jueves, 30 de marzo de 2017
Luces en la sala de control.
Finalmente la oficina principal de los Navegantes del Magallanes decidió ratificar como manager a Omar Malavé. La decisión llega en un momento adecuado por cuanto se cuenta con más de seis meses para desarrollar el plan de trabajo presentado por Malavé. Existe gran expectativa por ver como se llega a las estaciones de este viaje. Me parece que será bien interesante seguir de cerca los movimientos dirigidos a conseguir un primera base zurdo de poder y los lanzadores abridores criollos. A la distancia intuyo que es muy probable que el toletero zurdo sea una de las prioridades de la importación, por supuesto debe ser un pelotero con disponibilidad de permanecer con el equipo al menos durante las doce semanas de la ronda eliminatoria de la temporada 2017-18.
En cuanto a los pitchers abridores criollos solicitados por Malavé, este es quizás el punto más retador del plan de trabajo. Esos lanzadores deberán llegar vía cambios que deben ser estudiados en profundidad con suficiente antelación. Habría que sopesar muy bien las transacciones, puesto que los peloteros que se han asomado como canjeables siguen siendo muy útiles en LVBP por cuanto pueden jugar a lo largo de toda la temporada, por tanto la condición esencial de cualquier cambio por un lanzador criollo es que tenga disponibilidad de lanzar toda la temporada.
Es bien importante el requerimiento de Malavé de contar con un equipo rápido, las características del estadio José Bernardo Pérez, dictan que un equipo de celeridad en las bases y al campo tendrá más probabilidades de salir victorioso al terminar los juegos. Sin embargo eso no necesariamente tiene que significar salir de la mayoría de los peloteros veteranos, muchas veces desplazarse bien en las bases o a la defensiva no necesariamente tiene que ver con velocidad pura, se trata de saber correr, saber cuando apretar el acelerador, estar enfocado en el juego, en los movimientos del pitcher y el cátcher rival, en las señas de los coaches tanto propios como rivales. Por tanto este requerimiento pasa por varias etapas, quizás la más importante quedará plasmada en la manera como Malavé y su cuerpo técnico transmitan a sus jugadores jóvenes desde el primer día de entrenamientos, la estrategia y la preparación física y mental que deben practicar para convertirse en un equipo de buen desplazamiento en las bases y el campo.
La solicitud de contar con un cuerpo técnico que sepa sacar los mejor de los jugadores es el punto de partida del proceso. Al contar con Ramón Hernández como coach de banca, se cuenta con la invalorable visión de un catcher en el dugout, la planificación de cada juego, las observaciones sobre la marcha, los comentarios oportunos al manager antes durante y después de los juegos y las reflexiones con pitchers y cátchers en las prácticas y durante los juegos, seguramente plasmaran un elemento de compenetración del equipo que le permitirá avanzar en armonía. Amén de que seguramente Hernández participara en el seguimiento de peloteros criollos y posibles importados a lo largo de la temporada 2017 de ligas menores y mayores. Por otro lado también aportará sugeren cias tendentes a mejorar la crisis de control que sufrieron los lanzadores magallaneros la temporada pasada.
El nombramiento de Rodolfo Hernández como entrenador de bateo me parece muy acertado, debido a la prolongada experiencia de Rodolfo como técnico en ligas menores y en los últimos años como asistente del coach de bateo de los Mellizos de Minnesota. Que un manager de la trayectoria bateadora de Paul Molitor, primero haya nombrado a Rodolfo para ese cargo y ahora la gerencia de los Mellizos lo haya ratificado como asistente del nuevo coach de bateo James Rowson (quien tiene en su perfil curricular haber trabajado con peloteros jóvenes como Anthony Rizzo, Starlin Castro, Gaby Sánchez y Aaron Judge), indica que estamos en presencia de un trabajador insigne que además conoce al pelo la liga venezolana y además contará con el apoyo invalorable de Richard Hidalgo quien regresará luego de su ausencia la campaña anterior. Seguramente desde el principio de la 2017-18 se notará el ajuste ofensivo del equipo.
Roberto Espinoza continuará como coach de pitcheo y seguramente desde el dia siguiente a la descalificación del Magallanes en la 2016-17, debe estar analizando los motivos de la deficiente actuación del cuerpo de lanzadores de los Navegantes en la temporada, principalmente en lo referente al elevado número de boletos concedidos. Desde su trabajo como coach de lanzadores de los Potros de Tijuana en la temporada de la Liga Mexicana 2017, también tendrá oportunidad de profundizar investigaciones para mejorar el control de sus lanzadores, además de observar potenciales pitchers que pudieran venir a reforzar al Magallanes.
Luis Colmenares seguirá en sus labores de coach de bullpen, de seguro ya debe haber realizado varias conversaciones con Espinoza por el tópico de los lanzadores descontrolados.
Para concluir, José Miguel Nieves, manager actual de equipo de los rojos de Cincinnati en la Low Rookie Arizona Legue, será el encargado de dirigir el tráfico de corredores desde el cajón de tercera base y Carlos Maldonado, quien cumple funciones técnicas en la organización de los Rangers de Texas hará lo propio desde el cajón de primera base.
Alfonso L. Tusa C.
lunes, 27 de marzo de 2017
Esquina de las Barajitas, Topps 1966: La Azarosa Vida de John Bateman
06 de junio de 2016. Bruce Markusen.
Para 1960, la tía Jewel se había cansado de las travesuras del joven John. Ella lo envió de regreso a vivir con su padre, quien ahora vivía y trabajaba en el ejército en Texas. Bateman padre hizo las gestiones para que su hijo jugara con el equipo militar en Fort Hood. John jugaba bien, y mejoraba a medida que se hacía más grande y fuerte.
En 1962, Bateman escribió a varios equipos de grandes ligas, solicitando una prueba. La escena parecía sacada de una película mala de beisbol, pero Bateman pensaba que no tenía nada que perder. Increíblemente, la campaña de escritura de cartas funcionó. El equipo de expansión los Colt .45 de Houston, desesperado por conseguir talento, le dijo a Bateman que le iban a dar un vistazo. Los Colt .45 lo invitaron a su campamento amateur en Texas City, a pocas millas al sureste de Houston.
Al scout de los Colts, Red Murff, le gustó lo que vio de Bateman, particularmente su poder y su brazo de lanzar. También le gustó que Bateman tuviese 19 años de edad. Poco sabía que el joven John mentía acerca de su edad. En realidad, Bateman ya tenía 21 años, pero los Colt .45 y el resto del beisbol ignorarían ese hecho por el resto de su carrera.
Basados en la recomendación de Murff, los Colt .45 firmaron a Bateman y lo asignaron al Modesto, el equipo filial de Houston en la categoría Clase-C. Bateman lo hizo bien, compiló una seguidilla de 19 juegos bateando imparables en ruta de una temporada de novato que lo vio batear .280 con 21 jonrones. También mostró un fuerte brazo de lanzar detrás del plato, lo cual provocó una observación del gerente general, Paul Richards, quien comparó la habilidad para lanzar de Bateman con la del inquilino del Salón de la Fama, Gabby Hartnett. Nada mal para un muchacho quien había tenido que escribir cartas desesperadas rogándoles una prueba a los equipos de grandes ligas.
En la primavera de 1963, Bateman predijo que estaría en el roster de los Colt .45 para el día inaugural de la temporada. Nadie le creyó al novato hablador, probablemente ni el propio Bateman, quien luego admitió que no estaba listo para las ligas mayores. Una de las excepciones de esa creencia fue el manager de los Colt .45, Harry Craft. Tres días antes de la inauguración, Craft anunció que Bateman sería su cátcher número 1.
Solo una mano fractura en la mano sufrida al final del entrenamiento primaveral impidió que Bateman jugara el día inaugural, pero a finales de abril, estaba sano y listo para empezar sus labores. Eso le permitió hacer algo de historia, el 17 de mayo, recibió el primer juego sin hits de la franquicia, mientras trabajaba en la gema de Don Nottebart en Colt Stadium.
Bateman tuvo la difícil tarea de tratar de recibir no a uno sino dos nudillistas del cuerpo de lanzadores de los Colt, Ken Johnson y Hal Brown. No por casualidad, lideró la liga en passed balls y errores. Richards, un excatcher, trabajó con él en su defensa, incluyendo el manejo de la pelota de nudillos. Para el final de la temporada, su actuación como catcher de todo el cuerpo de lanzadores impresionó a los Colt .45, al igual que su brazo de lanzar. Algunos scouts rivales catalogaron a Bateman como el catcher de mejor brazo de la Liga Nacional.
Con el madero, Bateman contribuyó con 10 jonrones, pero se embasaba muy poco. Con un promedio de bateo de .210 y solo 13 boletos, su porcentaje de embasado era de .249, terrible para cualquier época. Esos números permanecerían iguales en 1964, cuando Bateman perdió el puesto de regular con un joven Jerry Grote y hasta regresó a las ligas menores para corregir sus fallas. Aunque el brazo de Grote no era tan bueno como el de Bateman, si era más rápido y dinámico detrás del plato.
Mientras los Colt .45 se preparaban para mudarse al Astrodomo (donde se convirtieron en los Astros) en 1965, enfrentaron un dilema: ¿Quién sería el regular detrás del plato, Bateman o Grote? Resultó que la respuesta fue distinta a esas alternativas. Los Astros bajaron a Grote a las menores durante la primavera, e hicieron de Bateman, cuyo peso se había salido de control, el respaldo de otro cátcher joven, Ron Brand. Bateman solo jugó en 45 encuentros antes de ser enviado a AAA. Siguió teniendo dificultades contra el pitcheo de la Liga Nacional, al batear solo para .197.
Entonces vino la mejoría de 1966. Después que los Astros cambiaron a Grote a los Mets de Nueva York, Bateman le ganó el puesto a Brand al hallar su ritmo de bateo. Subió su promedio hasta .279, su porcentaje de embasado a .315, y su total de jonrones a 17. Esos tres números representaron topes personales, y por grandes márgenes. A los 25 años de edad, Bateman parecía ser el catcher del presente y el futuro para los Astros.
Bateman también emergió como el líder del equipo. Su sentido del humor lo hizo popular con sus compañeros de equipo; su temperamento lo hizo algo más con los árbitros, quienes lo expulsaron de seis juegos. Pero los Astros sabían que siempre respaldarían a Bateman.
Sobre el papel, los Astros parecían estables, pero el ambiente planteaba problemas para Bateman. Houston jugaba ahora en el Astrodomo, un estadio gigantesco que no favorecía a un bateador de poder como Bateman. Los pitchers dominaban el juego en esos años, en parte debido a los cambios en la zona de strike y a la preponderancia de estadios hechos a su medida. Esas condiciones complicaban a un bateador de bolas malas como Bateman, quien además tenía fallas en el swing.
Bateman tuvo dificultades en 1967, debidas en parte a que sufrió dos lesiones significativas. “Solo fue un mal año”, le dijo Bateman a John Wilson de The Sporting News. “Una cosa que nadie ha considerado es que estuve lastimado la mayor parte de la temporada. Me rompí el tobillo (lo cual le costó seis semanas inactivo), y cuando regresé de eso, tuve problemas con la espalda”. Despues de la temporada, Bateman oyó reportes de que los Astros podrían reemplazarlo. Así que solicitó un cambio, pero los Astros no recibieron ofertas decentes por él.
