Ese fue el final de una carrera. Garland fue dejado en libertad en enero de 1982. Trató de regresar con Nashville, trabajó cel lanzamiento de nudillos con Hoy Wilhelm. Garland dice que se vio en la misma posición que había estado 10 años antes: tratando de ganarse un lugar en las Grandes Ligas. “Me dije, ‘Tuviste tu carrera. Es hora de irse’”. Garland se retiró de las mayores con marca de 55-66, y efectividad de 3.89. Desde entonces, ha trabajado en el sistema de granjas de Milwaukee, como coach principal en Aquinas Junior College en Nashville, y ahora con la organización de los Rojos. Dice que le gustaría trabajar en las mayores. “Por supuesto que me gustaría”, dijo él. “Ese fue mi sueño desde niño. Y se mantiene”. Hoy en día, 2.3 millones de dólares por 10 años no parece mucho. Algunos peloteros casi hacen eso en una temporada. “Yo fui una ganga comparado con los salarios de hoy”, dijo él. “Puedo decir honestamente que eso va a tener que parar en alguna parte”. Pero todavía continua, y Garland tiene un nicho como el hombre de 2.3 millones de dólares. La pregunta es si es un premio que recibió, o uno por el que tuvo que pagar. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 15 de agosto de 2016

Mark Huismann, Que manera de entrar en escena -- 4

Miércoles, 28 de julio de 2010. The Best 21 days. Al ser llamado desde el Omaha AAA por primera vez, Mark Huismann saltó al carro de sus padres, luego de pararse tres veces mientras el vehículo se recalentaba, Huismann finalmente llegó a Kansas City en agosto de 1983, justo a tiempo para el juego de esa noche. Escribió The Associated Press. Huismann no solo participó en el juego de aquella noche, de acuerdo al recuento de The AP, él ayudó a preservar una tempranera ventaja de una carrera de los Reales. También se apuntó la victoria. “Solo dije ‘Bienvenido a las Grandes Ligas’”, dijo el manager de los Reales, Dick Howser, a los reporteros. “Estaba impresionado con él. Tiene un brazo vivo. Atacó y retó a los bateadores. Me gusto eso. Es una manera agradable de entrar en escena”. Huismann había sido firmado por los Reales tres años antes, como agente libre. Había llegado a AA en 1982 y tuvo una breve parada en el Omaha AAA en 1983 antes de ser llamado a Kansas City. Huismann participó en 13 juegos con los Reales ese año y 38 el siguiente. Se acreditó tres salvados en 1984, pero su efectividad fue de 4.20. En 1985 vio reducido su tiempo de juego en Grandes Ligas, a solo ocho apariciones al final de la temporada. No estuvo en el roster de postemporada, pero consiguió 34 salvados con el Omaha AAA, entonces una marca de la liga. Los Reales querían bajarle el salario en 20 por ciento. Huismann respñondió diciendo que prefería ser cambiado. “Pienso que no hay razón por la que debería aceptar una reducción salarial luego del año que tuve”, dijo Huismann a los reporteros. Pronto su deseo se cumplió. En mayo, los Reales embarcaron a Huismann hacia los Marineros. En Seattle, Huismann actuó en 36 juegos, con 3.71 de efectividad y cuatro salvados. Huismann jugó para un equipo diferente cada año hasta 1989, Cleveland, Detroit y entonces Baltimore, viendo acción en las mayores cada año- Al llegar a los Pîratas para 1990, Huismann fue tratado como un pelotero de ocasión. Huismann regresó a las mayores por solo dos juegos ese año, en junio. El manager de los Piratas, Jim Leyland, lo envió de vuelta a las menores ese mes, diciendo que Huismann necesitaba trabajar para recuperar la forma. “Huismann necesita recuperar su pitcheo quebrado”, le dijo Leyland a The Pittsburgh Post Gazette. “Es difícil ser un pitcher de un lanzamiento contra los equipos que enfrentamos”. Huismann lanzó en cnco juegos más con los Piratas en 1991 y su carrera de Grandes Ligas terminó. Pero él regresaría cuatro años después, en la primavera de 1995 para una prueba como pelotero de reemplazo. Él había estado en un programa de entrenamiento dirigido cuando los reales lo llamaron para jugar esa primavera, de acuerdo a una historia de AP. La huelga terminó y Huismann no estaba seguro de lo próximo que haría. Pero no sería beisbol. “Iré a casa”, le dijo Huismann a AP, “seré Mr. mamá por un rato y buscaré un trabajo”. Traducción : Alfonso L. Tusa C.

viernes, 12 de agosto de 2016

Expectativas.

¿Johan Santana espera reportarse a los entrenamientos de los Navegantes del Magallanes tan temprano como septiembre de 2016? Releí dos,tres y hasta cuatro veces, casi me pegué el periódico a los ojos. De acuerdo a la reseña, el propio manager Carlos García declaraba que el lanzador zurdo se había comunicado con él para asomar la posibilidad de apersonarse en las prácticas del José Bernardo Pérez desde bien temprano. ¿Está definitivamente Santana recuperado de sus lesiones? ¿Ahora si emprenderá la ruta para regresar a lo que podría ser su tren final para regresar a las Grandes Ligas? En estos días previos a mediados de agosto, mi curiosidad punza bajo la piel, desde ya quiero saber el resultado de la próxima conversación entre García y Santana. Solo creeré ese regreso del zurdo de Tovar, cuando lo vea enfundado en el uniforme magallanero, corriendo en los jardines y soltando el brazo en el bullpen. En el momento de lanzar el primer juego simulado, empezará a develarse el misterio. Cuando Santana suba al montículo del José Bernardo Pérez para su primer juego interescuadras seguirán cumpliéndose etapas en ruta a saber cual es la posibilidad cierta de que el pitcher zurdo regrese al cuerpo de lanzadores del barco magallanero. Entonces se sabrá si regresará como relevista para avanzar gradualmente, o si debutará en la temporada como abridor. Quizás me estoy adelantando demasiado, pero es ahora cuando es válido este ejercicio. Hay muchos niveles que subir hasta allá, muchos vistos buenos que conseguir, muchas gotas gordas que sudar. Por eso espero con fruición ese primer día de septiembre, las próximas declaraciones de Carlos García. Quizás dentro de la configuración del equipo para las primeras semanas de la temporada 2016-17, también hay expectativas por saber de la condición y las fechas cuando empezarían a entrenarse el relevista Amalio Díaz, un pitcher que siempre ha sido muy efectivo entre el sexto y el octavo inning, y los abridores Antonio Senzatela y Jesus Zambrano, quienes pudieran tener más tiempo de juego con Magallanes debido a que pasaron buena parte de este verano lesionados. Ver a Juan Apodaca en la receptoría luego de la gran demostración con el madero que ha mostrado en la liga mexicana, resultará uno de los momentos más esperados al inicio de la temporada. También la posibilidad de apreciar el regreso de Jesus Sucre luego de su lesión en el tobillo. Es una pieza clave dentro del ensamblaje de un equipo con mucha fortaleza detrás del plato Se espera que al menos en los primeros juegos de la temporada, el novato Samir Dueñez reciba oportunidades en la primera base, la gran temporada ofensiva que tuvo este año a nivel AA, debería abrirle la oportunidad de mostrar sus adelantos y de acuerdo a su adaptación podría convertirse en una opción real para el manager. También llama la atención, las opciones que se pueden presentar en los jardines, por un lado está el retorno de Endy Chavez luego de un año de ausencia, su buen rendimiento en liga independiente presagia un panorama altamente disputado ante la presencia de Edward Pinto con gran desempeño en AA, Alberth Martinez quien ha tenido un verano plagado de lesiones, Anthony Santander y el siempre rendidor Frank Díaz. Sin embargo la expectativa más intrigante, la más atractiva sigue siendo la de Johan Santana. Sería bien interesante que Santana se presentara con al menos el 80 % de sus condiciones físicas, a partir de allí pudiéramos tener oportunidad de apreciar un retorno real y duradero. Alfonso L. Tusa C.

jueves, 11 de agosto de 2016

Jordan Weems desenmascara su habilidad para pitchear.