Él jugaría con más frecuencia en 1968, defendiéndose del empuje del joven Hal King, pero los problemas con la espalda disminuyeron mucho su poder. Cuando los Astros adquirieron a Johnny Edwards en un cambio invernal con los Rojos de Cincinnati, lo dejaron disponible para el draft de expansión. Los Expos de Montreal, uno de los dos nuevos equipos de la Liga Nacional, mostraron su atención por Bateman. Los Expos seleccionaron al catcher veterano en su sexta escogencia del draft, él todavía tenía 28 años de edad.
Siempre extrovertido, Bateman lanzó un dardo verbal hacia los Astros: “Esta es la organización más grande del mundo para hacer molestar a los peloteros y provocar que ellos no den su mejor esfuerzo”, le dijo Bateman a The Sporting News. A pesar de tal candor, otros equipos querían sus servicios. Los equipos necesitaban cátchers quienes pudieran lanzar y batear con poder. Varios equipos llamaron al gerente general de los Expos, Jim Fanning, preguntando por Bateman. Fanning pedía pitcheo a cambio, pero ningún equipo satisfizo sus demandas.
El 8 de abril de 1969, los Expos efectuaron el primer juego en la historia de la franquicia. Bateando sexto y ocupando la receptoría de Montreal, Bateman coleccionó un imparable en cinco turnos al bate y anotó una carrera en la derrota de Montreal 11-10 ante Nueva York. Menos de dos semanas después, él recibió el juego sin hits ni carreras de Bill Stoneman, el primer no-no de la nueva franquicia.
Como lo dictó el destino, Bateman pronto se encontró compitiendo con Ron Brand, su antiguo compañero en Houston. A mitad de temporada, Brand se adueñó del puesto de receptor regular, relegando a Bateman a un trabajo de medio tiempo. Al aparecer en solo 74 juegos, Bateman bateó ocho jonrones y vio disminuir su promedio de bateo hasta .209. Se convirtió en blanco de los fanáticos en el Jarry Park de Montreal, quienes lo abucheaban más fuerte que a cualquier otro pelotero de los Expos.
Una vez más, la carrera de Bateman estaba en una encrucijada. No había bateado bien por tres temporadas seguidas. Si no podía hacerlo con un equipo de expansión, sus días en las ligas mayores parecían haber terminado.
La primavera siguiente, enfrentó la competición de John Boccabella por el puesto de cátcher titular, y se perjudicó al reportarse con sobrepeso al entrenamiento primaveral, un problema crónico para él. El gran John marcó un peso de 215 libras, una disminución de sus 235 en 1969, pero todavía estaba 15 libras por encima del límite sugerido. De alguna manera Bateman se quitó el exceso de libras, y bajó su peso hasta 198 lo que llevó al manager de los Senadores de Washington, Ted Williams, a comentar: “Bateman solía ser torpe. Mírenlo ahora…está en muy buena forma con un swing sólido”.
Solo dos días antes de la inauguración, Bateman sufrió un golpe en un riñón en un juego de exhibición. La lesión que era significativa, se hizo más preocupante cuando Bateman reveló que él solo tenía un riñón. Bateman perdió el día inaugural, pero al regresar, estuvo en la alineación regular. Tuvo un regreso destacable, bateó 15 jonrones e hizo un buen trabajo al guiar al joven cuerpo de lanzadores de Montreal.
Los riñones de Bateman fueron noticia de otra manera en 1970, cuando él fue nombrado director de la Canadian Kidney Association. Cuando le preguntaron porque tenía un solo riñón, Bateman explicó que había perdido el otro debido a un serio accidente jugando futbol americano en la escuela secundaria. En realidad, Bateman nunca había jugado futbol americano en la secundaria. Había perdido el riñón en una pelea en un bar durante sus días juveniles. Bateman estaba borracho y recibió tal golpiza que los médicos no tuvieron otra opción que remover el riñón. Previendo que a la fundación no le habría gustado la historia verdadera acerca de su condición médica, Bateman inventó el cuento de jugar futbol americano en la escuela secundaria.
Bateman se convirtió en una especie de figura de culto en Montreal, donde estableció su hogar. Él trabajaba en una destilería Seagram durante el invierno y a menudo hacia las rondas en los manantiales locales. También asistía a los torneos del golf y se prestaba para numerosos eventos de caridad. Entonces, en noviembre de 1970, las cámaras de televisión mostraron a Bateman participando en una redada del departamento de policía de Quebec. Por qué le fue permitido a Bateman participar en tal actividad policial sigue siendo un misterio, pero eso no agradó al manager de los Expos, Gene Mauch. El dirigente vio la película de la redada policial y se molestó con Bateman por arriesgar innecesariamente su salud y bienestar.
Mauch también le prohibió a Bateman participar en una gira (durante los meses de receso) hacia Vietnam, donde le habían propuesto que entretuviera a las tropas durante la guerra. A Bateman no le había agradado que Mauch hubiese vetado su participación en la gira a Vietnam junto a otros peloteros de grandes ligas, pero terminó acatando la solicitud de su manager.
Bateman se las arregló para conseguir números similares a los que logró en 1970, mientras se desempeñaba como el receptor principal de los Expos. Quizás la parte más negativa de su juego era la tendencia a batear para dobleplay. En 1971, lo hizo 27 veces, con lo cual lideró la liga y aumentó su reputación como uno de los corredores más lentos del juego.
A finales de 1971, Bateman se molestó cuando Mauch empezó a usar al joven cátcher Terry Humphrey, más y más detrás del plato. Durante la gira final del equipo en la temporada, Bateman y Mauch discutieron en la recepción del hotel donde los Expos estaban alojados. Los dos hombres casi se fueron a las manos antes de ser separados por algunos de los peloteros de los Expos.
En 1972, Bateman regresó a Montreal, pero perdió la titularidad como cátcher ante Humphrey. Se convirtió en un respaldo usado muy rara vez. A través de sus primeras 18 apariciones, Bateman acumuló solo 32 turnos al bate. A medida que se acercaba la fecha límite para realizar cambios del 15 de junio, se hizo aparente que Bateman se largaría. Un día antes de la fecha límite, los Expos lo negociaron a los Filis de Filadelfia, recibieron a cambio al bateador zurdo Tim McCarver. Coincidencialmente, McCarver había hecho enojar a Bateman hacía unos años cuando se refirió a Bateman como miembro del equipo de los feos del beisbol. “Decidieron nombrar co-capitanes en el equipo”, le dijo McCarver a Bateman, “y tú fuiste seleccionado para ambos cargos”.
Bateman tuvo una participación más notable en Filadelfia, al convertirse en el catcher número 1 de los Filis y trabajar regularmente con Steve Carlton, quién elogiaba su mascoteo y selección de pitcheos. Pero más allá de Carlton, los Filis no tenían mucho. Eran un equipo horrendo, destinado a terminar en último lugar. Aunque Bateman hacía un buen trabajo defensivo, no lo hacía bien con el bate, fallaba tanto en promedio como en poder.
Durante el invierno, los Filis despidieron a Bateman. Carlton pidió a la oficina principal que reconsiderara, pero el gerente general, Paul Owens mantuvo la decisión. Cuando ningún otro equipo mostró interés en Bateman, él se retiró.
Fuera del beisbol, Bateman se unió a un equipo de softbol amateur, los Bombers de Houston, los campeones del estado de Texas. En 1977, Bateman se unió a un equipo de perfil más alto, The King and His Court, encabezado por el pitcher lanzallamas Eddie Feigner. Bateman emergió como uno de los jonroneros más prolíficos de la historia del softbol de pitcheos rápidos. En 1979, bateó 179 jonrones durante una temporada de 221 juegos. En 1980, bateó 190 jonrones mientras llegó a pesar 120 kilos. Bateman lo hizo tan bien que llegó a ganar más dinero con The King and His Court que lo que había acumulado en sus días en las ligas mayores.
Bateman también fue entrenador en la pelota de American Legion, pero tuvo que cortar su conexión con el deporte debido motivos de salud. Se sometió a numerosas cirugías en sus rodillas, lo cual limitó su movilidad. Para complicar más las cosas, empezó a tener problemas con su único riñón. Esa condición lo forzó a dializarse tres veces a la semana.
Su cuerpo se debilitó con la diálisis, Bateman tuvo dificultades cardíacas. Falleció el 3 de diciembre de 1996, dejó dos ex esposas y tres hijos.
Las realidades del calendario nos dicen que Bateman vivió 56 años. Eso es cerca de 20 años menos que la esperanza promedio de vida para un hombre estadounidense. Pero sería difícil encontrar otros quienes vivieran una vida tan llena de acontecimientos en tan corto tiempo, en términos de triunfos y derrotas, tragedias y logros. John Bateman fue muchas, muchas cosas; aburrido no fue una de ellas.
Recursos y referencias
• The Baseball Register
• The Sporting News
• John Bateman’s biographical file at the National Baseball Hall of Fame Library
• The King and His Court
• Society for American Baseball Research (SABR)
Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning at the National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A`s, el cual fue premiado con la Seymour Medal de SABR.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 22 de marzo de 2017
My Favorite Moments.
Muy contento por la publicación de mi cuento en hardballtimes.com
March 22, 2017 by Alfonso Tusa The HardBall Times. hardballtimes.com
1975-topps-1966-rookies-of-the-year-2
At sunset, Miguelin raced through the oak door. “Dad…Dad.. I have a question for you.” He managed to stop a few inches from the wooden rocking chair.
Demetrio stood up and tried to push back the rocking chair. “What is it ?”
Miguelin waited until his breathing barely rippled the white t-shirt. “It’s about baseball.”
Demetrio broadened his eyes…Miguelin generally liked other sports. He said that he only liked baseball to play it, nor for watching, reading or having memorabilia about it.
“The physical education teacher said whoever answers this question first will win a guanabana yogurt.”
Demetrio opened his hands and shrugged his shoulders waiting to hear.
Miguelin looked to the ceiling. “In the Venezuelan baseball league which two ballplayers played in the same season and later won the rookie of the year award” Miguelin added, “in the same year?”
Demetrio tapped his forehead. “Haven’t thought about that in a while! That teacher of yours is really tough. Well, if you complete your homework by 8 o’clock tonight, we can talk about those ballplayers.”
Miguelin wrinkled his mouth and looked down. Then he jumped into the air after 30 seconds. “All right. But you have to tell me the whole story.”
Miguelin went to his bedroom and came back when darkness was sliding through the window. “Dad, I already did the homework, why don’t you tell me about the two rookies?”
Demetrio studied Miguelin’s tricky face and Roberta’s serious cheeks. He suspected that Miguelin had barely begun to do the homework.
Demetrio tried another strategy to avoid a fight for power.
Demetrio said, “Do you like baseball?”
Miguelin spun his chin from one shoulder to the other.
“Then, why are you so interested in that question? You can get the yogurt if you order your toys.”
Miguelin squeezed his hands and stretched them under the table. “I want to know who those rookies were. The teacher thinks that nobody will answer that question. I want to surprise him Dad. Are you sure you know what they are?”
Demetrio pressed his lips. “You should say, are you sure you know who they are?”
…
Miguelin started to read the question about cardinal and ordinal numbers. He followed the first lines of the paragraph which identified the main idea, he pressed his lips, released the pencil. He asked if Demetrio had played as a child, if he had run to meet his friends.