Emily McCarthy. The Boston Globe. 05-08-2016. Jordan Weems no había pitcheado desde su primer año en la escuela secundaria, había jugado exclusivamente como cátcher toda su carrera profesional. Pero esta temporada, el prospecto de 23 años de los Medias Rojas cambió sus herramientas de receptor y subió al montículo, para lanzar 17 innings en la Gulf Coast League antes de subir al Lowell A. “Siempre he sido bendecido con un buen brazo, y pienso que lo reconocieron”, dijo Weems. “Tuve algun éxito recibiendo, pero siento como que tenía algo de altibajos, no era muy consistente, así que hice la transición para pitchear y pienso que me ha ido muy bien”. “Solo con escuchar a todos los coaches de nuestra organización, solo con practicar lo que ellos dicen, y seguir en sintonía con eso”. Weems fue seleccionado por los Medias Rojas en la tercera ronda del draft de 2011. Recibió 14 juegos en la Gulf Coast League en 2011 y jugó en el Greenville A en 2012 y 2013. Fue promovido al Salem de Clase A avanzada durante la temporada de 2014 y al Portland AA el año pasado. Un bateador vitalicio de .219, Weems empezó esta temporada con los Sea Dogs, pero jugó primera base en los 18 encuentros donde apareció. Debutó como pitcher el 25 de junio con los Red Sox de la GCL, permitió seis imparables y dos carreras limpias en esos 17 innings con efectividad de 1.06. También consiguió 10 ponches. “Siento que haber sido cátcher me ayudó mucho porque siempre he sido cercano a los pìtchers y el cuerpo técnico y escuchaba como ellos corrigen a los tipos quienes tal vez se desvían, o sus brazos descarrilan”. El espigado lanzador tiene una recta y una curva en su arsenal y está trabajando para desarrollar un cambio. “Estoy emocionado de trabajar con Lance Carter, nuestro coach de pitcheo”, dijo Weems. “Él ha estado en el todos estrellas de las Grandes Ligas, así que yo estaba muy emocionado cuando me dijeron que vendría aquí para trabajar con él”. “No trabajas con tipos como él todos los días”. Weems ha hecho dos apariciones en el montículo para Lowell. Se apuntó un triunfo el miércoles en la noche a pesar de permitir dos carreras limpias y tres imparables en dos innings. “Siempre extrañaré ser cátcher”, dijo Wems. “Mi papá fue cátcher, mi hermano es cátcher. Vengo de una familia de cátchers. Cuando creces y eso es todo lo que sabes y es lo que te gusta hacer, tiendes a extrañarlo”. Sin embargo, no se ve regresando detrás del plato. “Estoy comprometido con este cambio, y eso es lo que voy a hacer”, dijo él. “Me siento como si esta es mi mejor oportunidad para llegar a las Grandes Ligas, así que voy a escuchar a todos los coaches y avanzar con ellos”. Traducción: Alfonso L. Tusa C. Nota del traductor: Cuando leí el apellido Weems, me emocioné porque pensé que Jordan Weems podía ser familia de Mark Weems, el relevista que vino con Magallanes en la temporada 1973-74 y desafortunadamente falleciera ahogado en la playa de Patanemo, Carabobo; el 01 de enero de 1974. Le escribí a la periodista Emily McCarthy, pero ella me informó que Jordan no tiene vínculos familiares con Mark.

martes, 9 de agosto de 2016

Esquina de las barajitas: Larry Haney. Aquí viene Mr. Haney.