Demetrio smiled. “Your grandfather was very strict. When I finished the homework he made me paint the facade’s walls or asked me a lot of questions about the homework. If some of my answers were wrong he took minutes from my playing time and if I complained, he diminished the time even more. I looked at him the same way you look at me right now, with acid in my eyes.”
Miguelin rebounded the ball against the wall. “But Grandpa always plays with me. Even if I have a homework to do.”
“Grandparents, Grandparents! If only you had seen them when they were parents.”
…
The race brought scents of notebooks and chalk powder in his hands, Miguelin stopped by a garden’s side. “How does a second baseman perform a doubleplay? Why must a centerfielder be very fast?
Demetrio stopped using the drill. The hole in the wall required more depth.
“The teacher told us that one of the rookies was a second baseman who later won seven golden gloves and the other a centerfielder who made two spectacular catches in the World Series.”
Demetrio blew the hole’s dust and slid the ramplug. “Oh son, that teacher is beginning to sound as an encyclopaedia!”
“What do you mean by encyclopaedia?”
Demetrio slammed two hammer punches on the ramplug. “He’s getting within the baseball history.”
“Dad, talk to me clearly please.” Miguelin pulled a chair and put the backpack at the back of it. He noticed the same facial expression of that sunset of ignited oranges among the cobalt clouds at an atmospheric edge.
The veins bubbled in his hands. The guy’s face was completely reddish. The client had ordered a painting with streets flooded in garbage and Demetrio left a corner completely clean. That broke all the sense the client wished in the painting. That sight would show that the town began to change and that wasn’t true,
Miguelin looked through the door’s line. Thick threads of sweat burned at Demetrio’s eyes.
Miguelin would have liked to come in the office to stand up before that furious guy. He wanted to squeeze the guy’s gaze and tell him to respect Demetrio.
Not even at his profession as an artist, Demetrio articulated the tiniest word before the hardest complaints. When Roberta told him that he had to defend himself, Demetrio immersed with the best of his aqualung in the sea of blue traces from his planes.
“Why is Dad so hard with me and remains as a scarecrow before those guys that are his clients?”
“Hey. What’s the matter? Give me that painting,” said Demetrio.
Something in the painting impressed Miguelin and he almost dropped it.
“Look out! I’ve spent many hours at my free time and many unpleasant meetings, I don’t want that painting to finish turned into specks.”
“Do you want to know what a second baseman is or how he performs the double play?” Demetrio asked from behind the canvas.
Miguelin had his eyes glued to the canvas, it showed the same street as the other painting, this time it looked immaculate but there were two banana covers at a corner.
“What’s that Dad? That’s the opposite of what the angry man ordered.”
Demetrio put the palette at the table to add a little more of red to the mix for the banana’s cover. “Sometimes you have to change the perspective to understand the mysteries of the ground you’re stepping on.”
“Don’t look at me like that. It doesn’t mean to give up, or get on your knees. There’s a human condition; yes, I know it’s very few times practiced, it leaves open places to share points of view no matter how opposite they could be”
Miguelin looked how the tube with red paint squeezed out. “Dad, do you remember that you have to explain me what a second baseman is?”
Demetrio gave two pats on his forehead and raised the palette. “Excuse me son, it’s just that painting and architecture sometimes suffocate me.”
“Have you seen how a waiter acts in a restaurant? Most of all when he carries a tray filled with glasses and dishes. If anyone calls him from a table he turns around, listens and gets back on his way with everything untouched in the tray. Right?”
Miguelin opened his eyes.
Demetrio marked the yellow contrasts over the bananas covers with his index finger.
“What does that have to do with a second baseman making a doubleplay?” Miguelin said.
Demetrio raised his index finger from the canvas. “Imagine there is a runner at first base and the batter hits a grounder to shortstop, right?”
Miguelin got two steps away from the easel.
“The shortstop grabs the ball and passes it to the second baseman, he gets it, steps on the base and gets the out, then turns to first base and throws the ball.”
“Is it similar for you about what a waiter does in a restaurant?”
“Dad, but the shortstop also can do that when the grounder goes to the second baseman.”
“Sure son, but the shortstop has the play in front of him, he doesn’t have to turn towards first base.”
Miguelin looked at Demetrio wanting to ask him from where he got so many explanations. How had he learned so many ordinary, simple things?
Miguelin inserted two Lego blocks to complete the airplane. Dad you haven’t even told me why a centerfielder must be very fast.”
“And I won’t until you explain to me what cardinal and ordinal numbers are.” The voice’s tone matched the brutality of the reggaeton vibrating over the neighborhood’s zinc roofs.
Miguelin raised his shoulders and moved his feet in half circles. Roberta closed the windows and tried to talk. Miguelín put his index fingers at his ears.
“That noise kills thousands of neurons per minute,” said Roberta.
Miguelin tilted his face on the table. A mysterious music floated in the room. “What’s that thing, Dad?
Demetrio left the compact disc box on the speaker. “It’s Franz Liszt, a Hungarian composer, a great pianist and professor.” Miguelin breathed, touched Demetrio’s shoulder. “Dad, that music made me remember a ball game at school. I was in the same team with the boy who always laughed at me. At the first chance, I put my foot on his way, If the teacher wouldn’t have been aware, he had hit very hard in his face. The teacher sat down besides me and stayed like five minutes explaining me that violence is like a vortex that kills everything.”
Later in the game, the teacher brought the boy as a relief pitcher from right field. The first deliveries rebounded on home plate and hit me in the neck. The teacher came out so mad. “What`s the matter with you Demostenes? This is a team sharing an objective for the best harmony.”
“His name made me laugh. Then you explained me that Demostenes was a great greek speaker in the age before Christ. The batter got on base on a walk. The next batter hit a line drive to deep right field. The runner on first base scored. When I saw the other runner reaching second base and keep running I suspected it could be an inside the park homer. I advanced two steps to third base. When I saw the right fielder throwing the ball to the second baseman, I shouted, ‘Demostenes, run home!’
When I saw the relay throw went over the third baseman I ran and slid on the grass. I got the ball in the mitt’s webbing. I passed the ball to Demostenes. The runner clashed against him and rolled in the dust. The umpire checked the glove and fisted his right hand. I called Demostenes twice. I hit him twice in his face. When the teacher put the alcamphor tablet under his nose and he opened his eyes, my sadness tears turned into happiness. I talked to Demostenes, I helped him to get up. We had made the out to save the team. I felt a peace like the one from that music you played Dad.”
Demetrio scrambled Miguelin’s hair. That was the music where he sheltered while seeing his son burying his chin into the grass when Miguelin went behind third base to stop the second baseman throw.
Miguelin raised his body on his chin because of the big impulse from his sprint.
Demetrio wrestled with the field’s security guards. He needed to know how Miguelin was feeling. He experienced a thousand boilings on his skin. The blood came back to his veins when he saw Miguelin getting up and throwing the ball.
At the music ecstasy, Miguelin opened a dictionary.
Are cardinal numbers good to express amounts? To account?
Demetrio tuned Liszt with his mouth closed. He said yes with his chin.
And ordinal numbers are those to indicate the arriving order in a race or the parts of anything? Miguelin stared at Demetrio`s face and the dictionary’s page.
…
Another metallic sound raised to the ceiling. Demetrio spun the volume button and opened a color paint tube on the palette. With his eyes fixed on the canvas he began to mix the mustard with the black. When the mound took shape to the side of the banana covers, he added a little of red.
Miguelin threw his backpack on a chair and unbuttoned his school shirt. He almost swallow his tongue. “Dad, why do you do so many things I don’t understand? What’s that music that seems like a dog crying? Why are you painting that dog’s excrement there? I thought the banana covers were enough.”
The saxophone solo shook the curtains in the room. Demetrio tried to follow the rhythm with an imperceptible whistle. “It’s John Coltrane, one of my favorite sax players. It surprised me to find this Coltrane version of ‘My Favorite Things’ on the internet.” Demetrio’s fingers movements went from the palette to the canvas and then to some dancing steps between the lecter and the desk crowded with papers. “Cream colored ponies and crisp apple strudels. Doorbells and sleighbells and schnitzel with noodles. Wild geese that fly with the moon on their wings. These are a few of my favorite things..
Demetrio diluted a little the color mix with trementine. “Please Miguelin lift that backpack from the magazine box. Could you put it in your closet? How are you doing with the quest about the rookies?”
A lightning raised the kid’s tilted face. The teacher had given more clues. He said that the center fielder played for a team called “the miracle” and that the second baseman won six gold glove awards.
Demetrio tuned his whistle while moving the brush on the color tone of the dog’s excrement. “Have you seen how is the space behind the infield in a ballpark?”
Miguelin’s absent face made Demetrio to leave the brush. He moved to the highest level of the wooden stand. He took out an old calendar. A large savannah displayed through the outfield of a very ancient Estadio Universitario. “Do you see all that mowed and shining grass? What is it like for you?”
“It’s like a playing park.”
Demetrio stretched his arm to show a better angle of the picture. “Doesn’t it seem to you like a big field?
Miguelín smiled.
“The biggest portion of that field is centerfield, that’s why the centerfielder has to be very fast, to run everywhere and catch all the lines drives and long flies hit there
…
Demetrio left for a while his daily journey to the sunset’s silence of orange tonalities, no matter he was very close to discover a new purple gradation at the horizon.
Roberta checked Miguelin´s backpack and raised her voice with vehemence. That teacher was asking excessive hard questions to the kids. How is he going to teach trigonometry to fifth-graders? I’m going to complain tomorrow.”
Demetrio coughed and a piano solo invaded the house with fresh air from streams and shrub bushes.
Roberta tried to follow the rhythm while spreading the pomegranate grains on a mix of lemon juice and ginger ale. She smiled at the ice ringing on the glasses.
Miguelin tasted the drink. “Dad. Who’s Pitagoras? The teacher sent us to search about him and about what’s the sine, the cosine and the hypotenuse. And the physical education teacher gave us other clues on the rookies”.
Demetrio whistled the piano melody. He had took the Coltrane disc out and put this one with a different kind of jazz.
“Dad, what’s the name of that song?” Miguelin took another sip of the pomegranate drink.
Demetrio grabbed the compact disc box. “That teacher makes me to recall a scene in the movie Field of Dreams. When Kevin Costner and James Earl Jones go to Fenway Park looking for a signal. In the seventh inning stretch, Costner sees the name of a player at the scoreboard. The guy had played early in the century. Costner broke running to search information about the player. What did that teacher tell you now about the rookies?”
Miguelín enjoyed another sip of pomegranate drink following the piano sounds. “He said that one was traded by the Cleveland Indians along with a pitcher named Tommy John and the other was sent along with the first baseman Lee May from the Cincinnati Reds to the Houston Astros for the second baseman Joe Morgan, the pitcher Jack Billingham and the centerfielder Cesar Gerónimo.”
Demetrio looked at the picture of the musician in the compact disc box. “That teacher is giving all those clues because he’s for sure that you’ll never find those rookies’ names. But you never know, life has always amazing answers”.
“Dad, you haven’t still told me the name of the song”.
Demetrio almost closed his eyes while looking at Miguelin’s chin. “What’s that?”
Miguelin tried of running away to the living room.
Demetrio took him by the forearm.
“That…is…a scar…That happened two weeks ago”. Miguelin’s voice almost disappeared into silence.
Demetrio sat down and turned the music volume down. “It can have happened a year ago but I need to know about what’s happening to my son. Look at that scar’s color. I know it comes from a very hard punch”.
tommie-agee-2Miguelin looked to the ceiling and dropped his head. “It was at school. A boy told the other classmates not to play games with me and fooled on me. I complained and he pushed me. They began to shout me ugly words and I almost started to cry. I raised up and faced him. He threw a very hard punch and I only could partially stop it with my hand. I felt a hammer in my chin”.
Demetrio’s voice rebounded at the walls. “What about the teacher? What did she do?”
Miguelín buried his gaze at a corner. “She just appeared when I tried to answer his punch back. She called me ‘violent kid’ and I spent the rest of the afternoon at the bottom of the classroom, hearing the laughter of the boy who hit me.”
Demetrio went to the kitchen and turned off the arepas cooking fire.
Roberta explained that she had talked to the teacher. When she noticed that Roberta went to complain with the school coordinator and they began to investigate, the teacher looked for Roberta.
Demetrio turned the arepas cooking fire on again. “Why haven’t you told me anything?”
Roberta took her blouse’s sleeve and dried some tear and sweat in her cheek. “I didn’t want to worry you more. I see how you have to deal everyday with the clients. I thought it was not the time to tell you about what happened at school.”
Demetrio took a chair from the table and soaked his chin on his hands.
Miguelin tried to get Demetrio away from that argument with Roberta. He tilted the blender machine vase squeezing the last pomegranate and ginger ale drops. “Dad Why are pomegranates so tasteful mixed with ginger ale?”
Simón Díaz’s voice meshed through the piano sound.
“Dad, you still haven’t told me the name of that song.”
“It’s one of the main samples of a musical genre created by the maestro Aldemaro Romero. The Onda Nueva is like a Venezuelan answer to the Brazilian Bossa Nova. This song’s name is Carretera. The anecdote says that Aldemaro composed it as a tribute to his friend Simon Díaz when they traveled to Simon’s farmland in the venezuelan plains.”
Miguelín tried to follow the lyrics. “Carretera… acortate carretera…que me ahoga la distancia…de que manera…de que manera…”
Miguelín got some centimeters away from the table. It looked so different that world of tables, papers, easels and canvas from what he saw daily at his journey to school, pushing, shouts, bad words, tricks, threats, bullying, weapons. “Dad, what’s war?”
Demetrio almost breaks his pen on the paper. “How come do you want to know about that?”
“That’s what they talk about at the street. ‘It comes, the civil war. The chase of the people who think in a distinct way.’”
Demetrio sat down on the floor. “If human beings are incapable of using the words to accomplish agreements, then, what for do we have brain? To bring violence?”
What can you do to stop it, Dad?
Demetrio almost got asphyxiated in a sigh. “It’s a daily task son. Because all of us make mistakes, thus we have to start by recognizing them.”
After school Miguelín always got back home in a rush. That afternoon he came running by the brown bricks’ path through the garden. The sun’s last rays trimmed the bromelia and fidodendron’s plants shadows. “Dad. Where are you?”
Roberta raised her index finger from her white kitchen apron and took it to the mouth. A scent of pepper and basil filled the kitchen. “Go silently, he’s over there where you can see those little green spots.”
Miguelín almost fell down while running before the emotion of watching those little lights in the sunset shadows. “Dad, why are you looking at those fireflies?”
Demetrio’s cheeks looked so large as almost never Miguelin had seen them. “I get very relaxed just by seeing those little green spots in the darkness. They are like a big fragmentary lantern..
…
The next afternoon, midday breeze flowing matched the heat in the vineyard pipes. Demetrio had took the easel out to the rooftop. He painted some silver sargassum on a shadowed street. The canvas creaked while the brush transmitted shapes and colors. Miguelín jumped at the stairs three steps at a time.
Demetrio wrinkled his mouth. He looked for some particular blue in the sky through the grape leaves. And whistled Coltrane’s sax that came floating from the living room.
The music cheered Miguelín. He took his mathematics notebook from his backpack.
As Demetrio read a Pitagoras’ biography, he put his fingers at his mouth.
Miguelín looked at the canvas. “Dad, the roof line of that Cadillac seems as a hypotenuse. It was painted in a 45 º angle with a seized paint Toyota rustic. Dad, how do you do to portrait that seized paint?”
My Favorite Things showed the duet of Coltrane’s sax and Demetrio’s whistle. He marked silver spots on the orange background of the hood.
“Where’s the Cadillac driver? He’s parked in the wrong place, Dad.
The brush painted some yellow stripes under the Toyota rustic. “It’s a scene from the cheating of a lot of guys. I could title this painting: ‘Two cheaters in action.’ The driver of the Toyota parked on a hydrant zone and the one from the Cadillac parked in double line and crossed.”
Miguelin looked behind the Toyota. He wrinkled his forehead. “Dad is it really dangerous to park a car in front of a hydrant?”
Demetrio tuned the musical note. “Sure son. It could cost the loss of many lives. If there is a fire and the firefighters need extra water, but a car is obstructing the hydrant, it could mean a very difficult moment and even a catastrophe”.
Miguelin breathed close to the Toyota’s tires. Do you think the Toyota driver knows what an hydrant is?”
“No. And if he knew about it, he forgot it the same that the Cadillac guy ignores Pitagoras, he wasn’t even capable of parking in parallel line.”
…
The gallium and chromium compass slipped from the fingers stained with ink. Three ring tones lighted his pants pocket. Demetrio got away from the table in his tiptoes and took out his cell phone. “What happened? Ok, teacher, I’ll be there in just a minute.” He pushed seven times the keyboard and phoned Roberta. “Yes. You have to go to the school. According to the teacher everything is alright. But you have to go for Miguelin.”
Roberta checked a hematoma under Miguelin’s left eye. “How is it possible that the teacher says everything is alright and my son’s eye looks like the one of a boxer?”
The kid went to the opposite side of the rooftop.
Demetrio hid himself behind a drum filled with water. The little stones rebounded from the vine leaves.
“Cut it out Dad! I know it’s you.”
“Haven’t the teacher given you more clues about the rookies?”
“No.”
Demetrio put a hand on the drum. “One of them was elected Rookie of the Year while playing at a different position from the one he played for the most time in his career and the other was born in the same state where Willie Mays and Hank Aaron were born.”
Miguelin began to forget his hematoma. “Who are Willie Mays and Hank Aaron?”
Demetrio leaned on the drum. “They’re two of the best players in the history of baseball.”
“Son, what happened at school?”
“No. Mom is going to get mad at me.”
“I’ll talk with her. She’s not going to get mad.”
Miguelin tried a smile. “We were in a line to buy some snack and this girl came and took a place ahead of us, just because her friends called her. I complained that at least she should ask for permission to all of us in the line. It began a big fight and I got a punch at my face. I couldn’t see who hit me because I fell down”.
Demetrio stretched his hand and turned down the music.
“Dad, why do you see so much to that corner? It seems like if you had a treasure just there.”
Miguelín climbed to the top level of the library furniture and moved the portrait of the day at the beach. The shadow of a box came out in the shape of a pile of cardboards. A chewing gum scent impregnated the wood grabbed by Miguelín’s fingers.
Demetrio breathed, his breathing brought the square across the bookstore where he bought the baseball cards, some of them had chewing gum as a prize. Once he got the most wanted card but a bigger boy took it from him. Demetrio chased him for about seven blocks. The boy turned and hit him in the chest. Demetrio attacked the boy. They both rolled on the pavement until Demetrio pulled the card back from the boy’s hand.
Then Demetrio was a fugitive of that boy and he had to tell it to his father. “Your Grandpa made an ugly sign with his mouth. ‘I’ve told you more than once that violence isn’t good.’ He went to talk with the boy’s father and after some quarreling they agreed that the boy would stop chasing Demetrio, but Demetrio had to apologize for the punches he gave to the boy.”
Miguelin took the pack of baseball cards and passed it to Demetrio. “Why did you hit so hard that boy?”
“It was the card of one of my favorite ballplayers. I spent several days flattening it. I put it inside a book and the book under the mattress of my bed.”
“Who was that ballplayer?”
Demetrio delivered some whistles as he emptied equal portions of brown and silver paint over the palette, then he added a little orange. He remarked some scratches on the rustic’s hood.
Miguelin forgot about the cards for a while. “You are painting like the painter of that picture of flowers in the kitchen.”
“You don’t know what you’re saying son. How am I going to even dream of being at the ankles of Vincent van Gogh? And most of all in The Sunflowers!”
Demetrio pressed a card against the wall and let it fall down. “This was the game we most enjoyed.” He did this over and over, letting other cards fall down.
Miguelin raised one of the cards. “Is this one of the rookies?”
Demetrio smiled.
“Dad. You still haven’t told me who was the player in the card the boy took from you.”
Demetrio whistled again “My Favorite Things.” “What did you see in the level where the cards were?”
Miguelín looked to the library furniture. There were some bottles.”I’m sure those bottles have ships inside.” When Miguelin tried to climb the furniture again, Demetrio took down two transparent bottles. It looked as if he was carrying a baby in his arms.
Miguelín jumped between the canvas and the drawing table. “I see, I see! How did you do to put those cards inside the bottles? Tommie Agee…White Sox.” Miguelin looked to the other bottle. “Tommy Helms…Reds. Are these the rookies? Yes Dad!” Miguelin hugged Demetrio and sat down on the bench. “Are these your favorite players?”
Demetrio spun the bottles to read the cards’ rear side. “Maybe not so much as in that 1965-1966 season when both came to play for the Magallanes Navigators. What was I going to imagine that the next major league baseball season those two players were going to be the rookies of the year? The day when my brothers came home with the news, I asked them if the players were the same that had come to the Venezuelan winter league. I celebrated for several days. I always kept the cards with me everywhere and as soon as I found the right person I ordered to put the cards inside those bottles.”
Miguelín looked at the bottles from every angle. “Now I know why you were so sure about who were those rookies. I’m sure the teacher is going to be astonished when I tell him the name of the rookies.”
About Alfonso Tusa
Alfonso L. Tusa is a chemical technician and writer from Venezuela. His work has been featured in El Nacional, Norma Editorial and the Society for American Baseball Research, where he has contributed to several books and published several entries for the SABR Bio Project. He has written several novellas and books and contributed to others, including Voces de Beisbol y Ecología and Pensando en tí Venezuela. Una biografía de Dámaso Blanco. Follow him on Twitter @natural30.
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jueves, 9 de marzo de 2017
Duelos Épicos de Pitcheo: Joaquín Andújar versus Bill Lee.
Astros de Houston 2 – Expos de Montreal 1.
Astrodomo. Martes, 14 de agosto de 1979.
Los duelos de lanzadores siempre tienen detalles resaltantes por supuesto de la actuación monticular. Este tiene un elemento adicional poco común, por como y quien genera el movimiento de carreras que lo decide.
Andújar retiró en fila los primeros seis bateadores de los Expos.
Los Astros amenazaron en el primer inning mediante sencillo de Julio González (2b) a la izquierda, González fue sorprendido en primera (del cátcher Gary Carter al primera base Tany Pérez). Craig Reynolds (ss) fue retirado en elevado al jardinero derecho Ellis Valentine. Terry Puhl (cf) negoció boleto y robó segunda base. Jeffrey Leonard (rf) negoció boleto. Enos Cabell (1b) fue retirado en elevado al jardinero derecho.