Bruce Markusen. Los trabajadores del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y les gusta compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown. No toma mucho tiempo notar que hay algo raro con la barajita Topps de 1969 de Larry Haney. Despues de todo, no ha habido un cátcher que lance a la zurda desde Benny Distefano (en 1989) y Mike Squires (en 1980), dos jugadores de la década de los años ’80. Los catchers zurdos son una rareza en la historia del beisbol, tan raros que solo ha habido 30 en la historia de las Grandes Ligas, aunque las razones detrás de su escasez sigan siendo parte de un misterio debatido. Contrario a las apariencias, Larry Haney no era un cátcher que lanzaba a la zurda. Solo luce de esa manera en su barajita Topps, la cual muestra claramente su mascota de cátcher en su mano derecha. Ha habido otros peloteros quienes han sido mostrados posando con la mano “equivocada”, y ellos han recogido más fama que Haney. Hank Aaron se convirtió en tema de mucha curiosidad cuando Topps mostró al eventual rey del jonrón en una pose de bateo a la izquierda en su barajita de 1957. Y entonces en 1989, Upper Deck sacó su barajita de dale Murphy mostrándolo con el bate en su hombro izquierdo, en vez del derecho. Como con Aaron, el error de la barajita fue simplemente el producto de el negativo de una foto que fue volteado por accidente. La barajita de Haney no recibió tanta atención como las de Aaron y Murphy, en parte debido a su status de cátcher de reserva buen mascoteador, con poco atributos ofensivos. Cuando eres un receptor secundario, es difícil tener mucha fama, aún en el negocio de las barajitas de beisbol. Así que ¿como exactamente apareció esta barajita de Haney? Por años, hubo una teoría mantenida por algunos coleccionistas quienes pensaban que Haney trataba de llamar la atención al usar intencionalmente una mascota de cátcher zurdo y pretender jugar la posición con la mano equivocada. En un mundo donde las teorías conspirativas parecen tomar vida adicional, la historia sonaba válida para mi, por lo ingenuo que puedo ser. Eso da para una buena historia, pero no es verdad. Una conversación con el antiguo presidente de Topps, el difunto Sy Berger, revela la verdadera razón detrás del error. En 2002, Berger fue a Cooperstown para un evento que celebraba el aniversario 50 de la barajitas de beisbol de Topps. Durante nuestra conversación, le pregunté acerca de la barajita de Haney y como llegó a su forma inusual. Sy me lo explicó. Topps simplemente cometió un error en el procesamiento de su foto, al voltear el begativo como una vez ocurrió con la barajita de Aaron; Mr. Haney no tuvo nada que ver con el error. De hecho, la barajita de 1969 muestra la misma foto usada por Topps en la colección de 1968, debido a que los peloteros habían rechazado posar para nuevas fotografías debido a su insatisfacción con el nivel de compensación de Topps. Así que Topps usó la imagen del año anterior, cuando estaba en la dirección correcta. También vale la pena notar que esta fotografía, la cual fue tomada durante el entrenamiento primaveral de 1967, muestra a Haney usando el uniforme de los Orioles de Baltimore. (Los colores de los Orioles son quizás más evidentes en la figura que aparece detrás, quien podría ser Boog Powell, o podría ser uno de los coaches de Baltimore). Los Pilotos de Seattle, el equipo de Haney en 1969, no existía en 1967. Ahora que hemos aclarado algunos de los misterios de la barajita, aprendamos más del pelotero. De muchas maneras, Haney fue el José Molina de su época. Un bateador vitalicio de .215 sin poder, Haney destacaba en el lado defensivo del juego. Era un artista de la receptoría, por decir lo menos. Tenía manos suaves, bloqueaba bien los pitcheos desviados, y llamaba buenos juegos para sus pitchers. También tenía buen brazo. A lo largo de su carrera hizo out al 39 por ciento de los robadores de bases. Los Atléticos de Oakland estimaban tanto las habilidades de receptor de Haney que lo adquirieron tres veces, dos de ellas durante su carrera por el campeonato a principios de los años ’70. Firmado originalmente con un bono de 50.000 dólares por los Orioles de Baltimore en 1961, Haney debutaría en las ligas mayores en 1966. Su primer juego fue notable. Bateó un jonrón en su segundo turno al bate ante John O’Donoghue de los Indios de Cleveland. La mayor parte del tiempo, Haney jugó parcialmente tres temporadas con los pajarillos sonrientes mientras era suplente del catcher regular Andy Etchebarren. A pesar de no jugar mucho en Baltimore, el tiempo allí resultó valer la pena. En 1966, consiguió un anillo de Serie Mundial cuando los Orioles barrieron a los Dodgers de Los Angeles para ganar el campeonato. Haney permaneció como cátcher suplente en 1967 y 1968. Su falta de tiempo de juego se convirtió en chiste en la última de esas temporadas. A mediados de julio, había jugado en solo siete innings. “Yo podría completar un juego antes que termine la temporada”, le dijo Haney a Doug Brown del Sporting News. Con Etchebarren y Elrod Hendricks delante de él, los Orioles no protegieron a Haney en el draft de expansión. Finalmente, en la ronda 32 del draft, los Pilotos de Seattle seleccionaron a Haney. Desafortunadamente para Haney, los Pilotos también tenían profundidad en la receptoría. Con Jerry McNertney y JimPagliaroni a bordo, los Pilotos relegaron a Haney al status de tercer cátcher. Apareció en solo 22 juegos con Seattle, pero tuvo alguna notoriedad por razones amargas. En el juego del 31 de mayo ante los Tigres de Detroit, Haney estableció una marca para los Pilotos al cometer dos errores en un juego. Ese tipo de actuación no era típica de un pelotero defensivo como Haney y probablemente influyó poco en la decisión de Seattle de cambiarlo, pero los Pilotos pronto decidirían salir de él. El 14 de junio de 1969, los Pilotos enviaron al veterano receptor a los Atléticos por el segunda base John Donaldson. El juego de Haney sufrió en Oakland debido a dos lesiones, un pulgar golpeado y un dedo del pie fracturado. Como resultado de un declive en su nivel de juego, pasó buena parte de sus próximas tres temporadas en las ligas menores, con breves tazas de café en Oakland. En mayo de 1972, los Atléticos vendieron a Haney a la organización de los Padres de San Diego, pero él nunca se puso esos uniformes marrones y amarillos que han vuelto a aparecer con el programa de los juegos con uniformes retro de la actualidad. Así que en septiembre, regresó a los Atléticos, pasó un breve lapso con los cardenales de San Luis, y regresó de nuevo a los Atléticos. Durante su tercera y final estadía con Oakland, Haney apareció en dos juegos de la Serie Mundial de 1974 y ganó el segundo anillo de campeonato de su carrera. Haney entonces se vio involucrado en otro error de barajitas, aunque de diferente tipo. Su barajita Topps 1975 despliega una fotografía en acción de un catcher de Oakland esperando un tiro en el plato, pero no es Haney el de la foto. En verdad es el antiguo cátcher de los Atléticos Dave Duncan, quien no había jugado para los Atléticos desde 1972, cuando fue cambiado a los Indios de Cleveland. Despues de la temporada de 1976, los Atléticos vendieron el contrato de Haney a los Cerveceros de Milwaukee, donde se reunió con su antiguo compañero de equipo en los Orioles, Andy Etchebarren, quien había llegado al beisbol profesional con él en 1961. Cuando los Cerveceros finalmente despìdieron a Haney en 1978, para terminar su carrera de jugador activo, le ofrecieron trabajo como coach de bullpen, y mas tarde como coach de pitcheo. Fue durante su estadía como coach de pìtcheo que recuerdo un episodio divertido que lo involucra. Durante un juego contra los Medias Blancas de Chicago, Haney caminó lentamente hacia el montículo. Para hablar con su pitcher. Uno de los comentaristas de los Medias Blancas, creo que fue Tom Paciorek, notó el gesto deliberado de Haney e hizo referencia a los movimientos lentos de un personaje del viejo programa de televisión Green Acres. “Miren, es Mr. Haney. Aquí viene Mr. Haney”. No estoy seguro de que Larry pensara en la comparación, pero para un seguidor de Green Acres como yo, esa fue una comparación agradable. Despues de unos años, Haney pasó a ser scout con los Cerveceros, y permaneció como tal hasta su retiro del juego en 2007. También forjó una especie de legado de familia en el juego; el hijo de Haney, Chris, lanzó 11 temporadas en las ligas mayores, mientras el primo de Larry, Mike Cubagge, fue infielder de Grandes Ligas desde 1974 hasta 1981. Esa es una contribución sustancial para un jugador pasó buena parte de los años ’60 y ’70 como catcher de respaldo. Desde la perspectiva de las barajitas de beisbol, Haney se convirtió en parte de los errores más notables de barajitas jamás cometidos. Por esa razón, los coleccionistas de barajitas nunca olvidarán a Mr. Haney. Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning at the National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A`s, el cual fue premiado con la Seymour Medal de SABR. Traducción: Alfonso L. Tusa C. Nota del traductor: Entre los últimos días de diciembre de 1971 y enero de 1972 o de diciembre de 1972 y enero de 1973, Magallanes trajo a Larry Haney para reforzar la receptoría, pero Haney no pudo efectuar un solo juego con los Navegantes debido a que se fracturó un pie al caer en una alcantarilla de la avenida Bolívar de Valencia.

viernes, 5 de agosto de 2016

Andrés Reiner, uno de los grandes artífices del redimensionamiento del beisbol venezolano.

La noche de este jueves 4 de agosto, Pedro Ricardo Maio y Pascual Artiles, moderadores de un programa radial de Grandes Ligas, me sorprendieron con una noticia triste. El hombre de beisbol, el scout de tantos hallazgos importantes, el forjador de peloteros como Bob Abreu, Johan Santana, Melvin Mora, Richard Hidalgo, Raul Chavez, Alejandro Freire y tantos otros, había dejado de existir. De inmediato vinieron a mi memoria pedazos de la columna Extrainning de Rodolfo Mauriello o fragmentos de comentarios de John Carrillo en el circuito radial de los Navegantes del Magallanes o en transmisiones de Grandes Ligas, relacionados con el trabajo incansable, religioso casi indetenible durante los 365 dias del año de un señor llamado Andrés Reiner, quién desde su labores de asesor del Magallanes pasó a trabajar en el sistema de ligas menores de los Astros de Houston y tuvo mucho que ver con el resurgimiento de la organización y con la firma de muchos prospectos venezolanos de una era que el propio Carrillo llamó la época dorada del beisbol venezolano. Más adelante en el tiempo Reiner trabajaría con los Rays de Tampa Bay. Maio refería como durante la tarde habían entrevistado a Bob Abreu y también habían leído o escuchado una entrevista de Melvin Mora. Ambos con voz entrecortada recordaban su relación deportiva y personal con Reiner. Particularmente recuerdo un artículo de Baseball Digest acerca de Johan Santana, luego que este ganara su primer premio Cy Young, donde se hablaba del viaje de varias horas por tierra que hizo Reiner desde Valencia hasta Mérida para ir a ver a un muchacho de 16 años, un pitcher zurdo. Varias personas le dijeron que era un riesgo, una inversión de tiempo, la molestia del viaje en bus, que probablemente todo ese esfuerzo terminaría en el cesto de la basura; además tenía que recordar que no solo debía convencer al muchacho, sino a sus padres. Reiner, imbuido de esa dosis de obstinación y optimismo que tienen las personas que alcanzan grandes metas, se subió al autobús, y aunque pasó momento difíciles tratando de convencer a los padres de Santana, terminó logrando la firma. Todos los peloteros coincidieron en que Reiner, más allá del buscador de talento que les planteó la posibilidad de firmar con una organización de beisbol profesional, fue un padre para ellos, una figura muy familiar que les aportó lo que ni sus propios padres podían darle. Siempre estaba ahí las 24 horas del día para darles consejos, observaciones, correcciones. Quizás la reflexión que más me impresionó fue la que hizo Melvin Mora, al plantear que los equipos Leones del Caracas y Navegantes del Magallanes deberían considerar realizar un tributo póstumo a Reiner, antes de uno de sus juegos de la temporada 2016-17, con la presencia de todos los peloteros preparados por Reiner para que firmaran al profesional que puedan asistir. Sería una ocasión inolvidable, uno de esos actos profundos que hacen del beisbol ese momento especial que complementa la vida de muchos. Alfonso L. Tusa C. 05-08-2016. ©