En el cierre del segundo inning José Cruz (lf) fue out con elevado al jardinero izquierdo Warren Cromartie. Art Howe (3b) sencilleó al centro. Alan Ashby (c) se ponchó. Andújar (p) descargó jonrón dentro del campo hacia el jardín izquierdo (primer cuadrangular de Andújar en grandes ligas) para remolcar a Howe. González sencilleó a la izquierda. Reynolds entregó el último out de Bill Lee (p) a Pérez (1b). Astros 2, Expos 0.
Larry Parrish (3b) abrió el tercer inning con doble al centro. Chris Speier (ss) fue out de González (2b) a Cabell (1b). Parrish avanzó hasta tercera base. Lee (p) salió de segunda a primera. Parrish anotó. Cromartie (lf) entregó el ultimo out de segunda a primera. Astros 2, Expos 1.
En el cierre del quinto inning, González salió de campocorto a primera base. Reynolds sencilleó a la derecha, fue sorprendido tratando de robar segunda base de pitcher a primera base a campocorto. Puhl sencilleó a la derecha, fue puesto out de cátcher a campocorto en intento de robo.
En la apertura del sexto inning, Speier entregó el primer out con elevado al jardinero derecho. Lee sencilleó por segunda base. Cromartie forzó a Lee (de primera a campocorto), Cromartie pasó a segunda por error de Reynolds. Rodney Scott (2b) falló con elevado al jardinero derecho.
En el cierre del sexto inning, Leonard sencilleó al centro. Cabell bateó para dobleplay (de segunda a campocorto a primera base). Cruz la rodó por primera para un out sin asistencia.
En la apertura del octavo, Valentine sencilleó a la izquierda, fue sorprendido en primera base de Andújar (p) a Cabell (1b). Parrish elevó a primera base en territorio foul. Speier entregó el tercer out de campocorto a primera base.
En la apertura del noveno inning, Tom Hutton bateó de emergente por Lee y sencilleó a la derecha. Cromartie forzó a Hutton (de segunda a campocorto). Rusty Staub bateó de emergente por Scott y fue out a manos del campocorto. Andre Dawson (cf) entregó el último out en línea al tercera base.
Andújar dejó su marca en 12-8, al lanzar 9 innings. Permitió 4 imparables. 1 carrera limpia. 0 boletos. 1 ponche. Enfrentó 30 bateadores
Lee cargó con la derrota y su balance quedó en 10-10. 8 innings lanzados. 7 imparables permitidos. 2 carreras limpias. 2 boletos concedidos. 3 ponches. 30 bateadores enfrentados.
Tiempo de juego: 2 horas 5 minutos.
Asistencia: 21.871.
Árbitros: HP - Charlie Williams, 1B - Bob Engel, 2B - Dave Pallone, 3B - Paul Runge
Fuente: retrosheet.org.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 8 de marzo de 2017
Los 10 mejores segundas bases del beisbol para 2017.
Matt Whitener. Morningbark.com. 20-02-2017.
Hay una impresionante cantidad de talento en la segunda base del beisbol actual. Tanto en la Liga Nacional como en la Americana, hubo un finalista al premio del jugador más valioso quien juega la posición, y el ganador de los honores del jugador más valioso de la Serie Mundial también juega la posición. De la misma forma, los campeones de bateo de ambas ligas la temporada pasada juegan al campo en segunda base, así como también uno de los que quedó en segundo lugar.
No hace falta decir, que es un lugar difícil para destacar, para ser mencionado entre la élite de talentos del juego. La colección de destrezas que se debe poseer para estar en la élite es exigente. No basta con tener poder al bate si se olvida el guante en casa. Ni batear los imparables sin correr bien las bases. No, hay que tener un rango completo de destrezas para destacar en la intermedia en el beisbol actual.
¿Quiénes son lo mejor de lo mejor en segunda base al empezar 2017? ¿Y cuales razones son esgrimidas para colocar a uno por delante del otro? Aquí está una mirada a la élite de los segundas base del beisbol actual y donde se ubican entre sus colegas.
10. Ben Zobrist, Cachorros de Chicago.
Los Cachorros vieron los frutos del dinero invertido en la adquisición del veterano Zobrist el año pasado. Se convirtió en abridor del juego de estrellas por primera vez en su carrera, mientras agenciaba sus números más altos en cinco años en jonrones y OPS (porcentaje de embasado más slugging).
Su valor como pieza versátil de la alineación también hizo efecto en la postemporada, cuando se mudó al jardín izquierdo para permitir que Javier Baez estuviese en la alineación con más frecuencia. El movimiento no lo alejó de seguir mostrando continuidad en la intensidad de su juego, al batear para .357 en ruta a ganar los honores del premio al jugador más valioso de la Serie Mundial 2016.
9. Jason Kipnis, Indios de Cleveland
Un motor subestimado que dirige el ataque de Cleveland, Kipnis continuó haciendo impacto hace un año. Alcanzó un tope vitalicio de 68 extrabases, mientras lograba dobles dígitos en bases robadas por quinto año seguido.
Agréguese un OPS sobre .800, promedio de bateo de .290 con cuatro jonrones y el segundo menor número de errores entre los segundas bases de la Liga Americana, y es seguro decir que Kipnis está llegando a 2017 tras los pasos de su mejor año hasta la fecha.
8. Dustin Pedroia, Medias Rojas de Boston
Es más que impresionante ver a Pedroia ser el conejito Energizer de los segundas base en el juego de hoy. Año tras año, se mantiene alcanzando números como un pilar en Fenway Park y dejando huella a lo largo del juego.
El año pasado, alcanzó los 200 imparables por primera vez desde 2008, cuando ganó el premio de jugador más valioso de la Liga Americana. También anotó más de 100 carreras, conectó 36 dobles, empujó su mayor cantidad de carreras desde 2013 y agenció su OPS más alto desde 2011. Agréguese que una vez más lideró a los camareros de la Liga Americana en WAR defensivo a los 32 años de edad, y eso afirma el hecho de que Pedroia sigue siendo uno de los infielders centrales más analíticos del beisbol.
7. Jonathan Villar, Cerveceros de Milwaukee
Villar consiguió su primera oportunidad en un papel regular en su primer año en Milwaukee, y la aprovechó al máximo. Fue un terror en las bases, estafando 62 bases y logrando un porcentaje de embasado de .369, topes entre los campocortos de la Liga Nacional la temporada pasada, el lugar donde jugó buena parte del año. Además, mostró poder adicional, al batear 19 jonrones y alcanzar un OPS de .826. Eso, combinado con su total de bases robadas, lo llevó a liderar la Liga Nacional en relación poder-velocidad, un indicador de que tan diversamente peligroso se hizo.
Este año, tendrá una nueva tarea, al tener que desplazarse para que el novato Orlando Arcia pueda unirse al infield.
6. D.J. LeMahieu, Rockies de Colorado
Ya con un guante de oro y una presencia en el juego de estrellas en su haber, LeMaheiu actuó en gran forma en su sexta temporada en las mayores, como nunca antes. El año pasado ganó el campeonato de bateo de la Liga Nacional por el margen más estrecho (.3478 ante el .3465 de Daniel Murphy). También lideró la Liga Nacional en sencillos, y terminó entre los 10 mejores en OPS (.911), triples (8), y total de veces embasado (251).
Agréguese el hecho de que terminó entre los mejores 10 del WAR ofensivo y defensivo (4.9 y 2.2 respectivamente), y eso muestra a uno de los talentos del juego con más mejoras contínuas.
5. Ian Kinsler, Tigres de Detroit.
Hay poco o nada que Ian Kinsler no pueda hacer en el diamante. ¿Una amenaza en las bases? Kinsler tuvo una línea de .288/.348/.484, que le generó un tope personal de .831 de OPS en seis años. ¿Le gusta el poder? Conectó 28 jonrones y 61 extrabases. ¿Poducción total? ¿Velocidad? Terminó cuarto en la Liga Americana con 117 carreras anotadas y robó 14 bases. ¿Defensa? Kinsler terminó un punto porcentual detrás de Pedroia en WAR defensivo y tuvo más de 400 asistencias.
4. Brian Dozier, Mellizos de Minnesota ,
Dozier debe haber estado muy, muy ofendido por no ser escogido para el juego de estrella, debido a que después del receso del clásico de mediados de verano, Dozier despachó 28 jonrones, incluyendo 13 nada más en agosto. Pasó a Alfonso Soriano para convertirse en el primer segunda base de la Liga Americana que batea 40 jonrones y se quedó a dos de la marca para una temporada en esa posición que mantienen Roger Hornsby y Davey Johnson. Además se robó 18 bases y empujó 99 carreras.
Si hubiese existido un campeón por el valor de WAR (en el cual Dozier tuvo una figura de 6.5, octavo en la Liga Americana), ese fue Dozier, sin sus contribuciones, los Mellizos habrían terminado últimos en carreras anotadas en la Liga Americana por más de 30 carreras.
3. Daniel Murphy, Nacionales Washington
Despues que los Nats no pudieron firmar a Zobrist ni realizar un cambio para traer a Brandon Phillips el año pasado, fijaron su atención en la estrella de la postemporada de 2015 como su tercera opción. La fortuna los iluminó, cuando al final de la temporada, Murphy terminó segundo en el premio del jugador más valioso de la Liga Nacional.
Su tremenda demostración en el plato en 2016 incluyó terminar segundo en promedio de bateo en la Liga Nacional con .347, los cual incluyó tres meses de números mejores que .370 (incluyendo un .416 en mayo). Agréguense sus mejores marcas en grandes ligas en dobles (47) y OPS (.985), y Murphy superó al jugador más valioso de la Liga Nacional de 2015, Bryce Harper, como la fuerza directriz de los eventuales campeones del este de la Liga Nacional.
2. Robinson Canó, Marineros de Seattle
Con las molestia de la muñeca de 2015 bien detrás de él, Canó volvió a ser el año pasado, el bateador quien había sido la fuerza dominante en esa posición buena parte de la década pasada. Canó despachó un tope personal de 39 jonrones y logró otro tope vitalicio en carreras anotadas con 107. En el trayecto impulsó la rayita número mil de su carrera y se metió entre los primeros 10 segundas bases de todos los tiempos con más dobles vitalicios.
1. Jose Altuve, Astros de Houston
No hay necesidad de debatir acerca de quien es el mejor segunda base del juego; es tiempo de apreciar que tan grande es el impacto que Altuve es capaz de hacer. Ganó su segundo título de bateo de la Liga Americana en tres años la temporada pasada, mientras lideró la liga en imparables por tercer año seguido. En el trayecto conectó 40 dobles por tercer año seguido y robó 30 bases por quinto año seguido. Hasta agregó un legítimo toque de poder en 2016, al descargar 24 jonrones, lo cual le ayudó a mejorar su antiguo tope de 66 carreras empujadas por 30 remolques.
Altuve es uno de los principales peloteros de impacto del juego, y solo tiene 26 años de edad, apenas está comenzando.