El bateo de Mike Hampton recuerda a una generación pasada de lanzadores.

Bob Herzog. Newsday. Baseball Digest. Noviembre 2001. Mientras Joe Torre miraba a sus pitchers tomar unos swings tentativos y defectuosos en la jaula de bateo a comienzos de este verano, el manager de los Yanquis solo pudo agitar la cabeza y murmurar: “Muchos pitchers de hoy le tienen miedo a la pelota”. Torre recordó una época cuando ese no era el caso. “Warren Spahn bateó de emergente por mi cuando yo era un novato”, Torre, un bateador vitalicio de .297 con 252 jonrones, dijo de su temporada de 1960 junto al inquilino del Salón de la Fama de los Bravos de Milwaukee, ganador de 300 juegos. “Él bateó un elevado de sacrificio. No pude reclamar. Yo tenía 20 años de edad y estaba feliz de estar en las Grandes Ligas. Y Spahnnie era un buen bateador”. Momentos después, Torre oyó un crujido resonante seguido de una pelota estrellándose en el segundo piso. “Ese no es Pettitte”, bromeó Torre, cuya vista de la jaula desde el dugout era interferida por una nube de reporteros. Pero Torre conoce a sus peloteros. Andy Pettitte, un jugador de la Liga Americana quien raramente batea debido a la regla del bateador designado implementada en 1973, nunca ha bateado un imparable en Grandes Ligas, El toletero del momento era Mike Stanton, un competente bateador quien tiene de 14-7 en su carrera de grandeliga, la cual naturalmente empezó en la Liga Nacional. “Stanton puede batear”, declaró Torre. Esa es una frase rara vez emitida acerca de un pitcher en la actualidad. Con la excepción de Mike Hampton de Colorado, quien estaba amenazando la marca de jonrones en una temporada para un pitcher, el segundo siglo de beisbol comienza con el término “pitcher bateador” lo cual es principalmente un oximoron. “Hampton obviamente es un tipo quien hace contacto y es un atleta”, dijo Stanton del pitcher zurdo de los Rockies quién tenía siete jonrones, 13 carreras empujadas, 20 anotadas, y un promedio de bateo de .290 (20 imparables en 69 turnos al bate) hasta el 26 de agosto de 2001. “Está lanzando hasta tarde en el juego y consigue tres o cuatro turnos al bate por juego. Eso ayuda”. Pero Hampton es un regreso al pasado. Aún en la Liga Nacional hay pocos pitchers que destacan con el bate. La razón es simple: Batear para los pitchers ha pasado a un plano secundario debido a la regla del bateador designado, en todos los niveles, y la mayoría de los pitchers no lo practican como lo hacían en el beisbol previo a 1973. Con tantos pitchers cambiando de liga en la era de la libre agencia y la expansión, es fácil olvidar los bates al empacar y mudarse. Cualesquiera hayan sido las destrezas de bateo que esos peloteros nómadas hayan tenido, ahora están atrofiadas por el desuso. “Bateé 15 jonrones en mis primeras nueve temporadas en la Liga Nacional”, dijo el coach de pitcheo de los Ducks de Long Island, Rick Wise, un veterano que jugó 18 años en las Grandes Ligas (1964, 1966-1982). Entonces pasé seis años en la Liga Americana sin tocar un bate. Regresé al final de mi carrera para un par de temporadas en la Liga Nacional y a duras penas podía batear. Mi coordinación mano-ojo era inexistente”. El comentarista Tim McCarver, quien jugó con y contra algunos de los mejores pitchers bateadores de la historia durante su carrera de 21 años en las Grandes Ligas (1959-1980), notó en los pitchers de hoy, “Batear ya no es más una destreza que deban demostrar”. Pero comenzando con Babe Ruth en 1915, los anales del beisbol están rociados con cuentos de pitchers que podían batear. “Los pitchers quieren ser bateadores y los bateadores quieren ser pitchers”, dijo Stanton. Ruth, por supuesto, hizo ambas cosas. Así como lo hizo, por breve tiempo, el inquilino del Salón de la Fama, Bob Lemon. Pero el antiguo Indio y una vez manager de los Yanquis no pudo batear lo suficientemente bien como tercera base/jardinero y casi fue despedido por Cleveland en 1946. Lo que lo salvó fue su experiencia como pitcher mientras servía en la segunda guerra mundial, cuando enfrentó a numerosos contemporáneos de las Grandes Ligas. Pitchers más bateadores de jonrones en una temporada: Wes Ferrell (Indios de Cleveland) 9 en 1931. Wes Ferrell (Medias Rojas de Boston) 7 en 1935. Bob Lemon (Indios de Cleveland) 7 en 1949. Don Newcombe (Dodgers de Brooklyn) 7 en 1955. Don Drysdale (Dodgers de Los Angeles) 7 en 1958. Don Drysdale (Dodgers de Los Angeles) 7 en 1965. Earl Wilson (Medias Rojas/Tigres) 7 en 1966. Earl Wilson (Tigres de Detroit) 7 en 1968. Mike Hampton (Rockies de Colorado) 7 en 2001 (hasta el 26 de agosto). “Se puede pensar que él es un tercera base, pero yo sé que es un pitcher”, le dijo el catcher Birdie Tebbetts a la gerencia de los Indios. “Bateé contra él durante la guerra en el Pacífico, y si nunca tengo que batear contra el otra vez, me sentiría afortunado”. Lemon ganó 207 juegos a pesar de comenzar a jugar tarde y el servicio militar. También bateó para un respetable .232 y 32 jonrones en su carrera, segundo de todos los tiempos tras Wes Ferrell, quien largó 38 cuadrangulares y bateó .280. Ferrell bateó nueve en una temporada para Cleveland en 1931, la marca que Hampton está persiguiendo. “Pero él está bateando la mayoría de sus jonrones en Coors Field, ¿no?”, soltó el coach de los Yanquis Don Zimmer. Uno de los primeros grandes pitchers bateadores sin el nombre de Babe fue Red Ruffing. El inquilino del Salón de la Fama ganó 273 juegos en el lapso 1924-1947. Al ser cambiado desde los Medias Rojas a los Yanquis en 1930, la carrera de Ruffing despegó. Ganó 20 juegos cuatro veces y fue uno de un pequeño grupo de pitchers en batear .300 y ganar 20 juegos en la misma temporada, otra marca que Hampton podría alcanzar en años futuros. En 1939, Ruffing tuvo marca de 21-7 para los campeones mundiales Yanquis y bateó .307 con 20 carreras empujadas en 114 turnos al bate. Bateó 36 jonrones vitalicios, tercero de todos los tiempos, y es el líder de todos los tiempos entre los pitchers en dobles (97) y carreras empujadas (273), Sorprendentemente, Ruffing bateó como emergente 228 veces en su carrera, logró 58 imparables, para un promedio de .254 que Rey Ordóñez estaría orgulloso de alcanzar. Pitchers ganadores de 20 juegos quienes batearon .300. 1922-Joe Bush (Yanquis): 26-7, 95 Vb, 31 H, .326. 1911- Jack Coombs (A’s): 28-12, 141 Vb, 45 H, .319 1924- Wilbur Cooper (Piratas): 20-14, 104 Vb, 36 H, .346 1939- Curt Davis (Cardenales): 22-16, 105 Vb, 40 H, .381 1926- Pete Donohue (Rojos): 20-14, 106 Vb, 33 H, .311 1965- Don Drysdale (Dodgers): 23-12, 130 Vb, 39 H, .300 1931- Wes Ferrell (Indios): 22-12, 116 Vb, 37 H, .319 1935- Wes Ferrell (Medias Rojas): 25-14, 150 Vb, 52 H, .347 1951- Ned Garver (Carmelitas): 20-12, 95 Vb, 29 H, .305 1970- Bob Gibson (Cardenales): 23-7, 109 Vb, 33 H, .303 1901- Clark Griffith (Medias Blancas): 24-7, 89 Vb, 27 H, .303 1920- Burleigh Grimes (Dodgers): 23-11, 111 Vb, 34 H, .306 1928- Burleigh Grimes (Piratas): 25-14, 131 Vb, 42 H, .321 1912- Claude Hendrix (Piratas): 24-9, 121 Vb, 39 H, .322 1971- Catfish Hunter (A’s): 21-11, 103 Vb, 36 H, .350 1925. Walter Johnson (Senadores): 20-7, 97 Vb, 42 H, .433 1900- Brickyard Kennedy (Dodgers): 20-13, 123 Vb, 37 H, .301 1907- Ed Killian (Tigres): 25-13, 122 Vb, 39 H, .320 1930- Ted Lyons (Medias Blancas): 22-15, 122 Vb, 38 H, .311 1921- Carl Mays (Yanquis): 27-9, 143 Vb, 49 H, .343 1955- Don Newconbe (Dodgers): 20-5, 117 Vb, 42 H, .359 1934- Schoolboy Rowe (Tigres): 24-8, 109 Vb, 33 H, .303 1939- Red Ruffing (Yanquis): 21-7, 114 Vb, 35 H, .307 1917- Babe Ruth (Medias Rojas): 24-13, 123 Vb, 40 H, .325 1947- Johnny Sain (Bravos): 21-12, 107 Vb, 37 H, .346 1924- Joe Shaute (Indios): 20-17, 107 Vb, 34 H, .318 1958- Warren Spahn (Bravos): 22-11, 108 Vb, 36 H, .333 1900- Jesse Tannehill (Piratas): 20-6, 110 Vb, 37 H, .336 1923- George Uhle (Indios): 26-16, 144 Vb, 52 H, .361 1939- Bucky Walters (Rojos): 27-11, 120 Vb, 39 H, .325 1903- Cy Young (Medias Rojas): 28-9, 137 Vb, 44 H, .321 Batear como emergente aún no es un punto a destacar en la carrera de Hampton, pero eso no era poco común en los mejores pitchers bateadores hasta los años ’60. Zimmer recordó ser sustituido varias veces para que el as de pitcheo de Brooklyn, Don Newcombe (quien algunas veces bateaba de octavo y a menudo aparecía entre los bateadores de los Dodgers en los promedios diarios de los periódicos) bateara de emergente por él. Newk lanzaba a la derecha pero bateaba a la zurda. “Él era un gran bateador de pelotas bajas”, recordó Zimmer. “Si era una recta baja a los zapatos, él la mataba”. En 1955, Newcombe tuvo quizás la mejor temporada ofensiva para un pitcher, bateó .359 en 117 turnos, con nueve dobles, siete jonrones y 23 carreras empujadas. Como bateador emergente esa temporada Newcombe se fue de 21-8. “Él bateaba como emergente por mi y el infielder Billy Cox. ¿Qué podíamos decir? ¡Él bateaba .360!” rió Zimmer, quien bateó .239 esa temporada. Cox bateó .211. Don Drysdale era otro pitcher de los Dodgers de esa época (1956-1969) quien tenía poder, bateó dos veces siete jonrones en una temporada y largó dos cuadrangulares como emergente en 1965, un año en el cual bateó .300, el promedio más alto de todo el equipo, entre todos los peloteros de los Dodgers. Otro pitcher contemporáneo citado como bateador excepcional era Bob Gibson de los Cardenales (1959-1975), quien bateó cinco jonrones en una temporada dos veces, robó 13 bases en su carrera, ganó nueve guantes de oro y fue, de acuerdo a McCarver, “El atleta consumado en ambas facetas de la pelota”. Aunque Hampton no es tan rápido como Gibson, es una amenaza triple de la actualidad. Él le mostró a los aficionados de Nueva Yok su nivel de pitcheo, defensiva y bateo en 2000 con los Mets y lo confirmó con los Rockies este año. Pero aunque Hampton bateó dos jonrones y fue el pitcher ganador del 5 de junio ante los Astros en Coors Field, ha habido mejores actuaciones en ambos frentes. Wise bateó un par de jonrones de dos carreras y lanzó un juego sin hits ni carreras en la victoria 4-0 de los Filis sobre los Rojos el 23 de junio de 1971. Tony Cloninger el coach de bullpen actual de los Yanquis bateó dos jonrones con las bases llenas y empujó nueve carreras al liderar a los Bravos sobre los Gigantes en Candlestick Park, el 3 de julio de 1966. Ambos pitchers recordaron en detalle sus días mágicos. “El primer jonrón lo bateé ante una slider alta de Ross Grimsley”, dijo Wise. “El segundo fue con un pitcheo en cuenta de 2-0. Miré hacia el coach de tercera base en busca de una seña, pero él se volteó. Fue un lanzamiento defectuoso de Clay Carroll, una recta por el medio”. Esos dos jonrones más el hecho de que Wise había liderado a los pitchers de la Liga Nacional con un promedio de .270 en 1969, le dio un status de exaltado con el manager Frank Lucchesi. “El juego siguiente al sin hits ni carreras, yo estaba perdiendo ante los Mets 3-1 en el noveno inning”, dijo Wise. “Teníamos un corredor en base con un out, y me dejaron batear. Bateé un largo elevado que atraparon en la zona de seguridad y perdimos el juego”. Cloninger dijo que ni siquiera vio su primer jonrón de bases llenas contra San Francisco hace 35 años. “Bateé duro por todo el jardín central, pero agaché la cabeza y corrí fuerte”, dijo Cloninger, quien bateó cinco jonrones esa temporada. “Willie Mays (el inquilino del Salón de la Fama de los Gigantes) había saltado sobre la cerca para robarme un jonrón en mi primer turno al bate en las mayores. Así que no podía andar con tonterías”. “En el segundo, me fui hacia la otra banda y mandé la pelota sobre la barda del jardín derecho. Bateé un sencillo para empujar otra carrera. Entonces en el noveno, bateé la pelota fuerte hacia el jardín izquierdo con dos hombres en base, pero me atraparon el batazo. ¡Hubieran sido 11 carreras empujadas!”. Cloninger dijo que no era un buen bateador al principio de su carrera, pero mejoró, “cuando tenía mi casillero entre (los toleteros del Salón de la fama) Hank Aaron y Eddie Matthews. Ellos siempre hablaban de la ubicación de los pitcheos y buscaban un pitcheos. Yo tomé algo de eso”. Stanton cree, que todos los pitchers de ligas mayores de la actualidad deberían buscar mejorar su bateo. “Con todo el tiempo que tienen los peloteros, no hay excusa para que los pitchers no sean capaces de superarse con el bate”, dijo el lanzador zurdo. Él le da crédito a su progreso, usado poco porque es relevista y ha estado en la Liga Americana desde 1995, a su compromiso por batear con la organización de los Bravos de Altlanta. “Subí con ellos a finales de los años ’80 y ellos hacían énfasis en eso”, dijo Stanton. “Ellos querían que fuésemos capaces de tocar la pelota, batear y correr. Cualquier cosa para ayudar a ganar a tu equipo”. Stanton considera al zurdo de Atlanta, Tom Glavine, uno de los mejores pitchers bateadores del momento: “Número 1 el hace que los toques vayan por el suelo. Número 2, hace contacto. Pone la pelota en juego y presiona la defensa. Consigue quedarse hasta los innings finales de los juegos porque puede ayudar al equipo con su bate”. Esa también era la filosofía de Wise, “Siempre sentí que mi bateo me daba una ventaja”, dijo el hombre de 55 años de edad. “El otro pitcher tenía que enfrentar nueve bateadores. Yo sólo tenía que enfrentar ocho”. Con pocas excepciones, ese todavía es el caso de la Liga Nacional. Traducción: Alfonso L. Tusa C. Nota del traductor: Números de Mike Hampton al final de la temporada de 2001: Como pitcher: 14-13, 5.41 efect., 203 IP Como bateador: 7 HR, 16 CI, 20 CA, 79 Vb, 23 H, .291 AVG Números de Mike Hampton con los Navegantes del Magallanes en la temporada 1994-95: 8 J, 4 G, 2 P, 45.1 IP, 34 HP, 9 CL, 47 K, 11 BB, 1.79 EFEC.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Dean Hartgraves sella la barrida de Ashville con un juego sin hits ni carreras.