Se quedaron fuera por un poquito: Logan Forsythe, Neil Walker, Brandon Phillips
Prevenido a la élite: Rougned Odor, Rangers de Texas. Este feroz pelotero de 23 años quizás tuvo sus titulares más grandes del año por el puñetazo que le dio en la mandíbula a José Bautista, lo cual lo lanzó al superestrellato de los mensajes y las fotos en las redes sociales, pero el juego de Odor también fue contundente. En su tercera temporada, despachó 33 jonrones, tercero entre los segundas basesde la Liga Americana. Además, empujó 88 carreras, anotó 89 y tuvo un porcentaje de slugging de .502. Fuera del bateo, probó ser un defensor muy capaz, al liderar a los segundas base la Liga Americana en factor de alcance al campo y dobleplays realizados, aunque su alto total de 22 errores, opaca algo esos resultados.
Matt Whitener es un escritor del area de San Luis, animador de radio y entusiasta de la curva de gran radio. Ha cubierto Major League Baseball desde 2010, y también hace trabajos para WWE, NBA y otras eventualidades.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
martes, 7 de marzo de 2017
Reflexiones en la bodega del buque (II): Receptores e inicialistas.
A medida que avanzan los primeros días de marzo, visualizo todo el trayecto que resta hasta octubre, y hay suficiente tiempo para planificar, coordinar, buscar y encontrar las configuraciones y elementos necesarios para tener un equipo consistente desde el primer día de la temporada y en consecuencia empezar a clasificar desde ese momento.
Quizás la posición más determinante en un equipo de beisbol es la receptoría, el cátcher es quien guía al lanzador a través del juego, quien debe mantener una comunicación íntima con cada pitcher, quien ubica a sus compañeros en el terreno, quien debe conocer los mínimos detalles de cada bateador que se para en la caja de bateo, por eso es muy importante contar con al menos un cátcher experimentado que aconseje y mejore sobre la marcha el trabajo de los jóvenes receptores como René Pinto y Ricardo Valencia quienes para la campaña 2017-18, con una temporada más de experiencia en el beisbol organizado, deberían convertirse con más propiedad en dos de las opciones de los Navegantes del Magallanes para ocupar la posición 2 de su configuración defensiva, sobre todo en las primeras semanas del torneo. Ellos deberían darle paso en principio a los experimentados Jesus Sucre y Juan Apodaca (de quien se espera regrese completamente sano en octubre para que se alterne con Sucre en las semanas avanzadas de la temporada). Otra opción podría ser Josmil Pinto, aunque es más probable que con Magallanes se siga desempeñando en primera base y como bateador designado.
En cuanto a la primera base me parece que la gerencia deportiva del Magallanes debería desde ya empezar a realizar los trámites ante la organización de los Reales de Kansas City para contar con Samir Dueñez como defensor de la inicial por el mayor tiempo que se pueda en la temporada 2017-18. En 2016 terminó la temporada en categoría AA, sería lógico pensar que en 2017 pase la mayor parte del tiempo en AA, lo cual le daría mayor profundidad en su juego para afrontar con más posibilidades de éxito una temporada en LVBP. Entre las otras opciones que manejaría el equipo para esa posición estarían por supuesto Josmil Pinto, Frank Díaz quien ha mostrado versatilidad para jugar en los jardines y mantiene buen nivel de juego defensivo en primera base, además de su solvente actuación con el madero. También está la posibilidad de Mario Lisson quién siempre está dispuesto a colaborar donde lo ubiquen. Ronny Cedeño y Luis Rodríguez. Estos últimos tres, a mi particularmente me gustan más en las otras posiciones del infield (Lisson en 3b, Cedeño en el ss, 2b y 3b, Rodríguez en 2b). Otra opción que no por dejarla de última es menos importante, sería que la gerencia se incline por traer un importado a partir de cierto momento de la temporada, y eso por supuesto pasa por conseguir alguien con el nivel ofensivo y defensivo para asumir ese reto.
A especie de post data comento que aún los Navegantes del Magallanes tienen pendiente formalizar la situación del manager, si van a ratificar a Omar Malavé o van a nombrar un nuevo dirigente. Ese detalle es muy importante en la conformación de un equipo, a partir de allí empieza a gestarse toda la configuración que tendrá el equipo en la nueva temporada, mientras más tiempo tenga el manager de visualizar y diseñar su plan de trabajo, aumentarán las probabilidades de lograr resultados positivos desde el primer día de competencia.
Alfonso L. Tusa C. 07-03-2017.©
miércoles, 1 de marzo de 2017
¿Donde están ahora? Joe Rudi. Mantiene su guante inactivo. No lamenta haber dejado a los Atléticos, ni al beisbol después.
David Bush.SFGate.com. 21-04-2002.
Joe Rudi, un contribuyente importante de los Atléticos que ganaron tres campeonatos mundiales y cinco títulos divisionales hace treinta años, también fue parte del temprano éxodo de los agentes libre del beisbol, lo cual particularmente afectó a Oakland.
“Pienso que habíamos sido capaces de competir por un período largo”, dijo Rudi de 55 años, quien ha tenido una exitosa carrera en bienes raíces en Baker, Ore., desde que su carrera de beisbol terminó en 1982. “La mayoría de nosotros estaba en su mejor momento”. Pero las penurias del dueño Charlie Finley combinadas con la creación de la libre agencia causaron grandes deserciones y la dinastía se desintegró.
Rudi, el jardinero izquierdo quien desde 1971-75 promedió .284 y 75 carreras empujadas por temporada, firmó su contrato de agente libre en 1977 con los Angelinos por un total de 2.5 millones de dólares por cinco años. Por supuesto, 500.000 $ al año es una pequeñez en los patrones actuales, pero Rudi no se lamenta.
“Seguro, los salarios de hoy son astronómicos, pero muchas de las personas quienes jugaron en los años ’40 y ’50 pensaban que lo que ganaban era astronómico, así que todo es relativo al tiempo”, dijo Rudi mientras visitaba el Area de la Bahía para firmar autógrafos en un evento de la compañía Topps. “Y garantizo que habrá el mismo número de tipos en dificultades económicas cuando terminen su carrera en el beisbol, hoy, como los hubo cuando yo jugaba y en las generaciones previas a la mía”. Un campocorto en la escuela secundaria quien fue probado en primera base antes de ser movido a los jardines, Rudi mejoró la defensa lo suficiente para ganar tres guantes de oro. La fotografía de él virtualmente estampado en la pared de Riverfront Stadium en el noveno inning del segundo juego para robarle a Dennis Menke un doble que hubiese igualado el juego, fue un momento decisivo en el triunfo de los Atléticos sobre los ampliamente favoritos Rojos en la Serie Mundial de 1972.
Rudi le da crédito a Joe DiMaggio, quien había sido coach de Oakland en 1968 y 1969 en uno de los movimientos de Finley que tuvo sentido, por prepararlo para su gran momento. “Fildear hacia atrás fue una de las coas más difíciles de aprender para mí. Él pasó mucho tiempo bateando pelotas por encima de mi cabeza para enseñarme a correr hasta un punto y atrapar la pelota”, dijo Rudi. Las primeras dos semanas yo corría y me volteaba y la pelota caía a 20 metros de distancia, pero gradualmente aprendí como llegar al lugar apropiado…Es divertido, cuando él hablaba de bateo, eso nunca funcionó conmigo, pero lo que hizo sobre la defensa de un jardinero fue increíble”.
Los Atléticos de esa época tenían la reputación de pelear entre ellos, solo se unían en el disgusto por el dueño. Rudi dijo que aunque si había algo de eso, probablemente lo que se comentaba era exagerado.
“En aquella época la única manera de que nosotros pudiésemos ganar algún dinero era ganando porque él (Finley) no pagaba nada”, dijo Rudi. “Y nos presionábamos mucho para ganar…Cuando se vive en conjunto, como un grupo por ocho meses, habrá desacuerdos, pero nosotros probablemente llamábamos más la atención porque ganábamos”.
Rudi fue empleado como coach cuando Tony LaRussa se encargó de los Atléticos a mediados de 1986 pero renunció después de la temporada de 1987. En los años ’90, el antiguo compañero de equipo, Sal Bando, entonces gerente general de los Cerveceros de Milwaukee, lo contrató como instructor de entrenamientos primaverales, pero eso fue todo para él y el beisbol organizado.
“Extraño el beisbol y me gusta entrenar”, dijo él. “Pero cuando no eres jugador activo es un mundo diferente. No hay seguridad, nada que diga que vas a estar trabajando en ese lugar por más de un año, y puedo hacer más dinero en casa que como coach…No es tan atractivo estar lejos de casa”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Los Medias Rojas del Sueño Imposible de 1967: Recordando el entrenamiento primaveral.
Herb Crehan. 13-02-2017. BostonBaseballHistory.com
Cuando los Medias Rojas de Boston abrieron su campamento de entrenamientos primaverales en Winter Haven, Florida, a finales de febrero de 1967, nadie hablaba del banderín de la Liga Americana o de tararear canciones de Broadway en honor al equipo. Los Medias Rojas de 1966 habían terminado en noveno lugar, veintiséis juegos detrás de los campeones mundiales Orioles de Baltimore, el equipo había perdido ciento noventa juegos en dos temporadas. El corredor de apuestas de Las Vegas, Jimmy “The Greek” Snyder pensó que las oportunidades del equipo eran tan pequeñas que lo catalogó como un batacazo de 100-1 en la carrera por el banderín de la Liga Americana en 1967.
El beisbol siempre ha sido la pasión número uno entre los aficionados deportivos de Nueva Inglaterra. Pero en 1966 los Medias Rojas tuvieron un promedio de cerca de 10.000 personas por juego, y la asistencia de la temporada previa en Fenway Park había totalizado solo 652.201. Los aficionados deportivos de Nueva Inglaterra seguían las historias del campo de entrenamientos de los Medias Rojas como un adelanto de la primavera, pero estaban más emocionados con los Celtics de Boston quienes estaban tratando de extender su seguidilla de ocho campeonatos mundiales, y los Bruins de Boston quienes tenían a un defensa novato llamado Bobby Orr.
Manager Novato
El manager novato de los Medias Rojas, Dick Williams, no compartía la apatía que rodeaba a los Medias Rojas de 1967. “Yo pensaba que íbamos a ser un equipo muy decente”, recordó Williams antes de su ingreso al Salón de la Fama de los Medias Rojas en noviembre de 2006. Rápidamente agregó, “Nunca pensé por un minuto que terminaríamos ganando el banderín de la Liga Americana y jugando el séptimo juego de la Serie Mundial, pero sabía que teníamos buen talento joven”.
Dick Williams había jugado por trece temporadas en las ligas mayores y terminó su carrera con los Medias Rojas en 1964. Como jugador joven, Williams fue un reconocido prospecto quien irrumpió con los Dodgers de Brooklyn en 1951. La temporada siguiente sufrió una separación de hombro en tres direcciones que convirtió a una potencial estrella en un pelotero grandeliga quien recorrió varios equipos.
Al reflexionar sobre su lesión de 1952, Williams ofreció: “En los próximos once años, fui cambiado seis veces, pasé tiempo con cinco organizaciones diferentes, y jugué en cuatro posiciones distintas. Y tuve que convertirme en un pelotero más inteligente”, enfatizó él. “Pasaba mucho tiempo estudiando estrategia y naturaleza humana. Esa lesión me puso en la ruta para convertirme en manager”.