Mike Gore. Corresponsal deportivo del Asheville Citizen-Times ©. 12-08-1988. El pitcher del Ashville Dean Hartgraves celebró su cumpleaños 22 con estilo la noche de este viernes en McCormick Field. Hartgraves, lanzó un juego sin hits ni carreras y ponchó 11 en el segundo juego de una doble cartelera en la Sally League, contra Myrtle Beach para darle a los Tourists un triunfo 3-0 y barrer a los Blue Jays. Un sencillo de Eddie Rentería con dos outs en el séptimo inning del primer juego llevó a los Tourists a una victoria 6-5 en el primer juego. Hartgraves (4-8) estuvo por la goma desde el comienzo al ponchar los primeros siete bateadores y retirar los primeros once que enfrentó antes de caminar a Rolando Pino (3b) en el cuarto inning. “Yo nunca había lanzado un juego sin hits ni carreras en mi vida. Ni en las pequeñas ligas, Babe Ruth o en la secundaria”, dijo Hartgraves. “Esto es un sentimiento increíble. Yo tenía comando en mis pitcheos y mi receptor (Joe Ortiz) llamó un gran juego y lo hizo fácil para mi. También tuve un gran respaldo detrás de mi”. Hartgraves tuvo sobresaltos en el sexto y el séptimo episodios, pero grandes jugadas del segunda base Rentería en el sexto y el jardinero central Dan Nyssen en el séptimo salvaron el sin hits ni carreras. En el sexto, Pino bateó un roletazo lento con dos outs, hacia segunda base, pero Rentería tomó la pelota e hizo out a Pino por un paso. En el séptimo, Nyssen hizo una atrapada lanzándose de cabeza para decapitar una línea floja de Luis Sojo (ss) abriendo el inning. Entonces Jeff Hearron (bd) conectó un roletazo al tercera base Luis González, cuyo tiro alto sacó al primera base, Carlos Henry de la base para un error. Luego Bernie Núñez (rf) se ponchó antes que Todd Provence (1b) roleteara hacia González, quién lanzó a segunda para forzar al corredor emergente Mark Young con el out final. El sin hits ni carreras fue el primero de un Tourist desde que Rich Strasser y Arbrey Lucas registraron joyas de nueve innings en 1983. Ambas en la carretera, la de Lucas contra Columbia (un triunfo 1-0) y la de Strasser ante Anderson (3-0), González descargó su primer jonrón de la temporada en el primer episodio ante el abridor Nate Cromwell (8-5) para darle a Ashville (29-25) ventaja de 1-0- Rentería anotó por wild pitch en el segundo inning y un senillo impulsor de Dan Lewis (1b) en el sexto completó la anotación. En 7 innings, Hatgraves recetó 11 ponches y concedió 2 boletos. Su marca quedó en 4-8. La barrida colocó a los Tourists (segundo lugar) a tres juegos del líder de la división norte, Greensboro, el cual venció a Savannah 3-1. *** Luego de graduarse en la escuela secundaria de Oregon, Dean Hartgraves asistió al junior college en el pueblo del norte de California, Weed, en el College of the Siskiyous. Jugó beisbol en ambos años mientras destacaba académicamente. Los Mets de Nueva York lo seleccionaron en la ronda 12 del draft de enero de 1986, pero él no quiso firmar. Para 1987, se mudo a la Fresno State University, donde también jugó beisbol. El 2 de junio del ’87, los Astros convirtieron al lanzador zurdo en su escogencia de la ronda 20, y dos semanas después, él firmó. Los Astros lo asignaron al Auburn, donde agenció buenos números en ponches, terminó segundo de Todd McClure entre aquellos que lanzaron más de 3 juegos con el equipo, en ponches por cada nueve innings. Aunque su barajita Star de 1990 con Columbus diría más adelante que Hartgraves tenía buen control, en el ’87, terminaría igualado en el octavo lugar de 11 pitchers quienes lanzaron en más de tres juegos para Auburn ese año, en boletos por cada nueve innings. Para 1988, Hartgraves conseguiría la promoción al Ashville, y estaba en medio de lo que podría se considerado un año bueno, cuando lanzó la gema descrita en esta página. Hartgraves ganaría otro juego y perdería otro luego de su sin hist ni carreras para terminar el año con 5-9, y efectividad de 4.49. Y aunque ponchó 11 de los 24 hombres que enfrentó durante el nohitter, su tasa de ponches durante el año se redujo casi a la mitad de lo que había logrado en el ’87 con el equipo de temporada corta. Sin embargo, mejoró ligeramente su tasa de boletos respecto al año anterior. Pasó la mayor parte de 1989 repitiendo en Ashville, fue promocionado al Osceola de Clase A Avanzada a finales de ese año, y fue allí donde Hartgraves lanzó una segunda gema, el lunes 21 de agosto, en un juego en casa recortado a seis innings versus los Red Sox de Winter Haven. Entonces Hartgraves se convirtió en solo el tercer pitcher de la historia de los Astros, en lanzar dos no-hitters para la organización. El venezolano Juan Quintana lanzó dos para el Durham, uno en 1965 y otro en 1966, mientras que Don Wilson lanzó un par con el equipo de Grandes Ligas, uno en 1967 y el otro en 1969. Hartgraves es el único de los tres en lanzar uno con equipos diferentes, y también el único en lanzar sus dos sin hits ni carreras en menos de nueve innings. Tener dos juegos sin hits ni carreras en tu curriculum es agradable, eso definitivamente hace que te noten en una página web como esta, pero eso no ayudó a Hartgraves a conseguir un trabajo en las Grandes Ligas. Él siguió lanzando en el sistema de los Astros, fue promovido a AA en 1990 y a AAA en 1991. Finalmente en 1995, Hartgraves empezó la temporada como cerrador en el Tucson AAA, su contrato fue comprado por los Astros el 24 de abril. Debutó en Grandes Ligas ante los Cachorros de Chicago el 3 de mayo, permitió una carrera en un inning. Hizo 10 apariciones más, y tuvo efectividad de 3.43 antes de ser opcionado de regreso a Tucson cuando Mike Hampton volvió de la lista de incapacitados el 12 de junio. Hartgraves regresó a los Astros el 4 de julio y alcanzó su primera victoria en Grandes Ligas el 16 de agosto en Filadelfia, a solo seis días de su cumpleaños 30. La barajita Donruss ’96 de Hartgraves, refiere que Hartgraves no permitió jonrón alguno hasta el 27 de septiembre, y de hecho, su efectividad en el Astródomo en 1995 fue 0.45. Hartgraves fue invitado al entrenamiento primaveral en 1996, pero fue opcionado a Tucson en el penúltimo corte del 30 de marzo, luego de tener marca de 0-1 con 13.00 de efectividad en seis juegos de la liga de la toronja. Hartgraves lanzó bien en Tucson, y fue llamado de nuevo el 22 de mayo. Siguió lanzando bien en casa, y agenció efectividad de 0.69 en diez juegos allí. Pero la efectividad en la carretera fue 15.00, y fue enviado de vuelta a Tucson el 14 de julio. Fue llamado de vuelta el 19, pero cinco días después fue colocado en waivers de manera irrevocable. El día siguiente fue reclamado por los Bravos de Atlanta y enviado al Richmond AAA. Los Bravos lo llamaron y él debutó con Atlanta el 7 de agosto, y lanzó en 20 juegos para los Bravos. Pasó todo 1997 en Richmond, y fue dejado en libertad por los Bravos el 15 de octubre de ese año. Fue capaz de regresar con la organización de los Gigantes para 1998, y luego de abrir el año con el Fresno AAA, participó en 5 juegos con San Francisco, uno de los cuales fue contra Houston, en el cual permitió 3 carreras en un inning y un tercio. Otra aparición de tres carreras seis días después ante los Cardenales se convirtió en su despedida; los Gigantes lo devolvieron a Fresno, y a finales de septiembre, Hartgraves hizo su postrera aparición profesional en la misma ciudad donde lanzó en el beisbol universitario doce años antes. Los Gigantes lo despidieron, y se cerró el libro de la carrera del zurdo, el 15 de octubre de 1998. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 1 de agosto de 2016

Edgar Ramos deja sin hits ni carreras a los Captains de Shreveport

© The Jackson Clarion-Ledger. Shreveport.- Edgar Ramos se convirtió en el primer pitcher de los Generals de Jackson en lanzar un no-hit no run la noche de este martes 6 de agosto de 1996, al dominar a los Captains de Shreveport 3-0 en el primero de una serie de cinco juegos en la Texas League AA. Ramos, un derecho venezolano de 21 años de edad, caminó a cuatro y golpeó a dos bateadores al convertirse en el primer pitcher de Jackson en alcanzar un no-hitter individual desde Juan Rodriguez de los Mets de Jackson en 1982. Fue segundo no-hitter de la historia de los Generals. Kevin Gallagher y Jaime Daspit se combinaron en un juego acortado por la lluvia, un trabajo de siete innings contra Tulsa en 1994. El no-hitter de Rodríguez también fue de siete innings. El último no-hitter de nueve innings de un pitcher de Jackson fue de Rick Anderson de los Mets en 1979. Ramos, quién ponchó siete, tuvo su momento más difícil en el séptimo episodio cuando luego de un out, una línea de Gary Phillips (3b) amenazaba con caer imparable cuando Donovan Mitchell se lanzó sobre la grama del jardín derecho para atrapar la pelota Ramos 4-3, extendió su racha de innings seguidos sin permitir carreras hasta 17. En una actuación de 8 episodios el jueves pasado, él dejó sin anotaciones a Tulsa, en una victoria 1-0, y permitió solo dos imparables. Él retiró los primeros ocho bateadores de Shreveport antes de golpear al pitcher Keith Foulke y bolear al siguiente bateador. Él caminó a otro y golpeó a otro en el cuarto episodio y caminó a dos seguidos con ocho lanzamientos en el sexto. En el octavo el abridor de la alineación Dante Powell se embasó por error del campocorto Russ Johnson. A partir de ahí, Ramos retiró los últimos seis bateadores en fila, cerró el juego con un elevado de Jon Sbrocco (2b) al jardinero izquierdo Buck McNabb. Fue el primer sin hits ni carreras de la Texas League desde 1994. Ramos hizo 119 lanzamientos en la obra maestre de 2 horas y media. “Él no tuvo sus mejores lanzamientos”, dijo el manager de los Generals, Dave Engle. “Tuvo una mejor curva en su última apertura”. Los Generals tomaron la delantera en el primer episodio con jonrón de dos carreras de Richard Hidalgo (cf) trajo al plato a Melvin Mora (2b) delante de él, fue su décimo tercer cuadrangular de la temporada y primero desde el 29 de junio. En el sexto capítulo, Hidalgo anotó mediante elevado de sacrificio del cátcher Mitch Meluskey. Ramos fue promovido a los Generals en Junio desde Kissimmee desde la Florida State League. Perdió sus primeras dos decisiones, al compilar una efectividad de 13.50 en tres aperturas. Entonces perdió tres semanas con una lesión en la espalda. Su regreso lo ha visto permitir solo seis carreras limpias en 35 episodios. Reseña del Astroland.org. Aunque los Captains de Shreveport no eran un equipo afiliado de los Medias Rojas de Boston, quizás el punto más notable acerca del no-hitter del Sr. Ramos fue que estuvieron involucrados dos peloteros quienes jugarían papel importante en el año de campeonato de los Medias Rojas en 2004. El pitcher abridor de los Captains de ese día (Foulke) lanzaría el último envío de la Serie Mundial de 2004, mientras su primera base regular y cuarto bate, Paul Mirabelli, podría haber sido el catcher de reserva más famoso en la historia de los Medias Rojas. El artículo del Clarion Ledger menciona la promoción de Ramos desde el Kissimmee alrededor de un mes antes en 1996, pero no explica la razón de eso, la cual fue la marca de 9-0 de Ramos, y su efectividad d 1.51. Aunque terminó el año con Jackson, Ramos terminó siendo el segundo pitcher más ganador de Kissimmee en 1996, y contribuyó a la efectividad que le dio el liderato de la liga al equipo ese año en ese renglón. Jackson ganó el campeonato de la Texas League en 1996, aunque Ramos no contribuiría con otro triunfo en la temporada regular después de su no-hitter. Terminó con marca de 4-5 y efectividad de 4.88. Fue seleccionado por los Filis desde los Astros en el draft de regla 5 de diciembre de 1996, pero fue devuelto a los Astros luego de pitchear un par de juegos para el equipo afiliado Filis de Clearwater y cuatro más con Filadelfia en Grandes Ligas. Devuelto al Jackson AA, Ramos nunca ganó un juego en 1997, ni con los Filis ni con los Astros. En 1998, Ramos dividió el año entre Jackson y el New Orleans AAA, ganó dos juegos en cada lugar, antes de terminar su carrera en el beisbol organizado de Estados Unidos. Por todo tuvo marca de 28-26 en el sistema de los Astros, con efectividad de 3.80. Como la fórmula Game Score de Bill James no deduce nada por hits conectados, Ramos puede ser acreditado con un Game Score de 90 por su no-hitter, muy respetable, tal vez un poco exagerado para un juego en el cual el equipo sin imparables dejó más corredores en base que el ganador. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

¿El próximo Ty Cobb? Para José Altuve, el hipérbole, como los límites, si acaso existen.