Al final de la temporada de 1964, el director del sistema de granjas de los Medias Rojas, Neal Mahoney, le ofreció a Williams un trabajo como coach-jugador con el equipo filial AAA en Seattle. Cuando la franquicia de Seattle se mudó a Toronto antes de la temporada de 1965, Williams fue nombrado manager del equipo. Él llevó a Toronto a dos temporadas seguidas de campeonatos, y en octubre de 1966 fue designado manager de los Medias Rojas de Boston. Williams, de 37 años de edad, se convirtió en el manager más joven de la Liga Americana.
En la conferencia de prensa, al anunciar su compromiso, Williams prometió a los aficionados de Boston “un equipo fajador”. Declinó predecir donde terminaría el equipo pero prometió que mejorarían. Y no dejó dudas acerca de quien estaba a cargo. Al preguntársele si los Medias Rojas de 1967 tendrían un capitán, respondió, “No, soy el único jefe. Los peloteros son los indios”. Cuando los periodistas le recordaron a Williams que Carl Yastrzemski era el capitán en cuestión, él contestó, “No tendremos uno el próximo año”.
El emprendedor y joven reportero de The Boston Globe, Will McDonough hizo cola en la residencia de Yastrzemski en Lynnfield, MA, en busca de una reacción del pelotero. Si él esperaba que Yaz estuviese molesto por su “deposición”, McDonough pudo haber estado disgustado. “Feliz no es la palabra correcta”, respondió Yaz. “Aliviado es una palabra más apropiada”, continuó él. “Para ser honesto, nunca quise ser capitán. Ahora que no lo soy, siento como si me hubiesen quitado un peso de los hombros”.
De vuelta a los fundamentos.
Cuando le preguntaron si había estado nervioso antes de empezar los entrenamientos, Williams contestó, “No diría que estaba nervioso, porque sabía que podía hacer el trabajo. Pero ciertamente estaba aprensivo. Nunca había dirigido un campamento de grandes ligas. Había dirigido dos campamentos primaverales en Toronto pero eso fue en las liga menores y es diferente”.
“Fui afortunado de tener un gran cuerpo técnico”, enfatiza Williams. “Ellos fueron de gran ayuda para organizar el campamento. Eddie (“Pop”) Popowski había estado en la organización por muchos años y había dirigido a la mayoría de nuestros peloteros en las menores. Bobby Doerr era grandioso y era respetado por todos. Y Al Lakeman había estado en el cuerpo técnico el año anterior por lo que nos dio algo de continuidad. Pero la esposa de Sal Maglie (el coach de pitcheo) estaba seriamente enferma por lo que él no pudo no estar presente cuando empezó el campamento”.
Williams ladea la cabeza cuando considera el número de coaches, instructores y los equipos sofisticados que hay en los entrenamientos primaverales de hoy. “Estoy feliz por los managers y todos los recursos que tienen hoy. Pero en 1967 éramos solo yo y mis tres coaches, cuatro cuando Sal regresó. Se suponía que Ted Williams ayudaría a los bateadores pero estaba más interesado en hablar con los pitchers acerca de lanzar el slider”, sonrió Dick Williams. “Dom DiMaggio llegó después que el campamento había comenzado y nos ayudó con los jardineros”.
Dick Williams estaba determinado a enfatizar en los fundamentos con sus Medias Rojas de 1967. Creía firmemente que prestarle atención a los detalles haría una gran diferencia en una temporada de 162 juegos.
“Crecí en el beisbol en el sistema de los Dodgers de Brooklyn y éramos conectados a los fundamentos del beisbol desde el comienzo. Solíamos hablar acerca de hacer las cosas al estilo de Branch Rickey (legendario gerente general de los Dodgers y miembro del Salón de la Fama), al estilo de los Dodgers’. Quería asegurarme de que nuestros peloteros supieran como desenvolverse en el juego de la manera correcta”.
“Pasamos los primeros dos días y medio del entrenamiento primaveral de 1967 trabajando con el equipo completo en los fundamentos. Empezamos con el círculo de prevenidos al bate y trabajamos alrededor del cuadro interior. Yo estaba sorprendido de que la mayoría de los peloteros no sabía que significaba la doble línea de primera base”, Williams estaba maravillado con la memoria. “Terminamos con los fundamentos al llegar a tercera base. Cuando tienes a Carl Yastrzemski en el jardín izquierdo y a Tony Conigliaro en la derecha, sabes que los jardines están en buenas manos”.
Llamado para levantarse: 7 am
Cuando Dick Williams recibió a sus veinticuatro pitchers y cuatro catchers el primer día del entrenamiento primaveral, dejó claro que las cosas serían diferentes en el campamento de 1967. Williams enfatizó que las actividades estaban bien organizadas y que los ejercicios se ejecutarían al minuto. Pero aparentemente los pitchers Dennis Bennett y Bob Sadowski no entendieron el mensaje. Los dos compañeros de habitación llegaron veinticinco minutos tarde el tercer día de campamento, culparon a la operadora de la recepción del hotel por no haberlos llamado para despertarlos.
“Yo estaba furioso”, recuerda Williams. “Pero sabía como resolver eso. Fui a mi oficina y llamé a la operadora del Holiday Inn (las oficinas principales de los Medias Rojas en los entrenamientos primaverales). Le dije que llamara a todos los peloteros a las 7 cada mañana. Como los entrenamientos empezaban las 10 am, yo sabía que todos llegarían a tiempo. Entonces llamé a los dos del retraso (Bennett y Sadowski) a mi oficina y les dije, ‘¡Esto no debe pasar otra vez!’”
Dick Williams declinó discutir el incidente Bennett-Sadowski en su conferencia de prensa diaria, pero le dijo a los reporteros que planeaba dejar al novato Tony Horton disputar con George Scott el puesto de primera base regular. Añadió que probaría a Scott en los jardines y otras posiciones del infield durante la primavera. A medida que el entrenamiento primaveral avanzó, Williams y Scott discutirían por varios temas, incluyendo donde jugaría Scott y su batalla por bajar a un peso razonable para jugar.
“A George no le gustó que yo lo moviera alrededor del infield esa primavera”, recordó Dick Williams claramente. “Lo que él no se daba cuenta era que yo lo consideraba uno de nuestros mejores atletas y sabía que él podía jugar casi en cualquier lugar. Horton solo podía jugar en primera base y necesitábamos ver que podía hacer. Yo estaba muy seguro de que el Boomer (Scott) sería nuestro primera base de todos los días, la primavera es cuando pruebas esas cosas”, enfatizó él.
Es de alguna manera irónico que George Scott y su némesis de la primavera de 1967, Dick Williams, fueron inducidos juntos al Salón de la Fama de los Medias Rojas en noviembre de 2006. Pero el paso de casi cuarenta años le había dado a George Scott una perspectiva diferente de sus desacuerdos aquella primavera. “No sabíamos como estudiar el juego”, dijo Scott en el momento de su inducción. “Dick nos enseñó como hacerlo esa primavera. Presionó los botones correctos para cada quien en ese equipo”.
¡Su servicio!
Dick Williams estaba determinado a usar cada minuto del entrenamiento primaveral productivamente. Con eso en mente, dispuso una malla de voleibol en el territorio de foul a un costado de la línea del jardín izquierdo para que los pitchers pudiesen tener algún trabajo de acondicionamiento adicional. “Si los pitchers no estaban corriendo o lanzando, yo quería que estuviesen activos jugando voleibol. Usualmente los pitchers se mantienen parados en los jardines pendientes de la trayectoria de las pelotas bateadas por el aire. Pero principalmente estaban conversando, lo cual no les hacía bien para nada”.
El pitcher José Santiago, quien ganaría doce juegos para los Medias Rojas de 1967, recuerda con agrado esos juegos de voleibol. “Jugar voleibol si no estábamos trabajando en nuestro pitcheo era muy divertido. Era aburrido estar parado en los jardines viendo la práctica de bateo. Como la mayoría de los muchachos, yo había practicado otros deportes y pensaba que el voleibol nos ayudaba a ponernos en forma”, recordó José.
“Ese era Dick Williams para ti”, recalcó el catcher Russ Gibson, “siempre pensando. Aún si nadie lo había intentado antes, Dick no tenía miedo de hacer algo diferente”. Gibson, quien había sido estrella en tres deportes en Durfee High School en Fall River, Massachusetts, conocía mejor a Williams que la mayoría de los peloteros. Russ había sido el catcher regular, y coach-jugador, para Williams en Toronto en 1965 y 1966.
Otra innovación de Williams fue el uso de las cintas de video para ayudar a los peloteros a corregir sus fallas. “Podemos haber sido el primer equipo en usar los videos. Si no, fuimos uno de los primeros. Y tengo que darle crédito a Dick O’Connell (gerente general de los Medias Rojas) por facilitarme todo lo que necesité para hacer mi trabajo. Si necesitaba algo, Dick se aseguraba de conseguírmelo”.
“Cuando jugué con los Medias Rojas (1963-1964), Johnny Pesky era el manager. Era un buen manager y un gran tipo. Pero su gerente general (Mike “Pinky” Higgins) no lo apoyaba; no lo ayudaba a realizar su trabajo. Fui muy afortunado de contar con Dick O’Connell. Me ayudó de todas las formas posibles”, declara Williams enfáticamente.
Dick Williams reconoció que tuvo una ventaja cuando evaluó a su equipo de 1967: él había o jugado con o dirigido a la mayoría de los peloteros. “Había dirigido a Joe Foy, Reggie Smith, Mike Andrews, Gibby (Russ Gibson), y otros en Toronto. Y había jugado con tipos como Yaz y Dalton Jones. Fui compañero de habitación de la maleta de Tony Conigliaro en mi último año (1964)”, rió Williams. “Así que sabía lo que podía hacer la mayoría de ellos”.
“Sabía que podía contar con Yaz para liderar el equipo en el campo. Y sabía que él nunca quiso ser capitán. Pero tampoco esperé la clase de año que tuvo en 1967. Él tuvo un año tan bueno como el del mejor pelotero que haya visto”, insistió Williams.
Ganador de la Triple Corona de 1967.
Carl Yastrzemski se pudo preparar para la temporada de 1967 sin preocuparse por los ambíguos deberes del capitán de un equipo. Más importante aún, Yaz se reportó al campo de entrenamientos en la mejor forma de su carrera en el beisbol profesional. Durante sus primeras seis temporadas en las grandes ligas él había ganado un título de bateo de la Liga Americana y había asistido al juego de las estrellas tres veces. Ahora, a los 27 años de edad, parecía listo para tomar su lugar como uno de los peloteros élite del juego.
“Una de las grandes diferencias de 1967”, relató Yaz muchos años después, “es que fui capaz de ejercitarme el invierno previo. Los años anteriores, yo estaba terminando mis estudios universitarios en el receso entre temporadas. Ese año yo había completado mi grado en Merrimack College, así que tuve tiempo para enfocarme en mi acondicionamiento. Me reporté al entrenamiento primaveral en gran forma”.
El invierno anterior Yaz había viajado regularmente desde su hogar en Lynnfield hasta el Colonial Resort en Wakefield, Massachusetts, para trabajar bajo las ordenes del terapista físico Gene Berde. “Gene trabajó conmigo todo el invierno. Me hizo saber que él no pensaba que yo estaba en gran forma cuando empezamos”, recuerda Yaz. “De verdad trabajó duro conmigo y eso dio resultado”.
El régimen intensivo mejoró su vigor e hizo a Yaz más fuerte en el plato. “Tuve un buen entrenamiento primaveral. Noté que tenía más poder. La pelota estaba viajando treinta o cuarenta pies más. Ahí fue cuando decidí halar la pelota. Sentí que podía ayudar más al equipo siendo un bateador de poder, así que hice la transición de estilos de bateo”, recordó Yaz.
Dick Williams sabía que Yaz sería su jardinero izquierdo regular, y pensaba lo mismo del jardinero derecho de 22 años de edad Tony Conigliaro. Cuando Williams fue presentado a los medios el octubre previo le pidieron que identificara a sus peloteros regulares. El primer nombre que mencionó fue Yaz, y el segundo fue Tony C. “Yo sabía lo que Tony podía hacer”, reconoció Williams, “Y quería su bate en la alineación todos los días. Nunca hubo duda acerca de quién sería mi jardinero derecho”.
El muchacho local Conigliaro estaba empezando su cuarta temporada con los Medias Rojas de Boston. Su swing derecho parecía hecho a la medida para Fenway Park, y había liderado la Liga Americana con 32 jonrones en 1965. Tony tuvo un buen comienzo en marzo de 1967, al jonronear en el primer juego de la liga de la toronja en Sarasota, Florida, contra los Medias Blancas de Chicago. Entonces, cuatro días después, cuando los Medias Blancas fueron a Winter Haven, los saludó con un jonrón y dos dobles.
Pero los Medias Rojas y Tony tuvieron un susto el 18 de marzo cuando su compañero de equipo John Wyatt lo golpeó en el hombro izquierdo con un rectazo en la práctica de bateo. Fue enviado a Boston donde los rayos X mostraron una leve fractura del hombro. Era la quinta vez en cinco años con los Medias Rojas, que Tony tenía un hueso roto debido a un pelotazo. Afortunadamente, la lesión no fue seria. Conigliaro regresó a Florida y reanudó su reparto de batazos.
Capitán del infield.
Dick Williams no quería un capitán de equipo, pero si quería que alguien se hiciera cargo del infield. Y reconoció que Rico Petrocelli, quien empezaba su tercera temporada como campocorto regular, tenía el potencial para asumir esa responsabilidad. Williams le dijo a los periodistas, “Esto es lo que creo sería el trabajo perfecto para Rico. Él es un pelotero inteligente y quiero que tenga autoridad allá afuera. Así que le dije que quería que se hiciera cargo”.
Williams era un gran disciplinario pero también era un astuto juez de talento. Y entendía que algunos peloteros necesitaban un trato especial. Él y el coach Eddie Popowski se salieron de su camino regular en el entrenamiento primaveral para asegurarse de que Rico se sintiera cómodo. Y su paciencia fue recompensada cuando Rico fue seleccionado para integrar el equipo de la Liga Americana en el juego de estrellas de mitad de temporada.
Mirando en restrospectiva, Rico recordó cuanto significó para él ser seleccionado como “capitán del infield”. “Dick mostró mucha confianza en mí, y me dio mucha responsabilidad. Eso significó mucho para mí. Por primera vez”, dice Rico, “Me sentí como un grandeliga, como que de verdad pertenecía a ese lugar”.
Otro jugador del cuadro que Williams escogió como regular fue el tercera base Joe Foy. Foy había sido un pelotero clave para Williams en Toronto en 1965, cuando Joe fue nombrado pelotero más valioso de la International League. Luego de un comienzo lento como novato con los Medias Rojas en 1966, regresó con fuerza en la segunda mitad y lideró al equipo en carreras anotadas.
Dick Williams revisaba el peso de Foy casi tan cuidadosamente como lo hacía con George Scott. Foy había reportado 105 kilogramos y el manager quería que bajara por los menos tres kilos. Williams le dijo a los reporteros, “Queremos evitar otro comienzo lento de Foy, y la mejor manera de hacerlo es asegurarse de que está jugando en forma”.
Tony Horton continuaba jugando en primera base a través de la primavera. A Williams y Bobby Doerr les gustaba su swing y los Medias Rojas estaban mostrando a Horton para un posible cambio. George Scott se alternó con Horton en primera, pasó algún tiempo en tercera base, e hizo varias apariciones en los jardines.
Las aventuras de Scott en los jardines terminaron el 23 de marzo cuando el toletero quedó inconsciente luego de chocar contra la pared del jardín derecho en Winter Haven. “Estuvo frio por un minuto”, le dijo el fisioterapista (y futuro copropietario del equipo) Buddy LeRoux a los reporteros. “Desplazó la pared desde 330 hasta 332 pies”, dijo el segunda base Mike Andrews. Scott pasó la noche en el Winter Haven Memorial Hospital por precaución, pero su única lesión fue una contusión en la muñeca. El 28 de marzo Dick Williams anunció, “Tan pronto como Scott esté listo para jugar, irá inmediatamente a primera base”.
La Conexión de Toronto
Además de Russ Gibson y Joe Foy, había otros candidatos a puestos de regulares en los Medias Rojas de 1967 quienes habían jugado para Dick Williams en Toronto. Mike Andrews era fuerte candidato a convertirse en el segunda base regular y Reggie Smith era la principal opción para quedarse con el puesto de jardinero central. Ambos peloteros habían destacado en Toronto, pero los dos sabían que Williams no mostraría favoritismo por ellos.
Mike Andrews recordó que el éxito de Toronto se trasladó al campo de entrenamientos en 1967. “Reggie Smith, Russ Gibson y yo éramos novatos en 1967, y habíamos ganado el campeonato de la International League el año anterior con Toronto, así que no pensábamos en perder. Y sabíamos que Dick Williams no quería oir nada sobre perder. Pienso que nadie pensaba en la segunda división esa primavera”.
Reggie Smith tenía veintiun años de edad cuando se reportó al campo de entrenamiento al final de febrero. Cuando Dick Williams hacia una restrospectiva de 1967 hablaba del atleticismo de Reggie Smith . “Reggie fue probablemente el mejor atleta de nuestro equipo”, cree Williams. “De verdad lo podía hacer todo. Sé que cuando empezó a deslizarse de cabeza en los juegos del entrenamiento primaveral abrió algunos ojos. Cuando Mike Andrews llegó con la espalda adolorida puse a Reggie en segunda base. Era tan buen atleta que sabía que podía manejar eso”.
Dalton Jones quien había pasado las tres temporadas previas con los Medias Rojas, era la opción obvia como infielder de reserva. El versátil George Thomas fue ubicado como jardinero sustituto y para jugar en el infield si se necesitaba. De hecho, cuando los periodistas presionaban a Williams para que les dijera su alineación regular, Williams contestaba “posiblemente George Thomas” en las nueve posiciones.
Mike Ryan, nativo de Haverhill, Ma, había recibido 116 juegos para los Medias Rojas en 1966 y era muy reconocido por su defensa. Parecía claro que Ryan y Gibson compartirían la receptoría, dejando al veterano cátcher Bob Tillman para ocasiones especiales.
El Ganador del Cy Young de 1967
Cuando se abrió el campo de entrenamiento, la primera preocupación de Dick Williams era su cuerpo de lanzadores. “Yo sabía que anotaríamos carreras, que teníamos una alineación fuerte. Y pensaba que podíamos mejorar nuestra defensa. Pero no estaba seguro de nuestro pitcheo”. Haciéndose eco de un famoso refrán, el agregó, “Nunca tienes suficiente pitcheo”.
Un pitcher con el que Williams estaba contando era el derecho Jim Lonborg, quien se había mostrado prometedor durante sus primeras dos temporadas con el equipo. “Lonborg era un jugador a quien nunca había visto. No jugué con él y tampoco lo dirigí. Pero cuando lo vi esa primavera supe que nos ayudaría. Tenía un buen repertorio y era un gran trabajador”, observó Williams.
Lonborg estaba determinado a tener un buen año en 1967. Había pitcheado pelota invernal en Venezuela y se reportó a los entrenamientos en gran forma. Él recordó lo organizado que estuvo el campamento esa primavera. “Dick Williams era muy diligente. Si no estábamos lanzando o corriendo, nos hacía jugar voleibol. Nos mantuvo enfocados toda la temporada”.
Lonborg ganó su tercer juego en tres decisiones el 20 de marzo, y estaba emergiendo como el as del cuerpo de lanzadores. Le dijo a los reporteros: “Quiero ser el pitcher del juego inaugural. Sería un honor y significaría que el manager piensa que soy el mejor del equipo”. Añadió, “Me gustaría lanzar entre 260 y 270 innings esta temporada”.
Williams dejó claro a sus jugadores y los medios que él no tenía paciencia con los pitchers de brazos adoloridos. A mediados de marzo le dijo a los periodistas que pretendía llevar “tres catchers, seis jardineros, siete infielders, y solo pitchers sanos”: En ese momento nombró a Lonborg, Santiago, Darrell Brandon, Lee Stange y Hank Fisher como sus abridores.
Un pitcher novato desconocido que había estado impresionante era el flaco de 21 años de edad, Billy Rohr. El zurdo hizo varias apariciones impresionantes en juegos de exhibición y pareció ganarse un puesto en el equipo. Los pitchers veteranos Dan Osinski y Don McMahon, junto al joven zurdo Bill Landis, eran los principales candidatos para el relevo intermedio. John Wyatt era una fija para cerrar los juegos de los Medias Rojas si podía encontrar la salida de la perrera de Dick Williams. Wyatt desató la ira de su manager cuando golpeó a Tony Conigliaro con aquel pitcheo en la práctica de bateo, y estaba tratando de recuperar la confianza de Dick Williams.
Retrospectiva
Los Medias Rojas de Boston terminaron sus juegos de entrenamientos primaverales con marca de 14 triunfos y 13 derrotas. Y aunque a veces habían había colmado la paciencia de su manager con fallas de fundamentos, en general Williams estaba agradado con su equipo. “Me gustaba la forma como nos habíamos juntado como una unidad. A medida que avanzó la primavera vi peloteros trabajando juntos más y más. Eso había estado ausente en otros equipos de los Medias Rojas”.
El veterano columnista del Boston Globe, Harold Kaese refirió una observación de Williams y su equipo de pelota a finales de marzo. “Williams está cerca de un comienzo bueno aunque controversial”, le contó Kaese a los lectores. “Los Medias Rojas están probablemente jugando más beisbol puro ahora que para cualquier manager desde Bill Carrigan (el manager de los Medias Rojas desde 1913-1916 y 1927-29). Williams tiene a sus peloteros más que esgrimiendo bates. Los tiene corriendo, tocando y pensando”.
Cuando terminó el entrenamiento primaveral, los periodistas de Boston presionaron a Dick Williams para que hiciera una predicción de la temporada venidera. Williams finalmente ofreció una de sus citas más conocidas: “Ganaremos más de lo que perderemos”. Para un equipo que había perdido noventa juegos el año anterior eso parecía un pronóstico optimista.
El equipo de los Medias Rojas que emergió del campo de entrenamientos de 1967 era muy joven. Cuando salieron al campo el día inaugural en Fenway Park, el 12 de abril ante una “multitud” de 8.234 aficionados, su promedio de edad era solo de 24 años.
Los Medias Rojas de Boston de 1967 de hecho ganaron más juegos que los que perdieron. Pero hicieron mucho más que eso. Capturaron los corazones y las mentes de los aficionados de Nueva Inglaterra y restauraron el orgullo regional en los Medias Rojas de Boston. Y echaron las bases donde descansa la Red Sox Nation hoy.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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