Tyler Kepner. The New York Times. 27 de Julio de 2016. Houston.- De todas sus maravillosas estadísticas de esta temporada, José Altuve está más pendiente de los juegos donde ha participado. Altuve, el segunda base de los Astros de Houston, ha jugado todos los 101 juegos de esta temporada, parte de una seguidilla activa que lidera las mayores. Me siento orgulloso de jugar cada día”, dijo Altuve. “Eso es lo que de verdad me hace feliz. Los números pueden cambiar. Puedes estar aquí, luego mañana puedes estar allá. Pero pienso que el valor de un pelotero que sale y juega todos los días es grande”. Cuando ese pelotero es Altuve, el valor no puede ser más alto. A dos mese de terminar la temporada, él parece ser el líder en la carrera por el premio al jugador más valioso de la Liga Americana. Solo un Astro ha sido jugador más valioso de su liga, Jeff Bagwell en 1994. Bagwell está en la cúspide de la elección al Salón de la Fama. Altuve, 26, tiene un largo camino por recorrer, pero su trayectoria es esperanzadora. Antes de irse en blanco este martes 26 de julio en la derrota 6-3 ante los Yanquis, él estaba liderando las mayores en promedio de bateo, porcentaje de embasado y bases totales. El año pasado, ganó un guante de oro como segunda base. “Él ganó el título de bateo hace dos años, y regresó aún más hambriento el año siguiente”, dijo el infielder de los Astros Marwin González, quien ha conocido a Altuve desde que eran adolescentes en Venezuela. “Eso es lo que las personas no saben de él. Cualquiera sea la forma como termine esta temporada, él va a querer más el año que viene y trabajará más duro. Nunca es suficiente para él”. Pocos peloteros han empacado sus números de la forma como lo está haciendo Altuve ahora. El último pelotero que terminó la temporada como líder de la Liga Americana en promedio al bate, imparables, porcentaje de embasado, bases robadas y bases totales fue Ty Cobb en 1917. Cobb también lideró en porcentaje de slugging, sus seis jonrones clasificaron cuartos en la liga, y la marca de Altuve de .566 para este miércoles 27 de julio lo ubicaba tercero en la Liga Americana. Sus 17 jonrones son un tope en su carrera y un resultado directo, creen los Astros, de ser más selectivo. Cada temporada, dijo el manager A.J. Hinch, Altuve se fija una meta nueva. Hace dos años, antes que llegara Hinch, Altuve quería liderar la liga en imparables. LA temporada pasada, quería ganar su primer guante de oro. Esta temporada, quería mejorar su criterio de la zona de strike. Eso parece elemental, pero Altuve no necesita hacerle swing a pelotas en la zona de strike para conseguir imparables. Similar a Yogi Berra (quien tenía una estatura parecida a la de Altuve, apenas una pulgada más alto), Altuve es un clásico bateador de pelotas malas. “Él no tenía mucho inventivo como otros bateadores para cambiar su enfoque”, dijo el gerente general Jeff Luhnow, “porque le podía hacer swing a una pelota bien afuera de la zona, una pelota a la cual diríamos que nunca se le debe hacer swing, y la podía conectar de sencillo, doble y ocasionalmente jonrón. Así que el mecanismo de retroalimentación no decía, ‘No hagas eso’. Básicamente tiene un gran control con el bate que le permite salir adelante en esa circunstancia”. Esencialmente, Altuve decidió que ser capaz de batear pelotas malas no lo iba a privar de buscar envíos buenos. Luego de cinco temporadas de Grandes Ligas, el dijo que podía utilizar un plan de juego más sofisticado para hacer que los pitchers respetaran su disciplina. “Año tras año, aprendes un poco cada día”, dijo Altuve. “A veces vas al plato y tienes una idea, una idea clara de loa que te van a lanzar. Pienso que eso es todo: buscar mejores pitcheos para batear, darte cuenta cuando conectas mejor la pelota, que envío bateas, si estás siguiendo mucho la pelota. Si descifras eso, puedes mejorar un poco como pelotero”. Esta temporada Altuve ha visto más pitcheos por aparición al plato que nunca (un promedio de 3.57 hasta este lunes 25 de julio), y ha alcanzado un porcentaje más alto de conteos 2-0, 3-0 y 3-1 que nunca antes. Todavía puede conectar casi cualquier pitcheo, pero ahora tiene más oportunidades de dirigir la pelota. “Tuve una conversación con él al comienzo de la temporada, acerca de algunos de los tipos que él observa”, dijo Hinch. “Le gusta Miguel Cabrera, le gusta Victor Martínez, le gusta Ian Kinsler. Jugamos ante los Tigres temprano, y cuando hablas de esos bateadores, piensas en peligro”. “Esos peloteros combinan los boletos con el poder”, dijo Hinch y agregó, “No pienso que José estaba en esa categoría hasta esta temporada, cuando fortaleció su criterio de la zona de strike y empezó a producir a gran altura”. Los Astros, quienes tienen la mejor marca del beisbol desde el 1 de mayo hasta este lunes 25 de julio, han sido reconocidos largamente por su compromiso organizacional con el análisis. Altuve fie firmado originalmente por la gerencia previa, pero frimó una extensión bajo Luhnow en 2013 que lo liga a los Astros hasta 2019. El máximo valor de la negociación, si el equipo ejerce las dos opciones, es de seis años y 25 millones de dólares. Altuve todavía puede ser agente libre a los 29 años, pero la negociación es una ganga para los Astros, quienes no sabían que él evolucionaría de esta manera. Los modelos estadísticos no consideran que un pelotero que ha sido tan bueno pueda mejorar tanto. “No pensaba que eso era posible después del año pasado, pero él se las arregló para hacerlo”, dijo Luhnow del crecimiento contínuo de Altuve. “Ha tenido un juego más completo este año. Está teníendo un impacto aún más grande en este equipo. Es la razón de que tengamos el éxito que hemos tenido”. Este martes los Astros y Altuve perdieron, el promedio del segunda base bajó a .355 y su promedio de embasado a .422. Pero el miércoles estaba de vuelta como siempre lo hace, para seguir aumentando su seguidilla de juegos jugados, la cual llega a 192. Eso está a unas 15 temporadas completas de la marca de Cal Ripken de 2632. Altuve idolatraba a otro campocorto de la Liga Americana en los años ’90, Omar Vizquel, pero sabía que Ripken tiene la marca. No sabía el número. “Dos mil, hombre, eso es mucho”, dijo Altuve. “Es casi imposible”. Casi pero no completamente. Altuve no tiene límites. Traducción: Alfonso L. Tusa C.